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Nacho Casado – Amor, Música y Lágrimas (Hidden Track)

El ilicitano Nacho Casado continúa su particular repaso por la música popular brasileña, un paseo por el legado de Edu Lobo, Baden Powel o, sobre todo, el más pop de todos sus creadores, Marcos Valle, que no impide que uno se pregunte qué pasaría si en lugar de constreñirse a ejercicios de género, este más que competente autor de canciones pop se dejara llevar un poco más, como hacía en el proyecto que tenía hace unos años junto a su mujer, La Familia del Árbol.

No obstante, todas esas reflexiones se tornan banales si uno a lo que atiende es a esa especie de banda sonora imaginaria del verano perfecto que persigue Casado. En ese sentido, esto no es más que la ampliación, por todo lo alto, de lo pretendido en su anterior Verâo, un disco por el que ya recibió merecidos parabienes, pero que queda corto ante el despliegue de producción que este Amor, Música y Lágrimas propone, con una fina banda, arropada por sección de cuerdas completa, que empaqueta estas soleadas canciones, despreocupadas en sus planteamientos líricos en pro de un hedonismo sano y llanote, pero siempre efectivo, de forma que su escucha con atención se hace cada vez más imperante a medida que uno se introduce en este trabajo.

Todo en su sitio, todo colocado en orden y en perfecto estado, pero no por ello rayano en la vulgaridad. Los elementos están dispuestos sin acudir al azar para abrazar al oyente y arrullarlo en un estado de vegetación propio de días estivales a orilla del mar, pero curiosamente es ahora, en pleno otoño, cuando esto se edita. Un más difícil todavía, el situar nuestra mente en tiempos más placenteros, que Casado y su banda emprenden sin temor, con plena alevosía. Como decimos, las letras simples y plenamente hedonistas no buscan epatar con graves reflexiones ni escapar mediante lo onírico, tan sólo invitan al disfrute. A cerrar los ojos y sentir la arena bajo los pies.

Y es ahí, precisamente, cuando las pretensiones de una obra como esta dejan claro si cumplen su cometido o quedan en bluff. Cuando uno envía su mensaje de una forma tan clara es fácil que le tilden de näive, pero él aquí, partiendo de la más absoluta sencillez, ha hecho las cosas tan rematadamente bien, que ha dado con la fórmula infalible para convencer. Y además, sabemos su secreto: la sinceridad. Su intención de hacer sentir bien a la gente en tiempos de frío y oscuridad como estos es totalmente sincera, porque se nota que hace estas canciones para hacerse feliz a sí mismo, en primera instancia.

Habla en segunda persona, pero lo hace antes para sí mismo que para nosotros. Habla de su amor, que podría ser el de todos, de su sol, que también podría bañar a cualquiera, de las playas a las que todos querríamos ir. Y lo hace con maniobras bien cinceladas que quedan como canciones pegadas a nuestra memoria, caso de “Cantando bajo el sol”, “Los apóstoles del amor eterno” -y su pequeño acceso funk- o “Directo a la cima”, singles perfectos en verano o en invierno, pero también con momentos de intimidad que calan aún más hondo, como ese “Cuerpo y alma” arrebatadoramente desnudo y melancólico, o el majestuoso homenaje a Billie Holliday que se marca en “Lady Day”. Todas ellas, así como las no mencionadas, configuran un disco sencillamente delicioso, al que cualquiera puede recurrir para retirarse a sus praderas celestiales, donde quiera que estén.

Escucha Nacho Casado – Amor, Música y Lágrimas

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