Nebula + Free Ride (Sala Caracol) Madrid
Es probable que el invierno no sea la época más propicia del año para darse una buena dosis de stoner, pero, sin duda, toda llegada por nuestras latitudes de cualquier banda de la escena, es motivo de celebración.
Y así fue la llegada de Nebula a tierras madrileñas la pasada noche, banda no tan pródiga como Fu-Manchu, la reencarnación de Kyuss o Queens of the Stone Age en pasarse por aquí, por lo que para la fiel parroquia, la cita se antojaba ineludible. Y tardó en llegar el público a una sala que anduvo lejos de llenarse en cuanto a número de personas, no así en cuanto a entrega y conexión entre público y artistas.
Abrieron la velada unos convenientes y laboriosos Free Ride, tocando para su grupo de incondicionales con oficio e indisimulada ilusión. Buen entremés para disfrutar de un trío incendiario, leyendas de un género que no se caracteriza por innovar, pero sí por mantener la llama de la electricidad viva, lejos de otros ejercicios de revivalismo lacio e inane.
Sus principales temazos no tardaron en asomar: su grandísimo “To the center”, con esa progresión tan del género, abrió un concierto poderoso, intenso, vivo y entonado, sin fisuras y con una continuidad sabia y natural. Le siguió el trallazo que abría su disco más celebrado Charged (01), “Do it now”.
A partir de entonces, un pogo fiero y respetuoso, con abundante moshin’ entre la audiencia no dio tregua a una sucesión de canciones que presentó las virtudes de su reciente Holy Shit (19), trabajo que bucea más en la psicodelia y abandona por momentos los riffs más pesados, destacando una magmática “Messiah” y una efectiva “Witiching hour”.
No podemos pasar por alto tampoco la plegaria rescatada de su incomprensiblemente olvidado Atomic Ritual (03) en sus recientes reediciones -el álbum más disfrutable para quien les escribe- una desatada “Out of your head”, mantra elegíaco tan sexual como retorcido.
Y tan serenos y confiados como llegaron, se fueron, tras un bis que supuso los últimos envites de adrenalina entre un público que tuvo una auténtica ración de rock tan vivo como atemporal. Jefazos.