Steve Smyth (Avalon Café) Zamora 26/07/19
La visita veraniega de Steve Smyth al zamorano Avalon Café lleva visos de convertirse en una tradición anual, tan asentada y aceptada en la ciudad como los son las fiestas de San Pedro o la misma Semana Santa. El escenario del mítico local zamorano lleva ya unos cuantos años acogiendo al vocalista de manera ininterrumpida, tanto que todo el mundo parece haber perdido la cuenta acerca de en cuántas ocasiones ha disfrutado con la imponente presencia del australiano sobre las tablas.
Un periplo que también ha dejado diferentes variedades, despertando en cualquiera de los casos a la bestia interpretativa que parece habitar en él. Poco importa que Steve Smyth se presente en solitario, rodeado de su banda original The Outlaws –con Wade Keighran al bajo y Brock Fitgerald a la batería– o de nuevo en formato trío pero acompañado de los catalanes Quico Tretze y Oriol Planells. El mérito radica en que, en uno u otro caso, el autor sale siempre victorioso dejando una estampa escénica apabullante. Algo que de nuevo sucedió en esta ocasión, gracias a un formato inédito y consistente en el propio Smyth a la guitarra y voces y con el único apoyo del mencionado percusionista de confianza Brock Fitgerald. El resultado –en auge gracias a formaciones como The Black Keys o The Kills y el legado de The White Stripes– funcionó a la perfección, ofreciendo además matices con respecto a veladas previas. Una puesta en escena vistosa y efectiva, convertida en un pulso de pura fuerza con empate técnico y sin vencidos entre el propio Smyth y un asociado igual de visceral y explícito. Fue la principal novedad del evento junto a la inclusión de dos o tres temas nuevos, uno de ellos con la vitoreada colaboración al bajo de Álvaro de Paz, apreciado propietario del local. Porque, por lo demás, el contenido y las peculiaridades de estos conciertos son a estas alturas tan de sobra conocidas como aún celebradas. Una velada guiada en base a ese rock áspero, musculoso y algo desértico que remite a Tom Waits o Howlin’ Wolf, pero a la vez entreverado con un sentimiento profundo que lo empareja con Ben Harper o el añorado Jeff Buckley. Todo pasado por el filtro personal del músico, cada vez más intenso y definido a golpe de directo, aunque el repertorio debería empezar a ser enriquecido con un nuevo álbum que tome así el relevo del ya lejano Exits (Ivy League, 14).
Si bien el efecto sorpresa hace tiempo que desapareció inevitablemente (hay quien afirma que la primera vez con Steve siempre es la mejor), las emociones del reencuentro permanecen en gran medida inalterables al paso del tiempo. Si acaso, éstas vienen recalcadas por la posibilidad de disfrutar con un concierto tan fiable en pleno tiempo estival, de parón en cuanto a programación de salas se refiere. Y mientras apetezca seguir sumando… bienvenido sea el de Sydney.
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