Tindersticks – No Treasure But Hope (City Slang)
La atemporalidad artística es una de esas cualidades humanas que todo el mundo quisiera atribuirse, pero que realmente está al alcance de muy pocos. Trascender géneros o épocas es algo que sólo puede hacerse si se tiene una identidad propia, una dirección a seguir al margen de los condicionantes del contexto, que sitúe a esos artistas en un plano de distinción.
No son demasiados nombres, por tanto, los que acuden a la cabeza a la hora de enumerar a los poseedores de esa rara cualidad en términos musicales: quizá un Scott Walker, un Leonard Cohen, un Nick Cave, Robert Wyatt… y también , por supuesto, quien nos ocupa podría ser un claro ejemplo. La banda que Stuart A. Staples, Dickon James Hinchliffe y David Leonard Boulter pusieron en funcionamiento a principios de los años noventa del siglo pasado en Nottingham (UK) realmente tiene poco parangón en un universo pop que ha ido cambiando a su alrededor sin que a ellos les afectara lo más mínimo.
Tanto visual como musicalmente, la banda peina sus canas, pero sigue fiel a sus planteamientos y sobre todo, a un compromiso férreo con su arte, que es el que ha ido forjando una carrera, que pese a sus naturales altibajos, idas y venidas o separaciones, es hoy un sinónimo de excelencia, tanto en directo como en el estudio.
El duodécimo disco de canciones originales de Tindersticks no difiere, en grado sumo, de otros ofrecimientos de la banda. Ni siquiera de esa tríada maestra que componen Tindersticks, Tindersticks II y Curtains, discos en los que edificaron su leyenda, pero que sin embargo no han supuesto un techo inalcanzable para lo que llegó después, dado que los de Nottingham son, en efecto, una banda que juega a la autorreferencia, pero jamás cae en el mero y acomodaticio ejercicio de estilo.
Como decía, el compromiso con su arte es algo tan sólido que jamás podrían hacer las cosas por mero trámite administrativo. Staples hace ya años que no vive en el Reino Unido (actualmente reside en Itaca, Grecia) y, sin embargo, siempre se las ha compuesto para, entre discos en solitario de carácter experimental y bandas sonoras, mantener la banda como una actividad principal a la que la distancia geográfica no puede poner trabas.
No Treasure But Hope es, pues, otro disco cocinado de forma comunal, con base en las canciones que Staples previamente había esbozado en su casa de Itaca, pero grabadas de una forma más rápida de lo habitual en ellos, durante seis días de estudio en París y otro en Londres para añadir arreglos de cuerda. Gracias, probablemente, a esto, la música en este trabajo suena fresca y respira de forma natural, con la elegancia habitual, pero sin ampulosidad.
Según han declarado, la temática gira entorno a la belleza y la muerte. Eso queda patente en “For the beauty”, pieza crepuscular marca de la casa que abre el álbum y que podría conectarse directamente con el feeling de sus tres primeros trabajos, una vuelta a las raíces, pero entonces llega el groove de “The Amputees”, lo más cercano a un single que son capaces de entregar actualmente -por eso sirvió de anticipo a la edición del disco- y demuestran que viven totalmente en el ahora.
“Pinky in the daylight”, otro tema que sirvió de adelanto, es, en palabras del cantante, lo más cercano a una canción de amor ortodoxa que jamás hayan hecho, quizá por eso resulta tan emocionante, al igual que otros momentos de extrema belleza otoñal como “Carousel” o “Take care in your dreams”, que contrastan con un tour de force tan complejo como “See my gilrs”, canción obsesiva y algo bizarra hasta para ellos, pero que funciona a las mil maravillas y ayuda a mostrarles como la banda en constante búsqueda que son.
El enésimo intento de Tindersticks de escribir la canción más hermosa y desoladora del mundo se cumple con “The old man’s gait”, que junto a la sensualidad soul de “Tough love” y la desnudez de la titular completa un trabajo que reivindica a sus autores como necesarios repartidores de belleza atemporal en un mundo que se transforma a su alrededor, pero ante el cual ellos no envejecen, pues ya no necesitan -ni probablemente no lo hayan hecho nunca- ser jóvenes ni estar a la última para cumplir con su misión, que no es otra que entregar discos rabiosamente bellos, como éste y todos los anteriores.
Escucha Tindersticks – No Treasure But Hope
Muy de acuerdo. Una rara avis. No tienen disco malo. Muchos no entendieron su reinvención con el cambio de banda, siguen siendo los mismos. Deseando verles en directo