Conciertos

McEnroe + Tórtel – Sala Wah-Wah (Valencia)

Llegaban McEnroe con el aviso de que lo suyo en la apertura del séptimo aniversario de Vinilo Valencia iba a ser algo en formato reducido. Tan reducido como guitarra y batería. Dos: Ricardo Lezón y Eduardo Guzmán; hace tan sólo unos meses, en el Deleste, McEnroe eran cinco. Sin embargo, sucede que, con propuestas como la suya, menos es más. Menos gente en el escenario, más identificación con los valientes. Menos ruido, más rojas las entrañas.

El set de ese pedazo de McEnroe se movió entre dos escenarios: el del que ve venir la tormenta eléctrica en la playa, y el del que llega a la cafetería y dice tranquilamente: “mira, estas son mis vísceras; si no te gustan, tengo otras”. El segundo lo preparó Lezón con su acústica, sin muchos artificios, como en el comienzo del concierto con “Arquitecto” y la reventadora por dentro “Ahora”. Por si faltara sangre, le añadió “El alce”.

El primer escenario, eléctrica en mano y con Guzmán dándolo todo en la batería, repasó los “greatest hits” de su último disco: “Mundaka”, “La Palma”, “Las mareas” o una demoledora “La cara noroeste”. Pero también tuvo tiempo y espacio para echar un vistazo al maletero con “Islandia”, “Los valientes”, “Relojero” (con la que cerraron el concierto) y una salvaje interpretación de “Los veranos” que deja a la versión de estudio en un peluche. Además, como prueba de su calidad humana, regalaron una canción nueva como parte del aniversario.

Es evidente que el concierto no fue un derroche de técnica, ya vimos cómo suenan McEnroe al completo en el Deleste. Sin embargo, cuando te hacen besar la lona sólo cabe levantarse y aplaudir.

Tras ellos, apareció sobre el escenario la versión opuesta de McEnroe esa noche: cinco músicos llenando el escenario con la habitual propuesta de luminosidad contagiosa de Tórtel. Salvando algún problema puntual con un micro, Jorge Pérez y la banda que lo acompaña en directo, se marcaron un concierto impecable en actitud y sonido; y, teniendo en cuenta las dimensiones de la debacle emocional anterior, dejaron que nos fuéramos con un regusto a optimismo relativo.

Después de “Aquella canción”, “Los tres mendigos” y “Los cantantes”, quedaba claro, para quién no hubiera visto antes a Tórtel, uno de los músicos más pluriempleado de Valencia (Ciudadano, Maderita), que aquel concierto iría de disfrutar. Así, mientras repasaba las mejores canciones de su último disco con “Entusiasmo” o “Entonces sí” (faltó “La guerra fría”), consiguió hacer magia a base de guitarrazos: convertir la cháchara impertinente de algunos en el concierto de McEnroe en baile y sonrisas durante los sesenta minutos que estuvo sobre el escenario.

Al final, una noche de contrastes, que diría el manual de tópicos del periodismo. Un muy buen inicio para los conciertos del séptimo aniversario de Vinilo Valencia.
 

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