Nick Lowe – La Riviera (Madrid)
Que importante es saber envejecer. Algún despistado esperaba reencontrase con su propia juventud en la sala La Riviera a través de los clásicos new wave de Nick Lowe. Querían volver a sentirse “modernos”. La nostalgia en el mundo de la música puede ser un gran negocio.
Su propuesta fue, por suerte, bastante diferente. Menos es más. Canciones de tres minutos, bien escritas y aparentemente sencillas. El fondo esta plagado de honestidad, decepción más que desamor y un toque de ironía (“Si alguna vez has tenido compañía / agarra tu corazón y rómpelo / sólo por diversión / tan fácil como tararear una canción / únete al club”). Las bandas (exceptuando Scott Walker) que componen temas innecesariamente largos, plagados de pretenciosos arreglos orquestales, me parecen simulacros dramáticos. Edulcorantes sintéticos de bajo contenido.
Arrancó la velada, humilde y sereno, interpretando cuatro temas en formato acústico. Se mostró imbatible cuando le arropó la banda («Hope for us all», «Indian queens», «I live on a battlefiel»). Con esta formación de lujo (resalta la presencia del teclista Geraint Watkins) hasta Rick Astley sonaría elegante. Los “despistados” también se fueron satisfechos (“Cruel to be Kind”, “What´s so funny about peace”, “Love And Understanding”).
En el último bis, al fin, la sala enmudeció. El milagro lo produjo “la confesión” en solitario “The beast in me”. Joya que compuso para su entonces suegro Johnny Cash, American recordings(1995). En el hogar de la familia Cash-Carter debieron sonar, con permiso de Brian y Dennis Wilson, las mejores sesiones caseras del último siglo.
Si me cruzo con Mr. Lowe un día cualquiera, (lo imagino de traje hasta para comprar el periódico) le pediré un pase de acceso a su club. Procuraré que los latidos de mi corazón no me delaten.