Young Fathers – White men are black men too (Big Dada / [PIAS])
Después de ganar el Mercury Prize de 2014, por delante de discos como el de Damon Albarn, el trío de Edimburgo Young Fathers atrajo todos los focos sobre sus siguientes movimientos. ¿Se venderían al capital? ¿Seguirían con sus proclamas políticas y su mezcla indiscriminada de sonidos, texturas y ritmos? La respuesta está en White men are black men too (Big Dada / PIAS, 2015): no se han vendido del todo, y siguen con sus collages sonoros y sus temáticas más o menos polémicas.
Parto de la base de que me sorprende todo el revuelo alrededor de la banda, especialmente todo aquello que hace referencia a lo novedoso y rompedor de su propuesta. Seré yo, pero escucho «Shame», el tema más pegadizo y comercial del álbum, y no puedo evitar pensar que canciones similares (y mejores) las hay a puñados en los dos primeros discos de TV On The Radio. Sí que es cierto que la música de Young Fathers es difícilmente clasificable, y eso juega a su favor sobre todo a la hora de montar un hype con coartada intelectual y sociológica. No es hip-hop aunque contenga pasajes rapeados, hay electrónica con bases supuestamente pre-grabadas pero también momentos en los que parecen una banda conjuntada tocando en el estudio, hay mucha música africana, hay ritmos kraut, hay retazos de R&B contemporáneo, de dub… Hay tanto y tan variado que gran parte del álbum se mueve entre el desafío, la genialidad y la boutade. Es el signo de los tiempos: música hecha por gente con orígenes casi inescrutables, que tienen toda la música de la historia a un clic de distancia y que no tienen inconveniente en escuchar a Ray Charles, después a Tinariwen y acto seguido a Iggy Pop.
Una actitud comprometida, abiertamente politizada, y un mensaje en contra principalmente del racismo pero también atacando la hipocresía social y la complacencia con los radicalismos xenófobos, cierra el círculo donde es más importante el «qué» que el «cómo», aunque el envoltorio no sea totalmente irrelevante y canciones como «Liberated» y sus arranques góspel, «Sirens» o la tribal «27» encierren una extraña belleza que trasciende el contenido.