Conciertos

Patti Smith – Auditorio de Castrelos (Vigo)

“Boas noites Galicia”, fueron las primeras palabras de Patti Smith en medio de una gran ovación sobre el escenario del parque vigués de Castrelos. Atreviéndose hasta con el gallego, su sonrisa y su interacción con el respetable conquistaron desde el principio a un auditorio lleno, que no quería perderse la oportunidad de ver a la neoyorquina en su único paso por Galicia. Quizás por su nombre, quizás por su icono, pero lo cierto es que a su edad ofreció un auténtico concierto de punk-rock envuelto en compromiso y poesía, y superando con creces las expectativas que muchos teníamos en mente.

Con su habitual look desaliñado, y en esta ocasión acompañada por dos de los miembros originales de su banda, el guitarrista Lenny Kaye y el batería Jay Dee Daughterty, la noche prometía. Y la promesa empezaba con “Redondo Beach”  del álbum Horses (1976), trabajo que encumbró a esta figura de la contracultura norteamericana. Han pasado casi 35 años y esa joya del rock-punk sigue entusiasmando a quien lo descubre.

Empató “Space Monkey”, de su trabajo Easter editado en 1978 y donde la “madrina del punk”, etiqueta surgida por su influencia en el desarrollo de esta corriente, empezó a mostrar sus dotes de baile. Y sin bajar el ritmo llegó “Ask the angels”, otro tema con más de tres décadas de éxito del álbum Radio Ethiopía (1976).

Para “Free Money”, también del “Horses”, fueron los siguientes acordes, mientras Patti, con unos vaqueros que se perdían en sus camperas y una americana que descubría una calavera mejicana en su t-shirt, disfrutaba con el solo de su colega Lenny a la guitarra.

No derrochó palabras ni tiempo en las presentaciones de las canciones, logrando subir la empatía con el público en cada pieza y mostrando así su gran personalidad y su compromiso con ciertas causas, como las ecológicas, y que dista mucho de las poses que abundan hoy en día. Ella lo hace real. Tampoco escatimó en sonrisas a la audiencia, creando un ambiente muy familiar.

Volvió a disculparse porque “eu non falo galego”, entre aplausos del auditorio, al que pidió un momento de recuerdo en ese 18 de julio para las víctimas de la Guerra Civil, para agitar a la masa con la tremenda “Ghost Dance”.

Llegando al meridiano del concierto y guitarra en mano, se abrió paso a una improvisación con mucho humor sobre su estancia en Galicia. Definitivamente se metió al público en el bolsillo.

Rescató después  “My blakean year” de uno de sus discos más recientes  Trampin’ (2004), el primero con el sello Columbia Records. Y entremedias, palabras de la poetisa dedicadas a Lorca y Roberto Bolaño, o a su amigo Robert Mapplethorpe, y un cover de “Play with fire” de los Rolling Stones.

“People who died” arrancaría otro momento especial, con dedicatoria a todos los que se fueron, recordando a su marido Fred “Sonic” Smith (de MC5), a Kurt Kobain, a su amigo Tom Verlaine del grupo Television, y a Jim Carroll, autor del tema y fallecido el año pasado de un ataque al corazón. Con el respetable totalmente volcado, minutos después bajaba al foso para dar la mano y saludar a sus seguidores en las primeras filas, sin ninguna prisa. Hacía mucho tiempo que no veía ese gesto, siempre agradecido, de todo un nombre con mayúsculas.

Con esta emoción, todo el personal se puso como loco a mover el esqueleto con uno de sus singles más famosos, “Because the night”. Como colofón, “People have the power” del álbum Dream of life (1988), dedicado a nuestros campeones de “La Roja”, para éxtasis de gran parte del auditorio, y despidiéndose con un “adiós Galicia”.

Acertó en la selección del setlist, el ritmo aguantó en todo momento, y no faltaron los clásicos. Noventa minutos desde el inicio, y todavía había tiempo para  más con el tema “Wing”, compuesto para su hija Jesse e incluido en Gone again (1996). Pidiendo manos arriba y recordando que el futuro es ahora, y que somos el futuro, un breve fraseo de “Horses” se funde con “Gloria” para desatar la locura. Y ella acompañada por una guitarra eléctrica, brinda un broche contundente. Rompe las cuerdas a lo punk y baja de nuevo al foso para entregárselas a un niño aposentado en la primera fila. Humana y muy cercana.

Empatía, humor, compromiso y agradecimiento a todos los que la han acompañado en su trayectoria personal y profesional. Un paquete envuelto en nostalgia y buena música a cargo de una figura que pasa de los 60 años. Toda una lección de un mito viviente.

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