Yeah Yeah Yeahs – Mosquito (Dress Up / Interscope)
A Yeah Yeah Yeahs les ha durado la chispa lo mismo que a un matrimonio de estrellas de Hollywood. El sopor desde Fever to Tell ha ido creciendo con la implacabilidad de la Troika; Mosquito es la culminación de un proceso al que ya sólo parece faltarle un último paso en forma de disco de versiones o remezclas. Portada aparte, todo en la última referencia de la banda de Karen O hace pensar que, más allá de la imponente personalidad de su cantante (cada vez más erosionada), poco hay que rascar en, por ejemplo, digamos, las canciones.
Desde 2003, los neoyorkinos han ido subiendo el minutaje de sus canciones y sus discos al paso que se desinflaban y, en Mosquito, por fin han alcanzado una de sus cimas: conseguir que una composición de cinco minutos sea intolerablemente larga; «Subway», «These paths» y «Buried alive» son como esos discursos que uno rellena con pajas argumentales sin fundamento a fin de que los demás no se den cuenta de la estupidez que está diciendo. Basta escuchar la intervención de Dr. Octagon en «Buried alive» para darse cuenta de que alguien ha bajado demasiado el listón.
Mosquito no es tan horrible. Está el single, «Sacrilege», una especie de revelación excelentemente producida por Nick Launay y David Andrew Sitek que mezcla a los Cardigans de Nina Persson con el «Gimme shelter» de los Stones y Merry Clayton (lo mejor, los coros gospel del Broadway Inspirational Voices en el último minuto). También se salva al principio «Mosquito», más por la entidad de Karen O que por otra cosa; algo que no consigue rescatar «Under the earth», con unos sintes en el estribillo que harían que Depeche Mode viajaran en el tiempo para no hacer el Black Celebration. Hay un agujero negro inevitable entre el comienzo del disco y el final, donde la acuática «Always» y la progresiva «Despair» sí consiguen lo que se proponen.
Poca cosa para un cuarto disco.