Bebel Gilberto – Arena (Madrid)
Un verano en Madrid puede ser un infierno, aunque tal vez por ello se agradecen más los oasis que te encuentras en el asfalto.
El concierto que Bebel Gilberto dio en la sala Arena el pasado 17 de julio atrajo a un gran número de personas precisamente por eso, por el deseo de escuchar una de las músicas más cautivadoras y apetecibles de las que se pueden disfrutar en una tarde de verano: la bossa nova. Allí estaban todos: currantes, modernillos culturetas, jubilados nostálgicos y hasta un nutrido grupo de famosos (Leonor Watling, Emma Suarez e incluso Gemma Subterfuge y Ania Granhermano). Todos, sí, pero esperando ¿a qué? Porque lo cierto es que la mayoría del público habíamos acudido a ciegas, sin haber escuchado aún su disco “Tanto Tempo”, recientemente publicado en España. Las únicas referencias eran su legado familiar (hija de Joāo Gilberto y Miucha, sobrina también de Chico Buarque) y una amplia lista de colaboraciones con diferentes artistas (Cazuza, David Byrne, Caetano Veloso) y de firmas que han participado en su proyecto discográfico (Suba, Smoke City, Amon Tobim, Carlinhos Brown y Thievery Corporation).
Al final el concierto dejó un buen sabor de boca general, porque Bebel sabe el peso que tiene su apellido y las expectativas que genera. Frente a eso ella ofrece un repertorio sin pretensiones, consciente de la debilidad que siente un determinado público por la música brasileña en directo. Lo que propone Bebel Gilberto es de sobra conocido por todos: un poco de samba y otro de jazz hasta hallar el punto justo de bossa nova (etiqueta de la que ella reniega a pesar de todo), introduciendo a la vez samplers y ornamentos electrónicos que siempre se mantienen en un segundo plano, muy alejados de la nueva fiebre tropical del house o el breakbeat y más cercanos a las propuestas de otro hijo de ilustre como Moreno Veloso.
La cantante brasileña desgranó algunos de los temas de “Tanto Tempo”, como “So nice”, “Close your eyes” o el que da título al disco. También hubo lugar para recordar sus primeros trabajos (“Sem contemçāo”) o los homenajes a los grandes de Brasil, como Vinicius de Moraes (“O milhor do mundo”) o su tío, Chico Buarque (“Samba e amor”) e incluso una versión del “No Return”, de The Kinks, en una perfecta unión del pop y los ritmos hipnóticos. Uno de los momentos mágicos llegó cuando Bebel cantó “Eu preciso dizer que te amo”, ese precioso tema que aparecía en el recopilatorio “Red Hot and Rio” y que interpretaba con Cazuza. La naturaleza ha querido dar a Bebel una voz maravillosa, llena de matices, como la calidez susurrante de su padre o la sensualidad de su madre.
El concierto sirvió también para ver cómo la bossa nova ha cambiado con el paso del tiempo desde sus inicios jazzísticos, pasando por su popularización en Estados Unidos y posterior difusión mundial, de donde surgieron las famosas melodías da-da-da-da-dá de muchas series y películas de los 70 y 80. Y todo este camino se nota en la música de Gilberto, sobre todo en esa aureola pop que rodea a las canciones, en la prevalencia de las atmósferas jazz sobre la samba (mucha gente al final del concierto se quejaba de que había habido “poca caña”).
Por lo demás, en Madrid se vio a una Bebel Gilberto cordial y cercana, con menos aires de los que llegó al Festival de Jazz de Vitoria, con una puesta en escena que alternaba la fuerza y teatralidad de la brasileña con el minimalismo sonoro de sus excelentes cuatro músicos, toda una “troupe” de jazz de los cinco continentes: Japón, Brasil, Argentina, Estados Unidos… Excelentes, sí señor.
Aunque en el concierto hubo algunos baches profundos, buena parte del triunfo de Bebel Gilberto en Madrid fue el fin de fiesta que se marcó con “Aguas de Março” de Tom Jobim. Diez minutos de locura que son una apuesta segura para meterse al público en el bolsillo y que se vaya contento a la cama. Yo mismo la fui tarareando camino a casa: “E o pao, e pedra, e fin do caminho…”