The Lemon Twigs – Songs For The General Public (4AD)
Que la banda formada por los hermanos d’Addario lleva varios años siendo esa feliz anomalía que ha alegrado sobremanera los días de todos aquellos aficionados al pop clásico de guitarras que veían alejarse sin remisión las pretéritas glorias de sus ídolos es algo que ya sabrán muchos, pero que no está de más decir para iniciar esta reseña. Su mezcla de muchas de las cosas que alumbraron los rockeros años setenta con algo de melodía, llámese Todd Rundgren, Rapsberries o Dwight Twilley Band, con una más que particular visión de lo que debe ser una canción pop, hizo llegar aires frescos a un género que se creía muerto y enterrado merced a una constante y estéril revisión, que ya no daba más de sí a nivel artístico.
Desde Do Hollywood (2016) el número de sus seguidores ha ido creciendo y eso a pesar de que Go To School, su segundo largo, despistó a más de uno con su estructura de opereta de temática coming of age con una consciente torcedura de la estructura lógica y tradicional de las canciones. Es por eso, supongo, que desde el propio título de su tercer disco-”canciones para el público en general”- los de Long Island pretenden dejar claro que esto es otra cosa, algo para el consumo masivo, en un mundo ideal, claro.
Grabado a caballo entre su estudio casero -imaginamos que bajo los sabios consejos de su padre, Ronnie d’Addario, uno de los secretos mejor guardados del pop- y otras localizaciones más lujosas en Los Angeles y New York, el nuevo esfuerzo de The Lemon Twigs es sólo en apariencia una “concesión”. Su personalidad no ha perdido ni un ápice de la especia que les hace ser tan peculiares y por tanto, tan necesarios.
Desde el inicio del álbum, con esa especie de recreación del sonido del Alice Cooper de School’s Out que es “Hell on wheels”, queda patente una búsqueda del candor del himno glam que perdurará a lo largo del disco, aunque ellos, como buenos eruditos, sabrán mezclar esa tendencia sabiamente con otros efluvios, como el pop purista de “Live in favor of tomorrow”, la perfecta emulación de la genialidad de 10CC que es “Somebody loving you”, el sonido spectoriano de la fabulosa “Moon” o la obligatoria oda a Brian Wilson que supone “Hog”. Todo, al final, constituye un conjunto de canciones que, si bien debemos ser temerosos al calificarlo como su cumbre, sí que surte con creces el efecto profundamente hedonista que persigue de cara al oyente. Es un disco que genera feliz adicción una vez se traspasa la barrera del exceso que generan la profusión de arreglos, giros argumentales, coros celestiales y demás parafernalias recargadas que a ellos les gusta tanto administrar y a nosotros nos cuesta digerir, hasta que nos topamos con gemas tan perfectas como ese “The One” que sigue siendo lo más sobresaliente del álbum, tal como quedó patente cuando lo presentaron como uno de sus adelantos. Cuando uno se topa con algo así, no puede sino amarles. Melodía, urgencia, juventud, FELICIDAD. ¿Qué más se puede pedir en estos tiempos?
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