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Travis (La Riviera) Madrid 29/08/24

La fecha parecía poco propicia, fijada en un mes como agosto en el que Madrid tiende a vaciarse y, además, coincidiendo con la primera jornada del festival Kalorama. Y, sin embargo, Travis lo volvieron a lograr. La Riviera madrileña colgaba el cartel de no hay billetes y se llenaba hasta la bandera para recibir en plena ebullición a una banda ya clásica sobre su escenario. El público de la ciudad siempre ha respondido a la llamada de los escoceses, incluyendo noches épicas para el recuerdo como cuando presentaron a orillas del Manzanares (y en el apogeo de su popularidad) The Invisible Band (01). Los años han pasado y Travis nunca se han separado ni dado qué hablar por polémica alguna. El combo luce igual de unido que antaño, apuntalados sobre una cordialidad y camaradería que extienden a su público.

Esa complicidad desorbitada es el secreto de su consabido triunfo cada vez que visitan España. Eso y, por supuesto, una colección de preciosos himnos bañados en melancolía y elegancia como no tantas bandas británicas de los noventa (más allá de Teenage Fanclub) pueden atesorar. Ya se sabe, el superpoder específico de los escoces cuando de dar con melodías cegadoras y desarmantes se trata. En este caso, la excusa recaía sobre la presentación oficial de “L.A. Times” (24), el reciente nuevo álbum –décimo de estudio de Fran Healy y compañía–, un trabajo cuya solvencia quedó refrendada en directo. Travis lo hacen todo tan bonito que la lagrimilla aparece a las primeras de cambio, tras iniciarse el concierto con la novedosa “Bus” y soltar a continuación “Driftwood” y “Love Will Come Through”. Toca hacerse el duro y aguantar algo el tipo, pero la fachada no tarda en desmoronarse con gemas pop del tipo de “Writing To Reach You”, “Side”, “Closer”, “Sing” o “My Eyes”.

Por su parte, piezas recientes, aun sin despertar la euforia de sus predecesoras en el catálogo, empastan francamente bien en el conjunto. Es el caso de “Raze The Bar” (la favorita del grupo, según confesaron), “Alive”, “Home”, “The River” (“la canción más escocesa de todo el repertorio”, Healy dixit) o “Naked In New York City”. Poco importa que el sonido no fuese el mejor posible o que, aun siendo un buen concierto, no fuera la mejor actuación que recordamos de los de Glasgow, siendo que la emoción seguía fluyendo de manera ininterrumpida. También en un tramo final con “Turn” y, ya en los bises, “Flowers In The Window” (en acústico y con toda la banda agrupada al frente de las tablas, como suele ser habitual), la maravillosa versión del “…Baby One More Time” de Britney Spears y un fin de fiesta descomunal con “Why Does It Always Rain on Me?”, arrastrando tras de sí a toda una sala que saltaba al unísono y dejaba otro de esos momentos que quedan en la retina.

Hora y media ventilada en lo que pareció un suspiro (un repertorio tan extenso como el suyo bien toleraría, incluso agradecería, quince o veinte minutos más), ante una sala entregada por enésima vez a los cantos de sirena del cuarteto, a su vez empleado a fondo para implicar a una audiencia ganada de antemano mucho tiempo atrás. Una veintena de canciones con las que, en definitiva, salir más en paz con el mundo. Travis son como ese viejo amigo capaz de animarte en cualquier tipo de situación, por complicada que parezca; un halo de luz entre las tinieblas que intoxican un entorno a menudo putrefacto; un compendio de buenas vibraciones materializadas en composiciones hermosas y positivas. Solo alguien con ladrillos en lugar de oídos puede evitar emocionarse, ya sea en mayor o menor medida, con la presencia escénica de un grupo cuyo efecto sanador ojalá no nos falte nunca.

Fotos Doctor Music 

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