Pshycotic Beats – Rexer Flash (Autoeditado)
Ese rostro misterioso y fascinante que nos mira desde la portada de Rexer Flash es el de Andrés Costureras, un madrileño productor de música electrónica que ha dado a luz una de las obras más personales, cautivadoras y mágicas de los últimos tiempos. Personal, porque la temática del disco gira alrededor de su propia bajada a los infiernos del desequilibrio mental y su posterior recuperación (además de que Andrés es el responsable de todos los temas, arreglos y mezclas); cautivadora porque cada canción, asociada a una etapa de su doloroso tránsito, atrapa al oyente en un torbellino de emociones diferentes y personalizadas; mágica porque el mundo al que nos arrastra está formado, como el de la obra de Lewis Carroll, por multitud de espejos que nos devuelven las imágenes que esas emociones reflejan en nosotros mismos.
El álbum es prácticamente instrumental, ya que a lo largo de las 10 canciones que lo componen sólo se escuchan las voces de Bette Davis, sampleada para la pegadiza “Bumpy night”, y la del propio Andrés que suena, robótica, en varios de los cortes. Un disco, construido como un verdadero viaje alucinante al fondo de la particular mente de su autor, que ofrece diversas posibilidades al oyente según la perspectiva con que se encare su escucha. De hecho Rexer Flash está abierto a tantas lecturas como personas se atrevan a adentrarse en sus secretos, pero me centraré en dos que son fundamentales.
La primera de ellas consiste en seguir el recorrido temático y conceptual del disco desde la aparición de la enfermedad hasta la curación, plasmado tanto en los títulos de los temas (“Hell welcomes you”, “Pills”, “Insomnia”, “Lobotomy”, “S.O.S.”) como en las sensaciones que cada uno de ellos genera: amenaza, vitalidad, perturbación… En este sentido el oyente más audaz se enfrentará no sólo a la torturada psique del autor, sino tal vez a la suya propia, asignando momentos, sonidos, texturas y ambientes a sus propios recuerdos, conscientes o no.
La segunda perspectiva, estrictamente musical, nos lleva a acompañar a Andrés en una andadura melómana y cinéfila que atraviesa casi todos los senderos del synth pop de los 80 (Kraftwerk, Visage, Moroder, Gary Numan…pero también Jean Michael Jarre o incluso Alan Parsons Project) y que recupera paisajes cinematográficos sembrados en nuestro inconsciente por las bandas sonoras que marcaron aquella época, desde John Barry hasta Vangelis. Tampoco faltan referencias tal vez menos reconocidas pero muy ancladas en la memoria popular, y es que es difícil no acordarse de Superdetective en Hollywood o Corrupción en Miami al escuchar determinados riffs de sintetizador.
Rexer Flash no crece con cada escucha, sino que se empeña en mutar y distorsionarse para mostrar una cara diferente cada vez, algo que lo hace tan impenetrable, enigmático, misterioso y fascinante como ese rostro que nos mira desde su portada.