Aereogramme – My Heart has a wish that you would not go (Chemikal Underground/Pop Stock!)
Craig B se ralentiza, busca matices y expande su poesía en las diez canciones que componen el tercer álbum de los escoceses Aereogramme, uno de esos secretos a voces de la música indie que nadan en aguas de nadie, alejados de los grandes titulares, de los grandes hypes y, ¡oh, dios mío!, de los grandes estadios.
En este My Heart has a wish that you would not go Craig B, voz, guitarra y alma del cuarteto, se olvida del viejo esquema loud/quiet/loud de los discos precedentes, para entregarnos un arreglado compendio de melodías inolvidables y estructuras rock que se acercan –cada vez menos- a aquello que se llamó math-rock. Vecinos de Mogwai, Arab Strap y The Delgados, sus canciones serían una increíble suma de los valores de los tres grupos citados: la violencia contenida de los primeros, la rabia inmisericorde y el cinismo de los segundos, y los arreglos orquestales grandilocuentes y excesivos de los terceros. Pero Aereogramme es mucho más: pianos, guitarras acústicas, silencios, desarrollos instrumentales imposibles y, por encima de todo, las prodigiosas melodías del desencanto que interpreta con pericia Craig B.
Las diez canciones se suceden con pasmosa facilidad y se engarzan entre ellas gracias a una producción ajustada, aunque con tendencia al exceso, que las hace sonar con una precisión admirable. El primer single, ”Barriers”, está muy cerca de la perfección, en ella todo encaja con la matemática de los relojeros. En ”A life worth living” se acercan al concepto de canción-río de The Frames, y en ”Finding a Light” nos enseñan cómo se puede crear una balada en el siglo XXI sin caer en tópicos ni en caminos trillados y, además, nos entregan el estribillo más memorable de toda su carrera. En ”Living Backwards” parece que estuviéramos ante una banda sonora compuesta por Ennio Morricone, siempre y cuando éste hubiera sido miembro fundador de American Football. Y, para cerrar el álbum, la frágil y deliciosa ”You’re always welcome”, una sobrecogedora canción en la que se mezclan con acierto las guitarras acústicas, el piano y la voz.
En resumen, música orgánica, honesta, sentimental y contemporánea. Poco más se puede pedir a una banda de rock.