Turistas Espaciales – Telepatía Astral Para Gente Normal (Closer Records)
Entre la duda y la confirmación, intento ver algún detalle que antes no he apreciado, que he dejado de lado y que en posteriores escuchas podré contemplar, pero por más que lo intento no hallo ese detalle, nada que me haga entender este disco. No, no se puede mentir, aquí no hay otra cosa que más de lo mismo. ¿El sonido? Anodino.
Aparentemente lo que nos íbamos a encontrar según los grandes textos que las discográficas suministran como cortinas de humo camufladas, era un sonido entre Radio Futura, Stone Roses y nada menos que David Bowie. La cosa pintaba bien, parecía un disco pretencioso, si tenía sólo un ápice del talento de los Auserón, la potencia de los británicos y la clase de Bowie, como mínimo sería disco del año, pero es que las cosas no son tan fáciles como simples referencias en un papel. Aquí los nombres más semejantes son Pereza, Pignoise o cualquier grupo que tire de lo estereotipado mil veces sin aportar ni un solo ápice. Las melodías son todas iguales, con guitarras distorsionadas que no varían en absoluto de una canción a otra, la batería dando la lata y la voz de Diego Lunático poniendo la guinda al agrio pastel. Lunático es el líder del proyecto, anteriormente en solitario como Diego Rivera, quien se pone el traje de gala igual que si se pusiera un uniforme, la nueva formación sustituye al grupo Maya quienes ya le habían acompañado cuando giró bajo el pseudónimo de Lunático.
Las diez canciones cogen el rock y se tiran a la piscina. Abusando de estribillo en todas ellas, la repetición de escuchas puede convertirse en algo soporífero. Aunque lo mejor está por llegar cuando Lunático demuestra su gran voz en unos agudos mantenidos en “Mi meteorito favorito” y en “Mi mente no soporta mis pasiones”. ¿Algo que rescatar? Pues no, si bien algún comienzo que se tiende a pensar que no caerá en un simplón estribillo, pero es en vano porque dicho y hecho, cae. Así “La serpiente de mi boca” por lo menos tiene algún amago de chulería, “Demasiado cerca no interesas” en la estrofa promete más de lo que finalmente es, y “Fin de la transmisión” es el punto álgido, cuando suena “hemos llegado al final de la transmisión” las ganas de vivir retoman en el oyente, y corre a la estantería para ver si Bowie se ha cambiado de chaqueta, por si Stone Roses no son esos melenudos que tanto admiraba y La ley del desierto, la ley del mar (1984) es aun hoy mejor de lo que intentan vender algunos grupos españoles.