The Church – Eros Zeta and the Perfumed Guitars (Communicating Vessels)

Uno podría pensar que una banda que ya lleva recorridas cinco décadas en esto de la música ya tiene poco que ofrecer. Que un grupo de esas características (todos tenemos algunos nombres en la mente) funcionan ya en piloto automático y viviendo de éxitos pasados, en algunos casos remotos. The Church son una de las pocas excepciones que me vienen a la cabeza. Los australianos no solo siguen lanzando discos interesantes, sino que su sonido, con las lógicas evoluciones que ha sufrido en todos estos años, sigue igual de vigente que el primer día.

La banda de Steve Kilbey incluso se atrevió, el año pasado, a lanzar un álbum conceptual, The Hypnogogue, sobre una especie de estrella de rock cósmica (¿el nieto de Ziggy Stardust?) venida a menos que intenta recuperar glorias pasadas mediante extraños mecanismos. Una maniobra así es la mejor prueba de que un grupo todavía tiene inquietudes, ideas nuevas, ilusión por mirar hacia adelante. Bien, pues hace un par de meses vio la luz un nuevo disco, Eros Zeta and the Perfumed Guitars, que sirve de continuación a su predecesor. De hecho Eros Zeta es el nombre de la antes mencionada estrella musical. Un álbum que quizás no podemos calificar completamente como nuevo, puesto que se vendía como merchandising en los conciertos del disco anterior, y además algunas de sus canciones ya habían visto la luz en ediciones ampliadas del mismo. En todo caso, se trata de una segunda parte de la historia, y como tal tiene entidad propia.

No cabían esperar grandes novedades en cuanto a sonido y estilo, y por supuesto no las hay. Más allá de que el suave toque del arranque con “Realm of Minor Angels” recuerde algo a una de mis bandas favoritas del nuevo siglo, The Clientele, lo que encontramos aquí es la reconocible firma de The Church: sus lánguidas y espectrales atmósferas, su sonido afilado, su narrativa arrastrada y un brillo maduro que a sus seguidores nos hace sentir en casa. Al igual que su posible antepasado, Ziggy, ese rockero distópico llamado Eros vive en el futuro pero no le hace ascos a explorar el pasado: canciones como “Song 18” o “Pleasure”, e incluso algunas otras, tienen esa habilidad, nada extraña por otra parte en el grupo australiano, de conectar la actualidad con épocas pasadas, bien sea el rock de los 50, la psicodelia de los 60, el power pop de los 70 o el pop más oscuro de los 80. Al fin y al cabo, en la historia de Eros tiene su protagonismo esa máquina que convierte los sueños en música. The Church, por su parte, revierten la situación y convierten su música en nuestros sueños.

Las letras, por supuesto, también tienen su importancia. Véase, por ejemplo, la de “2054” y su terrible mensaje que, visto el rumbo que llevamos, resulta todavía más aterrador. “Manifesto” o “The immediate future” son otras de la canciones visionarias, crípticas tanto en texto como en sonido, arrolladoramente modernas y a la vez desligadas de cualquier ancla temporal. No menos distópica es “Korea” y su (no sabemos si en clave de humor o no) referencia a Corea del Norte, una referencia que aparece en más ocasiones a lo largo del disco.

Dicho todo lo anterior, este nuevo trabajo de The Church no está para nada exento de ganchos melódicos y momentos de pop de calidad, pero, como siempre ocurre con Kilbey y los suyos, el disco no va de eso. Al menos no solo de eso. Música, sonido y letras forman un todo al que es interesante atender para disfrutar al máximo del disco, desde luego, pero el simple hecho de escuchar esa voz inagotable de Kilbey, y esos ambientes envolventes con los que sus canciones nos absorben, puede ser suficiente para pasar un buen rato escuchando esta segunda parte de la historia de Eros Zeta. Por supuesto, ni mencionar que estas canciones sean descartes del disco anterior. Y, como dije antes, lo importante es que de nuevo nos hacen sentir en casa.

Escucha The Church – Eros Zeta and the Perfumed Guitars

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