These New Puritans – City Hall (Barcelona)
En la noche del viernes ocurrieron cosas mágicas en Barcelona. La primera, y sin duda la más asombrosa, es que pudimos ver un concierto de un grupo de gran nivel, y además extranjero, por la inaudita suma de ocho euros. Gastos de gestión incluidos. Sabiendo que en Barcelona no se pagan menos de veinte euros ni por ver los lavabos de una sala de conciertos, uno se queda realmente atónito de poder ver nada menos que a These New Puritans, uno de los grupos más aclamados de este 2010, a precio de ir al cine. Uno siempre está encantado de ahorrarse unos dinerillos, desde luego, pero no se puede evitar una pregunta: ¿por qué el resto de conciertos valen el triple, así porque sí?
Fácil respuesta: patrocinio corporativo. Actuar de teloneros para These New Puritans era, junto a 3.000 euretes, el premio del concurso Levi’s® Unfamous Music Awards. Y teníamos la oportunidad de ver, junto a These New Puritans, a las seis bandas finalistas: las más votadas por los fans de Levi’s®. Igual no tocaron todas; solo vi a dos. Lo confieso, quizá me perdí alguna. Lo siento. Pero como el objetivo de esta crónica es hablar de These New Puritans, pasaremos un poquito del asunto. Además, en general los fans de Levi’s® parecen haber votado a una serie de bandas compuestas por adolescentes con ganas de hacer música y a los que sería injusto criticar. Incluso alguna canción sonaba medio conjuntada; quizá les llegue a ir bien. Vaya usted a saber.
Como la cosa iba de promoción empresarial, tuvimos que ver un vídeo promocional de Levi’s® en loop constante durante cosa de una hora; de ahí que al llegar a casa quemara y arrojara por la ventana todos mis tejanos. Maldita sea, seré un cascarrabias, pero me revienta que las empresas intenten frotarse con el mundo del rock para ver si pueden mamar un poco de glamour.
En fin, soflamas aparte, en un cierto momento quitaron el vídeo y entraron en escena These New Puritans. Y los primeros redobles de “We want war” se llevaron por delante cualquier Levi’s® que pudiera quedar. La potencia de la música del grupo británico es sobrecogedora, y la presencia del batería George Barnett en el escenario es un espectáculo que no se ve todos los días. En realidad, no creo haber visto jamás a un batería tan poderosamente rítmico como Barnett. Su estilo tribal y duro es el sustento de casi todas las canciones de These New Puritans, y en escena deja claro que la precisión robótica de sus ritmos es fruto de un tremendo talento natural. De la misma manera, su hermano Jack es un animal peculiar. Con cara de cadáver de veinte años, se agita en escena como una especie de Thom Yorke yonqui (o aún más yonqui, en todo caso), mesiánico unas veces y epiléptico otras. Uno no puede evitar pensar, de manera inmediata, que el chaval está como una cabra. Pero la verdad es que no se puede negar el talento con que ejecuta la difícil lírica de sus canciones, ni la naturalidad de una voz que, sin ser nada del otro mundo, tiene una personalidad relativamente interesante.
Una de las curiosidades de ir a ver a These New Puritans en vivo es ver si son capaces de tocar correctamente sus complicadísimas composiciones, que en disco parecen tan llenas de efectos y de post-producción. Pues bien, la respuesta es que las tocan de maravilla. Con una formación curiosa (un vocalista/guitarrista, un batería, otro batería, dos clarinetes bajos), y como los grandes, These New Puritans suenan aún mejor en concierto. Lo dejaron claro en “Three thousand” y en una grandiosa “Orion”, aunque no tanto en “Drum courts” que acabó haciéndose un pelín larga. Todo sea dicho, a estas alturas del concierto el público se dividía en los asombrados (brazos cruzados, ojos como platos, a veces boca abierta), los encantados (bailando, aplaudiendo y esas cosas) y los que se aburrían como una ostra (la mayoría).
Y es que con todo lo maravillosa que pudiera ser la actuación de los británicos, su propuesta musical es, por decir algo, bizarra. Y para quien haya ido a ver un concurso de bandas locales, es una experiencia algo incómoda escuchar esa especie de mezcla entre Phillip Glass y Joy Division, entre barroco, techno y reggaetón, ejecutada por tres inglesitos casi albinos y en estado de extrema agitación – uno de ellos tratando de pulverizar una batería a baquetazos.
En conjunto, la máquina de These New Puritans tocó todas sus canciones con un derroche de talento, de potencia y de precisión, y sin duda hubieran merecido un público más entregado. Pero sólo levantaron a la sala con “Elvis”, seguramente el tema estrella de este grupo y una canción absolutamente tremenda – de las mejores de 2008. Se bailó durante unos minutos, y el buen tono se mantuvo durante otro par de canciones, particularmente durante una excelente “Infinity ytinifnI”.
Y luego el concierto empezó a disolverse en esa abyecta mecánica que ya viene fatigando: una pausita para el bis, se proyecta el logo del patrocinador (Levi’s®, no lo olvidemos), luego salimos al cabo de un minuto aunque no aplauda nadie, una canción más y para casa. Y todo esto, al cabo de apenas una horita de concierto, aunque aceptaremos que en realidad sólo tienen dos discos y quizá no daba para mucho más. ¡Ah, amigos, no existen los conciertos a ocho euros! Claro, la cosa tenía truco. No era un concierto: era un anuncio. Aún así, These New Puritans hicieron un anuncio bastante bueno. Fueron bastante a la suya, de acuerdo, y se notaba que estaban currando para sacarse un dinerillo extra, pero la verdad es que de natural están lo suficientemente alterados como para ofrecer un buen espectáculo en cualquier concierto, incluso poniendo el piloto automático.
Pero lo importante no es tanto como les salió este concierto en concreto, sino que los hermanos Barnett habían venido a España y habíamos podido ver de cerca a la que, en opinión de muchos, puede ser el mejor grupo de la actualidad. Y, después de verlos actuar, aún tras un concierto tan extraño e impersonal, un servidor se rinde absolutamente a These New Puritans: estos tíos son los elegidos.