Robe (Palau Sant Jordi) Barcelona 27/11/21
mayéutica
- nombre femenino
En la filosofía socrática, diálogo metódico por el que el interlocutor interpelado descubre las verdades por sí mismo.
Me levanto del sofá de un suspiro nada acompasado. Podría renunciar al mundo, pero es sábado. Reviso el mail por si ha llegado la acreditación sabiendo que no. Me da igual. De camino al cierre de la Gira de Robe y su “Mayeutica” pienso en como se escribe crónica de conciertos o crónica musical mientras atravieso grupos de gente que colapsan dos horas antes los accesos del Palau Sant Jordi.
– “Soy prensa… ¿dónde recojo acreditaciones?”
El encargado me deja cruzar el cordón de seguridad después de alejarse unos metros avisando de mi presencia por el walkie talkie diciéndome que busque por ahí, haciendo gestos al tun tun con los brazos. Me abro paso por la fila que desea entrar consciente de alguna que otra mirada curiosa e indiscreta a las cámaras que llevo colgadas, con posterior y leve giro de cabeza.
Doy unos primeros pasos en dirección el recinto. Para ser un concierto de rock parece la cola de un supermercado. Una rigurosa línea va formando de tanto en tanto ángulos de 90 grados hechos con gente con mascarillas, móviles y pasaportes vacunales digitales a punto. Hace frío.
Olfateo el espacio preguntando por aquí y por allá cuando así rápido y fácil doy con Illo:
– “Eres prensa? Yo soy Illo, de la productora de Robe. Yo soy el encargado de ustedes…encantao”
– Encantado
– “Tu nombre? ¿para quién estas? ¿A quien le han mandado el mail tu periódico o editores? (Revisa su teléfono y unos papeles que lleva encima) Mira, ves, aquí tengo la lista con la gente acreditada…no estás.
Qué novedad.
– Me han confirmado que esta pedida, lo gestionamos ayer…
– “Ayer? Pero a nosotros? No tengo nada. Es que hay otra productora, luego tienen que avisarnos, firmar el contrato…”
¿Contrato? Se pone interesante.
– ¿Dos productoras?
– Si, si…bueno mira (mira otra vez el reloj) vamos bien de tiempo. Te buscas alguien de los de aquí en taquillas, haces tus cosas y tus llamadas y tal, y yo miro de prepararte el papeleo.
Cada uno sale en dirección contraria. Cruzo el patio otra vez dejando filas de personas a mi izquierda y derecha con las cámaras colgando y empezando mi búsqueda cual guerrero: “Venga” – me digo. Esa sensación me es familiar. La conozco. Todo el mundo en algún momento. Contra todo. Contra todos.
De trozo a trozo del perímetro encuentro gente con camisetas de Extremoduro, un matrimonio mayor con un par de críos jóvenes, algún que otro acento extranjero y grupos varios cerveza y bocata en mano, algunos bastante diferentes entre sí. Me acerco a un par de chavales con peto buscando alguien al mando.
– “Yo empecé ayer…ese lleva más tiempo, espera que le pregunto…”
Ahora miro yo el reloj.
– “Mira, que me dicen que los de la productora están por la taquilla 5, que vayas ahí.”
– ¿Bien, gracias… ¿dónde está? – Ahora soy yo el que hago gestos con los brazos al tun tun
– “Pues no sé, por ahí detrás, como justo en la otra punta del estadio creo…”
Claro como no. Voy como flecha de indio buscando las taquillas, siendo aguja sin brújula en un par ocasiones. Y si te vas? – pienso. No. Encuentro el sitio y de manera urgente hablo con un par de maromos comentándoles el asunto, que a su vez hablan con otro par, mientras yo hablo por teléfono muy tranquilo, parado y quieto y uno de ellos hace lo mismo a cierta distancia, pudiendo escuchar como dice mi nombre. Al cabo de unos minutos un instante de luz:
– “Si, si, te ha llegado entonces…vale, es que… bueno mira, ya esta pues”
Sigo stand by mientras cuelga la llamada caminando hacia mi…
– “Listo, que resulta que si le llegó a Fulano y no a Mengano y que…
No retengo esta parte de lo que me cuenta pero mi cabeza asiente como que si.
– Queda un rato, me dicen que te están haciendo el contrato, vuelve luego a las 20:30h que entráis prensa por aquí.
– Vale, gracias
Me he ganado una cerveza. Camino a la utopía, descarto la fantasía de entrar al concierto por la puerta de atrás. Dos latas luego, extrañamente puntual, vuelvo por la vereda.
