The Who – Who (Polydor / Universal Records)
Si después de escuchar el espléndido y meritorio nuevo disco de The Who, te quedas por un segundo sin vocablos para definirlo, siempre se puede recurrir, de entrada y automáticamente, al sencillo y antiguo pero sabio refrán: “El que tuvo, retuvo”.
Manifestó Roger Daltrey que esta reciente obra es la mejor de “Los…¿Quiénes?” desde el celebrado Quadrophenia, de 1973 y en mi opinión, los seguidores de la banda deben dar todo el crédito al todavía muy feroz vocalista: la más que legendaria británica continúa en plena forma y ésta ha pospuesto, para otra ocasión y de modo contundente, aquella frase de “viejos dinosaurios en decadencia”. Me hallo, prácticamente, de acuerdo con Daltrey y es que, con este renovado repertorio, The Who se han quedado a escasos milímetros de sus periodos áureos de los 60 y los 70. Esto mismo es algo complicadísimo de conseguir, hoy día, para la mayoría de los grandes artistas que fundaron combos hace 50 – 55 años, que disfrutaron de diversas glorias creativas por entonces y que también casi todos ellos, desde los años 80, los 90 y posteriores franjas neomilenarias, contadas veces han quedado siquiera cerca de auto-igualarse (ya no digo de superarse a sí mismos) en grabaciones de estudio.
El espíritu de los memorables John Entwistle y Keith Moon, sigue ahí, intacto, como si nunca se hubieran marchado ambos (al menos los sustitutos contratados, el bajista Pino Palladino y el batería Zak Starkey han dado todo para tratar de acercarse a esa altura) y es que el compositor “todoterreno” Pete Townsend y el propio Roger Daltrey han honrado la memoria de sus compañeros perdidos con un verdadero discazo. Aprovechémoslo, porque quizás este pudiera ser su último lanzamiento, ya que sus dos principales responsables no se llevan nada bien (el cantante y el guitarrista han grabado sus instrumentos en este LP – titulado simplemente Who – por separado); además de que ambos se sitúan ya cerca de los 75 años de edad y quizás, andarán con deseos de jubilarse de la dura profesión de rockero, después del intensísimo esfuerzo vertido en este mismo álbum.
Demasiado tiempo portaba la histórica formación londinense sin hacer flotar material novedoso y es que nada menos que casi tres lustros habían discurrido desde Endless Wire (2006), el cual había sido también una musical isla solitaria desde It’s hard, de 1982.
Así pues, el repertorio reciente de 11 canciones (14 temas en su edición “deluxe”) se inicia como no podía ser de otra forma tratándose de The Who: con la entrega y la bravura de “All this music must fade”, la cual dispara un corrosivo cañonazo contra la excesiva facilidad con que algunos pueden acusar a un músico de plagiar una canción en la actualidad (según Pete Townsend). Aún más arrojo y nervio transmite el single “Ball and chain” (con una cierta temática de protesta sobre la prisión de Guantánamo) , la cual rivaliza con rugientes primas suyas como, por ejemplo, “Naked Eye”, de 1974; aunque grabada ésta durante las sesiones del supremo álbum Who’s Next (1971).
Prosigue el particular apasionamiento vocal y sonoro de la dupla británica a través de “I don’t wanna get wise”, dónde ésta además contiene unos coros robóticos que dan un lustre adicional a la tonada. La misma, mediante una vía lírica, quizás clama por saber como hacerse mayor después de dejar atrás las descontroladas andanzas juveniles, por parte de los propios rockeros que hoy nos ocupan. Según declaraciones de Pete Townsend, éste se pregunta que hubieran pensado los propios Keith Moon y John Entwistle de este tercer single y asegura que el bajista y el batería malogrados hubieran sido eruditos si hubieran llegado a la vejez.
Antes de continuar, comentar que para contribuir a que las cosas salieran lo más redondas posible, ha habido un productor y mezclador de alta cotización detrás de todo el tinglado. Nos referimos, ni más ni menos, que al “newyorker” David Sardy, el cual ya había trabajado con ilustres grupos que asieron diversos testigos generacionales acerca del mejor rock como Jet, Wolfmother, Red Hot Chili Peppers, Marilyn Manson, Primal Scream, Stone Temple Pilots u Oasis (entre otros); además de haber estado el propio Sardy implicado también en trabajos de gigantes más veteranos como ZZ Top o Rolling Stones.
Se mantiene el elevado ritmo del LP con la trotona y, al unísono, jugosamente teatral “Detour” (una probable alusión-tributo al nombre anterior de la banda, de 1962 a 1964, antes de ser The Who), donde Townsend y Daltrey parecen retroceder con la máquina del tiempo y podría jurarse que rememoran peculiaridades de su LP Sell Out, de 1967.
De paso comentar que la artística portada “multimagen”, plena de guiños a lejanos pretéritos (Union Jack, moto mod, círculo de la Fuerza Aérea, Chuck Berry, una máquina de pinball, etc ,etc), fue obra de Peter Blake; habiendo elaborado éste otras complejas cubiertas de discos de The Beatles, Paul Weller y los propios The Who.
