The Magnetic Fields – 50 song memoir (Nonesuch Records)
Stephin Merritt, el genio que se esconde tras The Magnetic Fields, debe ser un hombre generoso. Sólo así se entiende que con motivo de su cincuenta cumpleaños decidiera aceptar la sugerencia de su sello de contar su vida a razón de canción por año, idea que ahora cristaliza en el maravilloso 50 song memoir. Una idea tan ambiciosa corre el peligro de terminar en siniestro, sea éste total o parcial. No es el caso de este 50 song memoir, una suerte de memorias, veraces pero anecdóticas y no exentas de autoparodia, carentes en lo musical de material de relleno. Todo vale y todo brilla. Difícil de creer si no fuera por el precedente del triple 69 love songs (1999), todavía obra cumbre de Merritt, que refuerza con los años su estatus de disco de culto. 50 song memoir, algo más breve que aquél, se presenta sin embargo en cinco cds, lo que además de facilitar la escucha optimiza la narración y delimita el estilo que, voluntariamente o no, impregna cada disco. Respecto a 69 love songs las canciones ganan en ornamentación pero quizá a costa de perder frescura, disipado también en cierto modo el efecto sorpresa.
El primer cd arranca con “‘66 Wonder where I´m from”, donde se pregunta por sus difusas raíces a ritmo de ukelele perezoso. A destacar también una “’69 Judy Garland” casi pomposa donde mezcla a la niña prodigio con la liberación moral de la época (“Judy Garland set us free”), la minimalista y divertida”’70 They´re killing children over there”, los bríos orientales de una “’73 It could have been paradise” casi bailable y la tremendamente confesional“’74 No”, donde escuchamos como el pequeño Stephin comienza a formularse grandes preguntas y forjar su contrastado pesimismo.
Vaporosa y discotequera, “’76 Hustle 76” inaugura a lo grande el segundo disco, quizá el mejor de los cinco. Con un registro más homogéneo y pop, sus diez canciones tienen mucha enjundia. Por encima del resto, la siniestra y deliciosa “‘77 Life ain´t all bad”, la pegadiza y trabajada “’79 Rock´n´roll will ruin your life” -mi favorita del álbum-, donde muestra su mejor nivel de melodía y voz, el homenaje a Kraftwerk que parece la metacanción “’81 How to play the synthesizer” y una “‘84 Danceteria” que no desentonaría por sonido ni calidad en cualquier álbum de James Murphy.
Los discos tercero y cuarto mantienen el nivel y la variedad de géneros por todo lo alto. Apunten la fantasiosa y coral “‘87 At the Pyramid”, una “’89 The 1989 musical marching zoo” entre circense y carnavalesca, la melodía infecciosa de “’92 Weird diseases”, la etérea y desesperanzada “‘98 Lovers lies” y otra de las cumbres del álbum, “’92 Be true to your bar”, espectacular y sentida, podría anunciar Coca-cola en un futuro distópico. Hasta el desvarío de “‘90 Dreaming in Tetris” funciona como un reloj.
“’06 Quotes” abre a golpe de ironía y lo-fi el último cd, donde encontramos a un Stephin Merritt con la serenidad y pausa que no siempre ha tenido el tradicionalmente arisco y esquivo artista neoyorquino. La calmada y preciosista “‘07 In the snow white cottages” o la deliciosamente banal “’08 Surffin’” así lo atestiguan. Una muy beatle “’10 20.000 leagues under the sea” y la cómica “’12 You can never go back to New York” destacan antes de que “’15 Somebody´s fetish” eche el telón con una de las letras más largas y optimistas del álbum, con dedicatoria para el oyente incluida en su final: “Here at the end, I have written a song… for you”. Además de las letras, el libreto incluye una larga e interesante entrevista con Merrit, complemento perfecto para la escucha de este apabullante, apasionante, divertido e inspirador 50 song memoir.