– Oye! Que tenemos aquí tu contrato para que lo firmes, pasa si quieres, que estarás más cómodo…
Me abren la garita de seguridad y estampo mi rúbrica. Salgo. Me fumo un cigarro. Está hecho. Al poco se forma un grupito. Illo aparece de una rampa y se acerca:
– ¿Buenas noches, bona nit… estamos todos? Voy a pasar lista de todos los fotógrafos y luego os cuento cómo va a funcionar la cosa, ¿sí? ¿Hay redactores aquí? Si los hay, ir por otro lado, que ustedes no es por aquí.
Sonrío por dentro. Se jodan los plumillas. Y un poco por fuera también. Bajamos la rampa hacia el interior del estadio y esperamos en una antesala. Son las 21:00h y el concierto va con retraso. Se oye corear a la gente. Se oyen ganas.
Con todo preparado miro a la cortina que da acceso al frontal del escenario. Fantaseo con la sensación de cruzar ese umbral que voy a cruzar pero para dar un concierto. ¿Cómo debe ser? ¿Y hacerlo dos veces? La puta hostia. ¿Y hacerlo desde 1983? Eso ya debe ser otra cosa. O muchas otras.
Extremoduro no dejaba, ni deja, indiferente. Robe tampoco. Quizá es de las mejoras cosas que se pueden decir de una persona y también de un artista, en el ámbito que sea, no lo sé. Pocos antes de que empiece el concierto me viene a la cabeza una frase que dijo en una entrevista de a poco, a modo hostia realidad posterior trauma colectivo cancelación gira despedida de ese grupo en el que cantaba:
– “La de ahora es la mejor banda que he tenido en mi vida”
Es la mejor porque es la de ahora, en presente y no la de ayer? O porque sencillamente lo es? ¿O por las dos cosas?
Eso dolió. Quizá és lo que tiene su verdad para quien la siente y la dice, que no anestesia, que duele. Algunas veces a uno y a una misma y a los demás. O no. Y puede escocer. Te jodes.
Se apagan las luces y se enciende el símbolo de la portada del disco (es un coño? ¿Una boca? unos labios? A mitad concierto lo aclara) en las dos pantallas laterales y en el telón del escenario principal, descendiendo lentamente hasta la tarima, la gente grita y de uno a uno, salen los músicos: Lorenzo González (cantante, compositor), David Lerman (clarinete, saxo tenor), Woody Amores (guitarra), Álvaro Rodríguez (piano, acordeón), Alber Fuentes (batería), Carlitos Pérez (violín) y Roberto Iniesta.
Recuerdo lo que me dijo un amigo músico violín –trompetista semanas atrás:
– Yo ya los vi en Cambrils, con el otro disco. Vas a flipar. Son musicazos.
El concierto empieza con un saludo plurilingüe, un alegato al fin de la gira y un deseo de regreso cercano. Suena “Hoy al Mundo renuncio”. Los fotógrafos esperamos “la señal” de Illo para entrar al pasillo que hay entre el escenario, la primera fila del foso de pista y las varias cámaras que gravan el concierto.
– “Cuando yo os diga, entráis. Hay tiempo, tenéis tiempo, tranquilos, no preocuparos que son canciones largas. Se pueden mover pero si se paran se me quedan delante de los altavoces sin molestar, si?”
Delante de un altavoz en un concierto de Rock’nRoll. De Robe. Oye, que putada. La señal llega. Nos acomodamos llenando el espacio. Suena “Guerrero” y luego los punteos de “Si te vas”. Gritos. El estadio canta los primeros versos. Y todos los demás. Oigo como canta, canto y hago click. Literal y figurado.
– Tampoco son canciones tan largas – me digo, a la señal de retirada.
– “Los que se quieran quedar se quedan, los que no se van por ahí conmigo que los acompaño fuera pero el que se queda se guarda las cositas en la bolsa y de publico, estamos?”.
La chica del staff a su lado me mira automáticamente. «Golfa» – pienso Los otros fotógrafos desfilan mientras devuelvo el envite dignamente lo justo para levantar las manos al poco con los hombros así muy tierno y guardar mis cámaras en la bolsa. Asiente levemente sin dejar de mirarme y me hace gestos para que la siga. Me abre una de las vallas a la pista y me introduzco dulcemente en el caos. Bien -me digo, la primera parte esta hecha, pero recuerdo que tengo que escribir y aun no sé de qué o como se hace crónica musical porque a mí me sale contar historias y no puedo pensarlo porque suenan arreglos de Extremo y me trasporto sin quererlo a mi primer gran concierto. De pre púber de fiesta mayor en un tinglado de mi ciudad romana con puerto. Un poco tópico ahora que lo pienso mientras lo escribo pero es que es cierto. Perdón, Mojinos Escozidos.
