The Hundred in the Hands – Red Nights (Warp)
Ésta es la historia del encuentro entre el guitarrista y cantante Jason Friedman con la estudiante de opera Eleanore Everdell. The Hundred in the Hands (THITH) es una banda de pop electrónico norteamericana y este año han publicado su segunda obra Red Nights con el sello Warp. Young Marble Giants, New Order, Wire, De La Soul, The Cure o LCD Soundsystem se encuentran entre sus influencias. Siguiendo la línea trazada por su anterior disco publicado en 2010, «The Hundred in the Hands», el dúo presenta Red Nights con mucha energía temas plagados de guitarras distorsionadas y otras más atmosféricas aprovechando la bella voz de Eleanore Everdell. A camino entre el dreampop, el indie electrónico o el post-punk, The Hundred in the Hands intenta decir mucho creando alargadas atmósferas sin conseguir el objetivo de presentar algo que realmente cale en el oyente más allá de sus primeras escuchas y sus primeras piezas.
«Empty Station» se impone con rapidez y brutalidad en un tema casi redondo, seguramente el mejor del disco. Una canción que va in crescendo con guitarras que suenan más y más altas hasta estallar en una fiesta de sonidos. Todo parece muy borroso ante tantos elementos musicales. Everdell marca el sonido y consigue entregarnos a la belleza de su voz. Le sigue «Recognise» con unos interesantes punteos de guitarra y un acompañamiento acústico. De nuevo y a pesar de las guitarras, Everdell consigue salvar la canción. Con la tercera «Come with me» llega nuevamente una guitarra rockera que invita al éxtasis más acelerado. No obstante a partir del tercer tema, y exceptuando piezas como «Faded», el disco entra en un bucle del que parece no poder huir. «Red Night», «Keep it low», «SF Summer»… todo parece ya escuchado en el inicio del álbum y las canciones difícilmente pueden enganchar y ya no digamos atrapar. Los temas repetitivos se van sucediendo esperando el momento en que llegue la transformación final que termina sin llegar.
A pesar de la potencia derrochada y unos temas correctos, algunas de sus canciones no terminan de cuajar, es como si les faltara una esencia cautivadora. Los temas te llevan a lo más alto para después descender a lo más bajo y ambiental sin tiempo para hacer la digestión ante tal bomba de sonido. Sin un discurso previo ni entre canción y canción ni entras las obras en si.
Eso sí, The Hundred in the Hands, con una espléndida Eleanore Everdell, luce mucho más en sus directos.