SBTRKT – SBTRKT (Young Turks)
Estamos ante el disco de larga duración con el que se estrena Aaron Jerome bajo el sello Young Turks, la casa de The XX, El Guincho y Wavves. DJ y productor londinense que juega a ocultarse doblemente, debajo del impronunciable personaje de nombre SBTRKT (nos dicen que debemos pronunciarlo como “substracton”) y debajo de una serie de máscaras tribales con las que se atavía para hacer sus apariciones públicas. No podemos decir que el derroche de originalidad sea su mayor baza, pues el nombre recuerda demasiado a MSTRKRFT y el juego de ocultar su rostro ya lo hemos visto antes en los sublimes The Knife y los eternos Daft Punk, sólo por mencionar un par de ejemplos.
Tampoco podemos decir que SBTRKT sea un alumno de primer curso en esto de la electrónica, lleva ya años pilotando una carrera que le ha colado en los primeros puestos de los remezcladores de gente tan dispar como Radiohead, Goldie, Modeselektor o Tinie Tempah.
Este LP que parece una antesala del disco debut de James Blak¸ contiene dos partes bien diferenciadas, pero mal ordenadas. Hay demasiados cortes, once en total, lo que impide que nos concentremos en las mejores propuestas del disco, aquellas canciones que destilan R&B, dubstep y ¿post-dubstep? por los sudados poros de su plasticidad arcillosa. En el otro lado del ring y mal colocadas entre las anteriores, nos encontramos con las músicas que salen peor paradas, las que están ahí para mostrar al mundo el lado más exhibicionista del creador, y que salvo honrosas excepciones como la pieza que cierra el disco “Go Bang”, a la postre resultan aburridas y planas, carentes de alma.
Donde se luce de lo lindo el disco es en la recreación de atmósferas prietas y ceñidas, que con la colaboración de las voces invitadas, recrean lo que sería de James Blake con un punto más de luz y menos dosis de paciencia. “Hold on” es el libro de estilo del álbum, resumen de la pericia del DJ, elegante y sumisa pieza de whisky bien destilado, como lo es “Never Never”. “Trials of the past”, un brebaje contra la desidia y el aburrimiento, para languidecer en tu habitación meciendo los riñones. Música de consumo rápido y digestión lenta. El disco está bañado en goldfilled y coloreado a base de flashes, como demuestra la riquísima y notable “Right things to do”, piedra angular del disco, mientras que el papel de la juguetona “Wildfire” es el de enchufarnos a la bombona de oxigeno. También hay tiempo para coquetear con un lado más visceral, sin llegar al grito, en la muy Roisin Murphy “Pharoahs”.
Es una pena que Aaron Jerome no haya sabido templar los caballos y dar un paso atrás en su afán exhibicionista, para dejarnos ver todo lo que reluce en el disco (que no es poco) que se empeña en empañar con los aburridos trabajos de prácticas de laboratorio como en “Heatwave” o en “Sanctuary”, que puede que funcionen bien como inhibidoras del pulso cardiaco, pero fallan como anfitrionas del tracklist.