Me revuelvo cerca de la mesa de sonido dos temazos cuando decido dar una vuelta y encontrarme aposento. Y bebida. Subo por unas escaleras para coger otra perspectiva y tomarme una cerveza. Encuentro un rincón que me gusta y suena increíble “Un suspiro acompasado”, mientras pongo una pierna en la butaca vacía que tengo delante. Más relajado pienso entonces en la frase de mi amigo, escuchando como vuela jugando con unos ataques de escándalo todos afinados el violín de Carlitos, la atmosfera sutil y sugerente de los teclados de Álvaro, el talento inmenso de David Lerman sacando lo dulce de un clarinete y lo suave áspero y cálido de un saxo (sospecho que a todo lo que se cuelgue que pueda hacer sonidos), pero más allá y, sobre todo, la charla y diálogo a momentos entre ellos, aquí contigo, con el otro y el de allá. Finos y afilados. Cada uno con su momento concreto y en conjunto a trozos largos todos juntos arrollando. Otra cosa son los momentos que Lorenzo González canta. Y cuando deseas un poco más de guitarra y Woody Amores le suelta la correa a la jaca…
Escucho y disfruto en mi rincón en las alturas cuando dos chicas bajan por escalera que tengo al lado. Hacen un par de giros de cabeza rápidos inspeccionando el metro cuadrado para sentarse justo delante. Aparto la pierna de la silla para que pasen y una de ellas me mira y hace ademanes de disculpa, para moverse una butaca al lado, sentar-se y hacer lo mismo con la vacía que tiene enfrente, eso es, poner encima muy decidida sus piernas pantalón de cuero negro brillante, girándose a mí con una sonrisa.
– ¡Así, si!
Una de ellas mira de reojo las correas de las cámaras que cuelgan de la bolsa. Le susurra algo a la oreja de la colega.
– ¿Estás trabajando?
– Ahora más bien disfrutando.
Tanto que ni he quitado la pegatina etiqueta de prensa de la chaqueta que el staff del concierto nos había dado.
– He tomado fotos. Tengo que escribir una crónica también. He escrito y publicado historias y cosas, pero… ¿Cómo escribes de música? ¿Que se escribe? – digo. ¿Cómo lo defines? “¿Sonido y limpio y potente?”, “Sonaron los acordes de…” “Fantástica actuación del grupo que dio un repaso a…”
– Horrible. No. Así no.
Las dos mueven la cabeza automáticamente pensando lo mismo.
La música lo bueno es hacerla y vivirla, la vives, ¿no? ¿Si no para qué? Es difícil escribir-lo creo.
– Podrías contar así algo que te pase. Como una historia…
Era la idea.
– ¿Si, pero un poco trillado no?
– Solo hace falta que te pase algo.
Y podría contarlo poniendo títulos de canciones, me digo luego. Las dos se levantan para echar un baile como muchos y muchas en pista y platea, en butacas también. A temas todo el estadio mueve piernas brazos, hace saltar cuerdas vocales e ilumina manos arriba con sus terminales móviles. Pienso en que podría moverme a otro lado a documentarme, o ir a tomar otra, pero el panorama en mí rincón se ha vuelto interesante. Leyendo mi pensamiento me sueltan que no me preocupe, que me guardan el sitio, cogiendo sus bolsas y chaquetas y poniéndolas encima de mis cosas. En realidad, solo llevo la bolsa.
– Ve tranquilo si quieres a hacer lo tuyo que te guardamos los juguetes.
Hostias. Yo no soy el dueño de mis emociones, pero sí de mis cajas negras japonesas con ópticas de casi mil euretes…su rapidez en el gesto me deja en el desconcierto. A cámara lenta respondo que:
– Venga, dale, ahora vuelvo.
El ejercicio de desapego y confianza está muy bien, mierda de filosofía, pero mi yo de antes se revuelve diciéndome que ya no soy fotógrafo por haber hecho lo que hecho. No. Aprovecho para fumarme un cigarro en la terraza y delante de uno de los bares en la parte superior del estadio pienso, venga, dale. Pido tres de las grandes y vuelvo al encuentro cuando pienso que aún no he tomado notas, ni tengo historia y entonces salgo por un momento de mi viendo mi imagen andando con tres cervezas bajando las escaleras, no encontrado las damiselas, que han desaparecido con las cámaras de foto y yo ahí sosteniendo los vasos de plástico con cara de imbécil pasmado. So payaso…
– ¿Apetecen?
– ¡Ostia…si, gracias!
