Conciertos

Eels – La Riviera (Madrid)

La actual popularidad de Mark Oliver Everett impulsada por su sincera autobiografía, junto a casi una década sin pisar escenarios españoles y la presentación de la infravalorada trilogía formada por Hombre Lobo (2009), End Times (2010) y Tomorrow Morning (2010), situaban la gira de Eels como uno de los acontecimientos de la temporada.

Tras la surrealista presencia de un ventrílocuo y la oficiosa interpretación de Alondra Bentley, llegó el turno del bipolar artista contrastado entre el blanco nuclear de su vestimenta y el camuflaje aportado por gafas oscuras, enmarañada barba y pañuelo anudado en la cabeza. Resulta ingenuo esperar que alguien que ha publicado tres discos con medio centenar de canciones en poco más de un año, ofrezca una actuación pulcra y ordenada, encorsetada en parámetros tradicionales y plena en hits, más si asumimos encontrarnos ante un artista esclavo de la anárquica inspiración que le ha convertido en figura de culto.

Mr. E mostró su faceta acústica y descarnada en el trío inicial formado por “Grace Kelly Blues”, “3 Speed” y “End Times” junto a las posteriores aportaciones de “In My Younger Days” o “In My Dreams”, para poseer una sala abarrotada a base de emoción, presencia, y el enérgico poder de su voz rasgada. Era el momento ideal para romper el guión, recuperar las excelencias de una banda completa y echar por tierra la pesimista creencia popular acerca de la acústica del local. El tránsito por los sudorosos caminos que van del indie-rock al blues garajero hizo precisas paradas en composiciones propias como “Prizefighter”, “Tremendous Dynamite” o “Paradaise Blues” mimetizadas con endiabladas versiones del “She Said Yeah” de The Rolling Stones y una ardiente “Summer In The City” de The Lovin´ Spoonful.

Para entonces la sudorosa audiencia ya reverenciaba al músico. Al excéntrico y al carismático, al descarado y al bailongo, al macarra y al sensible que aún debía emocionar con unas bellísimas “Spectacular Girl” y “That Look You Give That Guy”, arrasar con el extra de distorsión de “Souljacker Part 1”, aullar en “Fresh Blood”, mirar al pasado con “Mr. E´s Beautiful Blues” ensamblada con el clásico “Twist And Shout”, apropiarse del “Summertime” de George Gershwin para repartir helados entre sus fieles, y abandonar las tablas tras una “Looking Up” pretendidamente más blusera que la registrada en su última obra.

Dos únicos extras -“I´m Going to Stop Pretending That I Didn´t Break Your Heart” y “I Like the Way This Is Going”- sorpresivamente repartidos en diferentes actos, completaron noventa escasos minutos que por lo exclusivo del evento reclamaban esparcimiento con canciones coleccionadas a lo largo de quince años. Pero el protagonista de la pasada noche era Mark Oliver Everett. Y precisamente esa rotunda personalidad y turbadora sinceridad lo convierten en pieza imprescindible de la cultura contemporánea. Aunque costase asumir que no habría un tercer bis.

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