Easy Pop Weekend – Hotel Andorra (Andorra. Teruel)

Definitivamente este festival es diferente. El precio de entrada y bebida es más que razonable, público y músicos se mezclan constantemente, y no es raro que durante los conciertos se formen congas musicales o el público decida subir el escenario. Además, esta séptima edición homenajeaba -en su décimo quinto aniversario-, al zaragozano sello Grabaciones en el Mar, y de forma inherente, al fallecido músico Sergio Algora.

En la primera jornada, la excepción a un cartel más guitarrero de lo habitual correspondía a Los Ángeles.

La banda de pop vocal que alcanzó popularidad en los sesenta, interpretó algunos de sus éxitos en el salón de actos del instituto local, en formato de trío acústico, con “Poppy” -hijo del fallecido cantante original Alfonso González “Poncho”– sustituyendo a su padre. El parecido físico y vocal entre ambos logró emocionar a los más nostálgicos.

Cambiamos de ubicación y estilo con los gallegos The Blows, que abordaban el escenario situado en los bajos del hotel. Sabido es que su propuesta no es demasiado original, siendo inmediata la asociación con bandas como Interpol, pero también es cierto que interpretan con soltura canciones resultonas. La misma actitud altiva que les proporciona seguridad y contundencia, también lastra de cierto aire chulesco para con un público al que todavía le costaba acercarse al escenario.

Por su parte, Half Foot Outside con su recién publicado Heavenly (Limbo Starr, 2008), va a ser uno de los grupos nacionales de moda en este final de año. Su inteligente y musculoso power pop recogió el testigo dejado por los gallegos, captando la atención de los asistentes.

La presencia de Lagartija Nick era llamativa, y a la postre quedó demostrado que desentonaban demasiado en la dinámica del programa. Pocos disfrutaron del rock crudo entregado por un recuperado Antonio Arias, tras el incidente que sufrió hace unos meses al caer del escenario. Su actuación sirvió así mismo para que Eric Jiménez demostrase, una vez más, por qué es de los mejores baterías del país. Tras los andaluces, Vacaciones diyeis y Batidora dj se repartieron el protagonismo, alargando la noche de los más animados.

Las bandas programadas el sábado eran las más esperadas por la mayoría, comenzando por los suecos Sad Day For Puppets, que no pasaron de un aprobado justo. El (demasiado) habitual pop melódico que llega desde ese país, junto con la colosal pasividad escénica de su cantante Anna Eklund, lograron poco más que entretener, sin nada específico que reseñar.

Todo lo contrario resultó la actuación de los zaragozanos Tachenko, con los que comenzó la auténtica fiesta. El cuarteto se mostró desbordante, enérgico y cercano, y la infinidad de conciertos que ya llevan a sus espaldas comienza a darles una envidiable soltura en directo. Sus clásicos habituales, junto con sendas versiones de “Esta Noche” de 091 y una emocionante “Duerme” de El Niño Gusano, derivaron en un concierto simplemente arrollador.

Lo que llegó luego fue histórico, con el concierto renacimiento del añorado grupo de pop psicodélico, Carrots. El grupo encabezado por Willy hizo levitar a la audiencia, rescatando de forma impecable los temas que los hicieron grandes, con detalles como regalar monedas de chocolate antes de interpretar “Spending Chocolate Coins”. En el bis reclamaron la presencia de Sergio Vinadé, para interpretar juntos el clásico de El Niño Gusano, “Pon tu Mente al Sol”, con invasión total del escenario por parte del público, en un momento inolvidable que terminó con el pequeño músico volteado por colegas y amigos.

Difícil lo tenían los chicos de Dorian tras los dos excelentes conciertos que acontecieron al suyo. Afortunadamente para ellos, se encontraron con un público entregado de antemano a su electro-pop. Una sobre valorada expectación, que sirvió para el baño de masas del vocalista Mark Gili, y donde no podía faltar una dilatadísima “Cualquier Otra Parte”.

Tras los barceloneses, un clásico de la radio y habitual del evento como Juan de Pablos, ocupó su lugar tras los platos para echar el cierre a un festival atípico, al que todo aquel que va alguna vez, siempre termina regresando.