Nocturama: Rocío Guzmán + Luísa Sobral + María Yfeu
En Sevilla continuamos con los festivales en rincones bonitos y a veces poco aprovechados de la ciudad. Con Nocturama pasamos de un verano de conciertos en La Cartuja, al ambiente más recogido del Casino de la Exposición y sus jardines. Tres noches de conciertos, con un cartel variado, casi entero nacional y con una organización más o menos temática. Primer día: mujeres. Que no es que ser vocalistas femeninas dé coherencia por sí mismo, pero por alguna parte había que empezar.
Si Diva Plavalaguna, la extraterrestre azul que canta en El Quinto Elemento, supiera cantar flamenco, se parecería a Rocío Guzmán. La artista jiennense, con una puesta en escena que no podría ser más minimalista, suena mucho mejor en directo que en disco, y a mi parecer, mejor aflamencada que de cualquier otro modo. Su combinación de electrónica en ocasiones bailable se quedaba un poco corta, y los temas de sentimiento más intenso e interpretación casi operística no terminaban de llegarme. En cualquier caso, la noche empezó fuerte y experimental antes de llevarnos por un camino mucho más tranquilo.
Era cabeza de cartel en principio, pero hubo un pequeño cambio y Luísa Sobral actuó en segundo lugar. Viene acompañada de su guitarrista Manel Rocha, en acústico. Sobral habla un castellano perfecto y nos avisa de que va a hacer un repaso de sus cinco discos; entre canción y canción, nos explica de qué trata cada una, lo que se agradece en unas canciones sencillas y bonitas donde la letra es, casi casi, lo más importante. El aire swing de sus álbumes, sobre todo de los primeros, está aquí bastante contenido, sin haberse ido por completo. Se gana al público con mucho humor, mezclando idiomas como le va pareciendo («Me gustaba escribir de cosas depressing») y bromeando con anécdotas de sus tres hijos, a quienes ha dedicado muchas canciones. Para tener, como nos cuenta, solamente tres canciones felices, desprende una alegría que llena el escenario. Dulce, graciosa, melancólica, capaz de hacer reír y de emocionar. Sencillísimo todo, pero mágico.
De aquí pasamos a María Yfeu, acompañada por una banda que gana tantos aplausos del público como ella misma (Julio Martín voz y teclados, Mario Carrión a la batería, Sergio Fernández al bajo y Lucas de Mulder a la guitarra). Su primer álbum sale en enero, y el concierto de hoy hace las veces de presentación adelantada, con el difícil reto, como ella misma nos dice al final, de dar a conocer canciones nuevas “en frío”. Se siente tentativo a ratos, aunque la verdad, solamente daban ganas de volverlos a ver cuando el disco y su directo estén algo más rodados. Los momentos jazzy-swing-blandito como los que podemos escuchar en sus singles alternaban con otros más rockeros, igual que el efectismo y la superposición instrumental complementaba muy bien con el interludio íntimo a solas con el teclista. Y hay que tenerle un respeto a alguien que se atreve a versionar con tanta emoción las “Cuatro Rosas” de Gabinete Caligari.
De lo mejor de la noche: ver cómo una base que en los álbumes se parece en Sobral y en Yfeu, unas influencias comunes de jazz soñador y swing, esas letras de desamor, son capaces de transformarse en directo en algo tan diferente. Lo dicho: apenas un petisco, una tapa, que deja ganas de más.
Fotos: Nocturama