Pasamos a “Beads on one string”, la cual posee su estética y es emotiva, pero por contra, peca levemente de sobreproducción, es decir, le sobra una pizca de inflamiento y edulcoramiento comercial; siendo el único fallo en esta labor del propio D.Sardy (además de él tocar aquí el mellotrón y los sintetizadores), en todo el minutaje, bajo mi punto de vista. Bastante más naturales y más acertadas en su intento de ser himnos populares suenan “Hero ground Zero” (un relato sobre la desaforada creatividad de un soñador músico, basado quizás en las vivencias del propio Townsend) y “Street Song” (ésta última relacionada en el trágico incendio, en Londres, del icónico edificio Grenfell Tower); aunque Roger Daltrey no estuvo cómodo del todo con esta letra de Pete Townsend debido a las implicaciones políticas de los versos, según el propio cantante (éste último, por cierto, se asesoró, para Who, de la producción vocal de David Eringa). También, logra escapar hábilmente de la superficialidad la algo rara y, a la vez, muy hermosa “I’ll be back” (ésta delibera sobre la reencarnación en otra vida, según enseñanzas hindúes que aprendió el mismo Townsend, el cual también canta aquí), cuya armónica nos apuntala un sentimiento ciertamente tierno y pacífico.
En este punto aflora unos de los escasos puntos flacos del LP. No estoy seguro de que haya maniobrado bien Pete Townsend al interrumpir su propia dinámica compositiva y permitir que su hermano Simon interviniera en la escritura de “Break the news”, ya que ésta misma resulta endeble, volátil, fuera de sitio y parece candidata a Eurovisión; aunque se puede ser indulgente con un grupo de la descomunal talla de The Who debido a que el 90% de este sobresaliente disco sí que cumple con la magnificencia expresada en los párrafos del principio.
Por suerte, “Rockin’ in rage” (tal vez, reivindica en su texto que los propios The Who aún tiene muchas injusticias contra las que rebelarse a pesar de haber alcanzado la tercera edad), recupera casi toda la agresividad, el dramatismo y la furia de huracanes pasados como, por ejemplo, “The real me” (efectivamente, perteneciente ésta al mentado Quadrophenia, de 1973) y otras setenteras cumbres “hard” de nuestros protagonistas. La obra, propiamente dicha, finaliza fiel a la diversidad y a través de los sutiles parámetros de “She rocked my world”, la cual se desarrolla con una intención muy actoral y por medio de estilos cercanos al flamenco, al jazz latino y a la bossa nova (con la valiosa ayuda de la guitarra acústica de Gordon Giltrap), los cuales dan realce a una posible historia sobre un amor a tempranas edades.
Respecto a los “bonus tracks” anexos para la edición “deluxe”, el prodigioso y también inquietante medio tiempo “This gun will misfire” podría abordar, con toda probabilidad, el viejo conflicto bélico de Afganistán (1978-1992), en particular y lo nocivo de las armas, en general; siendo ésto segundo siempre según testimonios de Pete Townsend. Con total nitidez y a primera vista, se deduce que “Got nothing to prove” (“No tengo nada que probar” es toda una declaración de principios de los míticos Roger y Pete) parece absolutamente sacada de los años iniciales de la banda, entre 1963 y 1967, en concreto; además de que podría encajar en alguna película de muy vetusto sabor. ¡Efectivamente!, el mismo Townsend admitió que dicho corte es una maqueta inédita, la cual compuso ya en aquella mágica década mentada, aunque dicha melodía resultó descartada en 1966, quizás del propio LP Sell Out. De todos modos, D. Sardy se encargó de retocarla ahora con algunos cuidados detalles orquestados, algo más contemporáneos éstos. Se zanja el cancionero, esta vez sí, con las brisas folk de nostalgia irlandesa (aunque curiosamente, también irrumpe un maquinal efectismo), “Danny and my ponies”, cuyas estrofas, en realidad, se refieren a la desapacible existencia de los vagabundos ingleses. Aclarar que lo de los “ponys” es un argot de los suburbios «cockney» de Londres para referirse a “25 libras esterlinas”.
En definitiva que The Who, por fortuna, han pulverizado todos los pronósticos que les creían agotados a la hora de crear nuevas, variadas y radiantes canciones. Su llama rock-and-rollera aún aguanta con muy digna firmeza y se adapta a la actualidad sónica, aunque sin extraviar el singular estilo “retro” de esta banda imperecedera.
Escucha The Who – Who
Voy a tener que escucharlo!
The Who es una de mis bandas favoritas de todos los tiempos. Para mi su carrera hasta The Who By Numbers (1975) es intachable. Lo demás… bueno era muy difícil mantener ese nivel.
Pero con esta entusiasta y detalladísima crónica , sin duda voy a encontrar el momento de darle un repaso a este nuevo disco. Long Live Rock!
Saludos
P.S Casualidades de la vida, estoy preparando un artículo sobre The Who, pero esa es otra historia…
Muy bueno el artículo. Felicidades Txus.