Fuerza Nueva – Sala La Riviera (Madrid) 24/01/2020
El genial proyecto que esconde Fuerza Nueva, que no es otro que la colaboración entre Los Planetas y El Niño de Elche, merece una segunda vida. Así dicho, puede parecer dramático, pero da la sensación de que el interín temporal entre los escasos directos y la atención que ha recibido la propuesta puede comenzar a hacer mella. Con una entrada más amplia que su visita en octubre a Joy Eslava, pero quizá proporcionalmente menor, dada la superior capacidad de La Riviera y la nula sensación de agobio, la dinámica que vive y revive al particular combinado hay que alimentarla y quizá tomársela todavía más en serio, ya que, para ambas partes de la ecuación, este es quizá su proyecto más angular en lo mediático.
A El Niño de Elche le sobra voz para aburrir. Ese chorro que emana de una de las figuras más polémicas y renovadoras del flamenco actual es el complemento vitamínico necesario para el J vocalista y, de esta manera, llegar a buen puerto. La combinación se antoja excepcional, y se respetaron por lo general los campos en los que cada uno es especialista. Es decir, si atendemos, por ejemplo, a cómo transcurrió “Canción para los obreros de SEAT”, uno puede ver a unos músicos excelentes tejiendo una alfombra de post-rock para una tremenda exhibición de Francisco Contreras.
No obstante, hubo también momentos en que ese equilibrio pareció desaparecer. “La cruz” fue un buen ejemplo de ello, con una interpretación especialmente acertada en lo instrumental y con una vocalización que dotaba de cuerpo, pero al que quizá le sobraron los coros de apoyo de J, ya no por una posible comparación, sino más bien porque esa colaboración momentánea deslució algo el resultado final.
Uno de los temas más celebrados, el ya elevado a clásico “El novio de la muerte”, sobrevivió no obstante a la repartición de tareas vocales, aunque la instrumentación, elevada a los máximos decibelios y entrando casi en shock de reverberaciones, eclipsó por completo el protagonismo que debería tener la letra dejando todo en un efecto algo neutro. Menos mal que este año es el centenario de la Legión y sonará más de una vez por ahí, aunque, seguramente, sin Luis Aragonés de por medio al que se le pareció dedicar el tema desde el escenario.
Dentro de estas tres casuísticas se puede englobar la mayoría del concierto. “La canción de los gitanos”, “Santo Dios”, “Una, glande y libre” o “Los campanilleros” tuvieron la enjundia y la cohesión necesaria para no perder ripio durante el recital, con la brillante ejecución de envolventes acordes que ayudaban a no salir de esa especie de trance al que incita el estilo del cantaor. En el punto álgido de la noche, llegó el gran palo, ese que te recuerda que Fuerza Nueva tiene un disco y que ahí tenía que acabarse.
Sin embargo, los devaneos de Los Planetas en los últimos diecipico años con el flamenco y la música de raíz ofrecieron posibilidades para prolongar, por un ratito más, la noche. El Niño de Elche engrandeció “Tendrá que haber un camino”, de aquel planetario La leyenda del espacio, e hizo lo propio también con “Romance de Juan de Osuna”, de Una ópera egipcia, en la que compartió protagonismo con un Erik entregadísimo (y encapuchado) que permitieron un cierre a la altura de la calidad de este proyecto que, insisto, merece más vidas.
están a otro nivel
siempre diferentes.
Gran concierto! Esperemos que dure el proyecto que ha hecho aún mejores a dos de los grupos más interesantes de por aquí.