Echamos unos brindis. Por la música y las canciones. El repaso entero al disco después de los 20 minutos de descanso fluye como una buena charla. A veces instrumental, a veces cantada. A veces con secciones enteras de Robe recitando. Y melodías bonitas que toman forma de estribillo y contrapuntos que el estadio disfruta, conoce y canta…
Hoy…
tal vez el viento sopla a mi favor,
y me empuje
me eleve
y me lleve
y me lleve
voy caminando
de cuando en cuando
encuentro una canción…
que me empuja
me eleva
y me lleva
y me lleva
Otras tienen un tono diferente, con riffs de rock y golpes de piano, una voz/quejido de tenor a lo sinfónico en el fondo y el violín rizando rizos haciendo lisando y fregando arco de “Un instante de luz”:
Tú, queriendo descifrar
Mi empeño por poner
El cielo azul aquí entre tanto trasto
Tú, capaz de adivinar
Mensajes escondidos
En mis aullidos
Bajo la luna llena
Y Ahora, Ahora, Ahora
Siento el cuerpo
Y ahora, ahora, ahora
Es el momento…
Cada canción tiene varias. Esto también es un tópico. Van por aquí y por allá. Un viaje, con cambios de paisaje y frenos en seco vacilones, lamento y aullido caliente a modo reggae también presente en un instante de luz:
Y estoy harto de sobrevivir
El tiempo que no te veo…
Y ahora que tu
Te has pasado por aquí
Y estoy en pleno apogeo…
De pe a pa desfilan a remolinos los cuatro movimientos y sin nada que haga parar el viento, la maquinaria de Iniesta y compañía enfila la última parte del concierto post repaso al álbum como un regalo de antiguo desfase y estribillos de siempre, después de las varias capas, acordes y versos profundos y trascendentes del último trabajo. Del presente, mejor. A mí el tema siempre me pareció “Autorretrato”, pero diría que no es vigente. Y se nota diferencia. Del robusto intimista fino con atmosfera y contundente al hierro metal extremo ayer omnipresente. Igual y diferente. Así escribiendo me viene en gana dejar dicho que lo de antes quizá parece ahora más simple. Sin que signifique nada. No he escuchado toda la discografía de Extremoduro. No soy un experto. Me ha acompañado. Mucho a años. A muchos y muchas. Pero hacer lo mismo de siempre tampoco seria la definición de estar en presente. Y ahora es el momento. Cuando si no.
El concierto acaba con el Guerrero coreado levantando su lira cual lanza, a modo trofeo y ofrenda, la misma con la que ha atravesado sus víctimas, todas a placer entregadas a la causa.
Salimos del estadio después de la catarsis y tengo esa imagen en la cabeza, pensando en que voy a escribir y de qué manera y como para que tenga forma de crónica de concierto, que será mi primera, mientras me doy cuenta que han pasado tres horas de música, poesía, autenticidad, rock, amor, nostalgia, emoción, presente, duelo y drama como si nada, una brisa pasajera. Fina, pero que cala. Comparto impresiones con mis acompañantes, bromeando en la despedida sobre donde han dejado aparcado el tándem y deseándonos encontrarnos por el barrio. Cruzo la acerca en dirección el metro girando el dial de la cámara echando ojo a las fotos cuando una de ellas dice mi nombre en la distancia y se acerca a pasos rápidos.
– ¿Oye, que el barrio es así como grande…tomas una?
Setlist Robe – Mayéutica – Palau Sant Jordi – Barcelona
- Hoy al mundo renuncio
- Guerrero
- Si te vas… (Extremoduro)
- De manera urgente
- Golfa (Extremoduro)
- Contra todos
- El Camino de las Utopías (Extremoduro)
- Un suspiro acompasado
- So Payaso (Extremoduro)
- Dulce Introducción al caos (Extremoduro)
Encore
- Interludio
- Primer Movimiento: Después de la Catarsis
- Segundo Movimiento: Mierda de filosofía
- Tercer Movimiento: Un instante de luz
- Cuarto Movimiento: Yo no soy el dueño de mis emociones
- Coda Feliz
Encore2
- Stand by (Extremoduro)
- La vereda de la puerta de atrás (Extremoduro)
- …Y rozar contigo
- Ama, ama, ama y ensancha el alma (Extremoduro)
Fotos Robe: David González
Creo que es la primera vez que una crónica de concierto me transmite las mismas sensaciones que el concierto en sí.
Enhorabuena por este texto, porque me ha devuelto no sólo a la genial noche del sábado, sino a todas las veces que he escuchado Extremoduro en mi vida 🙂