The Smashing Pumpkins – Aghori Mhori Mei (Martha’s Music / Thirty Tigers)
La resurrección de The Smashing Pumpkins en 2018 tras una extraña década y pico, que parece hemos borrado de nuestra mente, se antojaba como una vuelta al redil que nunca terminaba de llegar. Con el regreso de James Iha y Jimmy Chamberlain daba comienzo una nueva etapa que nos haría olvidar una travesía en el desierto que empezó en Zwan y dejó por el camino Zeitgeist (2007), Oceania (2012) o Monuments to an elegy (2014). Pero todo seguía derrapando y el nuevo material hacía incluso buenas estas entregas tan discretas.
No hace falta que hablemos de la megalomanía de Billy Corgan y de esa manera de vender humo que dio como resultado el fallido Shiny And Oh So Bright, Vol. 1 / LP: No Past. No Future. No Sun, un disco grabado con Rick Rubin que nunca tuvo su Vol. 2, ni se le espera. Lo de CYR dos años después pasó desapercibido porque nos encontrábamos en mitad de una pandemia mundial y quedó ahí como una bromilla a la que nadie regresará nunca. Más sangrante aún fue lo de ATUM ópera rock en tres actos con la que William Patrick Corgan y sus secuaces decían completar (no se rían) una trilogía formada junto a sus recordados Mellon Collie and the Infinite Sadness de 1995 y Machina/The Machines of God de 2000. Nada menos que 33 canciones que como dije en su día, si se hubieran quedado en 8 ó 9, el resultado no habría sido del todo malo.
Es por ello que cuando se anunció este Aghori Mhori Mei, tuvimos que poner las palabras de Corgan en cuarentena. Demasiadas decepciones, demasiados tropiezos como para confiar en una vuelta a ese sonido de 1990-1996 anunciado. Pero sí, hay buenas noticias en este disco de diez canciones, con una duración de menos de 45 minutos, donde se parece buscar una reconexión con la esencia del sonido que nos cautivó en sus comienzos. Sin singles promocionales ni campañas de marketing grandilocuentes, el disco va al grano con lo que promete. Desde el arranque con la primorosa «Edin», la banda demuestra una energía renovada. Un nuevo equilibrio entre el retorno a sus raíces y el rock contemporáneo, donde hay fogonazos de sus primeras entregas, pero donde también se filtra en sonido de artistas como Tool, Mastodon o Muse.
A pesar de no ser el regreso triunfal que algunos esperaban, hay riffs marca de la casa, stoner rock, rock progresivo y un enfoque crudo que es de agradecer. Canciones como “Pentagrams” convencen, «Sighommi» y «War Dreams Of Itself» destacan por su agresividad, mientras que temas como «Who Goes There» muestran un lado más melódico y accesible. Hay momentos tanto de introspección como de explosividad, como se evidencia en canciones como «Pentecost», donde la banda se permite explorar sonidos más atmosféricos o en «Goeth The Fall», donde se combina lo melódico con lo pesado de manera efectiva.
Esta dualidad es parte del encanto de Aghori Mhori Mei, que junto con su recuperada forma en directo, nos hace -ahora sí- darles un voto de confianza.