Monsters of Folk – Monsters of Folk (Shangri-La)
Tras unos cuantos años colaborando de manera más bien esporádica, finalmente Jim James (My Morning Jacket), M Ward (el mismo), Conor Oberst y Mike Moggis (Bright Eyes) han encontrado un ratito para componer y grabar un disco. ¡Aleluya pues! Con semejante elenco poco puede fallar; y no obstante como siempre que publica algo uno de estos supergrupos infalibles surge la duda de si no nos va a caer en la mano otro pufo de mayor o menor calibre (veáse Audioslave, Them Crooked Vultures o incluso, apurando, a los no-tan-espectaculares-como-parecen The Raconteurs). De sabios pues, es esperar poca cosa.
Pero en este caso, albricias, los superestrellas del indie han dado en el clavo. Desde los primeros compases del disco queda claro que estos cuatro figuras han conseguido no solamente colaborar sino además complementarse y aportar lo mejorcito de cada uno. Así pues, el disco muestra lo mejor del excelente toque de guitarra de M Ward, pero también de la rabia y la privilegiada voz de Conor Oberst, de la creatividad electrónica de James y de la variedad instrumental de Mike Moggis. El disco es sorprendentemente homogéneo, sin que predomine en ningún momento el ego de ninguno de ellos en particular, pero sin que dejen de aportar claramente sus peculiares estilos personales.
Únicamente algunos temas, de hecho, son inequívocamente atribuibles a uno sólo de ellos, como “Good way” o “Slow down Jo” (puro M Ward), o en “Ahead of the curve”, muy de Bright Eyes – y un poco plomazo también, como corresponde al Conor Oberst de los últimos tiempos. En cambio “Say please” muestra una banda de rock conjuntada y que podría recordar a otro supergrupo como fue, nada menos, Travelling Wilburys. “Losin yo´ head”, la joya de la corona de este disco, combina el insólito toque de Jim James con una solidez rítmica y una soltura blues que muestra a estos tipos como lo que son: unos músicos gigantescos, todos y cada uno de ellos.
El disco, a pesar de su nombre (horrible, por cierto), no suele quedarse demasiado limitado al folk – excepto en algunos temas como el country “The right place” o la balada “Sandman, the brakeman & me” – y discurre por cauces bastante rock, lo cual no deja de ser de agradecer. De agradecer porque el disco mejora francamente con un poco de energía y de guitarra con distorsión – que no todo en esta vida es rasgar una guitarra y cantar con sureña melancolía, vamos. Con todo, ninguna canción es mala, lo cual no es poca cosa en un disco, y la cantidad de temazos supera la media docena (añadir a las ya mencionadas “Man named truth” y “His master’s voice”). Como es bien sabido, si se cumplen estos dos requisitos en un disco se le otorga el calificativo de “discazo”.
Y, además, gracias a la inyección de nuevas ideas y estilos diferentes este disco parece haber oxigenado un poco a un Conor Oberst que venía pareciendo, en sus últimos discos, algo encallado musicalmente. Todo eso es más que suficiente para calificar a este Monsters of Folk como una excelente noticia, y seguramente como uno de los mejores discos de 2009.