Conciertos

Sharon Jones & The Dap Kings – Joy Eslava (Madrid)

Si algún día Pedro Almodovar decide ampliar al campo internacional su particular microcosmos habitado por mujeres tenaces y combativas, tendría en Sharon Jones una representante a su medida. Ex funcionaría de prisiones, ex vigilante de seguridad, corista de grabaciones y, en los últimos tiempos, dama ilustre del soul afroamericano. Toda una estrella, pero de carne y hueso.

La velada arrancó con The Excitements ejerciendo su labor de anfitriones con correctísima discreción. Espero que su exceso de rigor académico no les provoque en el futuro una crisis de identidad.
Con un retraso injustificado, los 8 miembros de The Dap Kings empezaron a desmenuzar su repertorio en formato instrumental con el claro propósito de no salirse del guión. Exhibieron un sonido que podría haber sido criogenizado en los 60 junto a Walt Disney en algún rincón de los sellos Stax y descongelado en 2010 con el fin de satisfacer a un público ávido de nostalgia.

Sharon Jones salió minutos después dispuesta a exprimirse hasta el último segundo que estuviera en el escenario. Su pose natural, su carencia de pretensiones, aportan honestidad al discurso. Una digna heredera de la mejor tradición.

Poco a poco consiguieron subir la temperatura de la sala gracias a la presentación en sociedad de su cuarto trabajo: I Learned The Hard Way (10): «The Game gets old», «Better things», «Mama Don´t Like My Man»… 

Una muestra de buen gusto aunque, por momentos, demasiado previsible. En mi opinión, el evento fue palideciendo progresivamente ante la falta de riesgos y un tono algo estandarizado. Este parece ser el gran obstáculo de los últimos héroes del soul “Amy Winehouse, Eli Paperboy Reed…” Una formula muy estimulante donde los temas lentos nunca duelen. Simplemente no consigo creérmelo.

Teniendo en cuenta la historia personal de Miss Jones esta apreciación tan personal se sustenta en menor medida: “Siempre me dijeron que era demasiado baja, negra y gorda para triunfar en la música, pero me juré a mí misma que un día conseguiría la aceptación del público gracias a mi voz, no por mi aspecto”. Estoy convencido que el mítico héroe televisivo de los 80 (Arnold) vela por sus intereses allá donde esté. Cuestión de empatía.

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