Discos

Lightning Bolt – Wonderful Rainbow (Load Records)

Vaya monstruo de disco. Monstruo por lo bueno que es, más aún por lo feo, salvaje y peligroso que suena, pero sobre todo porque hay que llevar cuidado a quien enseñas este disco. Contiene música extrema que te deja extenuado, tirado por los suelos, sintiendo todo a punto de explotar a tú alrededor, pero resultando ser tu cabeza la que va a explotar como no bajes el volumen.

El título del disco no da idea de lo que te vas a encontrar dentro. Nada que ver con un paisaje verde y sereno con un bonito arco iris, esto te mete directamente en la tormenta, con huracán incluido. Y es difícil imaginar que semejante tormenta esté únicamente creada por Brian Gibson y Brian Chippendale (guitarra y batería) sin añadidos electrónicos. Uno se imagina que su sonido no ha cambiado mucho, que con esto se es parido y no se adquiere. Justo en la diana. Pero lo que si ha cambiado con respecto al anterior Ride the Skies (2001) es una claridad de ideas notable, un sonido mucho más concreto y centrado (sin perder ese aura experimental), con una mejor producción que acerca las composiciones a lo que podemos concebir como canción (sin llegar a serlo exactamente).

Si la introducción (“Hello Morning”) de este Wonderful Rainbow es la forma de dar los buenos días que acostumbran los dos Brian, es que se deben de levantar con el pie izquierdo muy a menudo. Los títulos no andan lejos de su sonido (“Assassins”, “Drácula Mountain” “On Fire”, “Duel in the Deep”), y lo que canta Brian Gibson no es posible entenderlo en ningún momento, incluso es difícil distinguir cuando está cantando. Para darnos una idea, tienen un pie en el heavy y en el hardcore y otro en los Godspeed You Black Emperor! más experimentales y marcianos.

Que se conocieran en una escuela de arte de Providence y que Lightning Bolt fuera un proyecto de esa escuela junto con Hissham Baroocha (que dejó el experimento justo antes de grabar el debut de título homónimo en 1999) hace preguntarse que coño enseñan en esas escuelas. Porque a pesar de algunas dudas (la presencia abundante de guitarras progresivas y los, al final, seis monótonos minutos del corte final), Wonderful Rainbow es un apabullante y salvaje tratado de ruido en el rock, sorprendente por no haber escuchado nada así hasta ahora y, te lo aseguro, mucho más extremo que cualquier otra cosa que hayas escuchado antes.

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