Phoenix – Alpha Zulu (Loyauté / Glassnote)
Cinco años después del injustamente infravalorado Ti Amo (Glassnote, 2017), de esencia italo-disco y contenido 100% reivindicable, Phoenix vuelven a la carga con un trabajo de coartada arty, pues se grabó en el Museo de Las Artes Decorativas de París, localizado dentro del Louvre. La impronta de tan embriagador contexto subyace en el artwork del disco y en el alma de sus composiciones, inspiradas en las distintas formas y representaciones de las artes. El punto de inflexión que supuso el fallecimiento de su amigo y productor Philippe Zdar, mitad del dúo electropop Cassius, además de DJ y productor/colaborador de artistas de la talla de Kanye West o Franz Ferdinand, les dejó una marcada huella plasmada de manera sentida por el cuarteto de Versalles en el epílogo de este séptimo álbum de estudio con la ya conocida “Identical”, incluida en su momento en la banda sonora de On The Rocks, película dirigida por Sofia Coppola, esposa del cantante y líder Thomas Mars. De hecho, esta trágica pérdida sobrevuela constantemente la atmósfera de las diez piezas aquí reunidas, colándose en sus entrañas y convirtiendo la lógica tristeza en una ejercicio de aceptación que deja un poso de agradecida esperanza. Bajo su apariencia ligera, se esconde un sustrato de tremenda carga emocional. El poder curativo de la música para sanar heridas y rendir homenaje reviviendo las vibraciones compartidas a través de ella.
Tras un (nuevo) largo hiato, los adelantos hacían presagiar una apuesta por el sonido más reconocible de la banda, ese que marcó sus inicios a base de singles redondos de pop bailable y hedonista hasta alcanzar el éxtasis en su todavía no superado Wolfgang Amadeus Phoenix (V2 Records, 2009). El éxito no les ha hecho perder la brújula ni salirse de lo que mejor saben hacer, cómo demuestra la titular “Alpha Zulu” (inspirada en una expresión que el piloto de un avión repetía en medio de una tormenta considerable en un vuelo turbulento que jamás olvidarán), con su ritmo sincopado y esos sintes tan característicos, posee además un estribillo tan pegadizo que la convierte desde ya un clásico instantáneo de su repertorio. Le seguiría como segundo avance “Tonight”, con Ezra Koenig de Vampire Weekend colaborando a las voces ni más ni menos, en un número ganador que funcionó a la perfección para ir abriendo boca y aligerar la espera, jugando a alimentar expectativas. El medio tiempo “Winter Solstice” vino a poner el contrapunto perfecto, entre lo lisérgico y lo escapista.
Conocido ya casi la mitad del material de esta entrega, las novedades arrojan un resultado a priori algo inconexo, pero nuevamente solvente y adictivo. “After Midnight” tiene números de futuro éxito asegurado, con un aroma innegablemente deudor de los ochenta que deviene en un rompepistas de los que tan bien saben perpetrar. “The Only One”, tierna y melosa, empieza recordando a Saint Etienne, continúa guiada por un beat en principio retorcido y culmina ganando en intensidad hasta descargar una de las mejores melodías del lote. “Season 2”, “All Eyes On Me” (poseída por el espíritu de The Chemical Brothers en su puente y que pide remezclas ya) o “Artefact”, tan Strokes, son ejemplos de canciones de esas que saben bordar a la perfección, cosidas con innegable pericia y que resultan intachables en su aparente sencillez, sonando a tantas cosas y a la vez a ellos mismos (sin ir más lejos, “My Elixir” traza una línea equidistante entre Air y los Stereolab más accesibles).
A estas alturas, resulta casi una obviedad hablar de su talento para merodear la perfección pop: concisión y olfato para encontrar el momento adecuado en el que lanzar un estribillo catchy de largo recorrido.
Vigorizante y atinado, este Alpha Zulu es un brillante muestrario que condensa sus múltiples cualidades en apenas 35 minutos, siendo capaz de reconfortar en tiempos de gélida realidad sin necesidad de sorprender o reinventarse.