Johnny B. Zero – No me gusta el rock and roll (Actúa Music Entertainment)
Johnny B. Zero es una banda inquieta liderada por un tipo inquieto, Juanma Pastor, que es casi la única constante en su ya muchos años de vida donde han pasado por cambios de estilo y formación. Lo que no cambia nunca es sus ansias de evolucionar, de no quedarse anclado en lo ya hecho y vivido. Con Violets (Rock From The Future, 2022) parecían iniciar un camino hacia una cierta ortodoxia que hasta entonces habían evitado. El aviso de que se pasaban al castellano podría hacer presagiar una domesticación, un intento de entrar en un sistema al que no le gustan tipos como ellos. Falsa alarma, siguen igual de salvajes aunque de otra manera.
Definir el estilo de Johnny B. Zero siempre ha sido complicado, pero aquí lo es todavía más. Haciendo honor a la amplia cultura musical de sus componentes, a sus esquivas referencias, casi no hay género que no rocen en este No me Gusta el Rock and Roll cuyo título resulta irónico pero también premonitorio. No sé si se puede hablar de rock and roll en sentido estricto en un disco que arranca que arranca con “Fotógrafo”, una canción en la que la percusión tiende hacia el jazz o la bossa nova mientras Juanma canta evocando la dicción arrastrada y entrecortada de Thom Yorke. La producción de Carlos Ortigosa (habitual colaborador del grupo en estas tareas) junto al propio Juanma Pastor deja claro ya, desde los primeros segundos, que no va a haber concesiones comerciales ni tampoco una sola mención a ese sonido “indie festivalero” que tanta gente busca cuando entra a grabar.
El hecho de optar por el castellano en ocasiones es un riesgo. Se supone que más gente entenderá las letras y por tanto sería deseable cuidarlas. Ningún problema tampoco con esto: las letras están bastante por encima de la media nacional, y de hecho las palabras son una herramienta más que le da una personalidad destacable al álbum. Cada canción (excepto la que da título al disco) se titula con solo una palabra, lo que conociendo a Juanma puede que no sea casualidad. Quizás se intenta transmitir una idea simple asociada a cada canción. Canciones que prácticamente siempre son en primera persona dirigiéndose a otra persona a la que se le pregunta, reprocha o suplica.
Los saltos de un estilo a otro son constantes, pasando de un indie rock más o menos canónico en “Abstracto” al saborcillo funk de “Ordenador” y a la sofisticación de “Entierro”, que recuerda a los 70 más elegantes, entre CRAG y Steely Dan, o al barrullo garajero de “Narices”, que remite a la faceta más festiva de Doctor Explosion. Todo eso, que podría resultar en un caos ininteligible, transcurre con naturalidad y cohesión debido a esa particularidad del grupo que se basa en la rotura de clichés, en el giro inesperado, en bordear constantemente la melodía sin dejarse atrapar por ella. A partir de esas heroicas decisiones antisistema se construye la coherencia del disco.
Es posible que no veamos a Johnny B. Zero encabezando festivales como todas esas bandas que repiten una y otra vez la misma fórmula, pero a cambio nos ofrecen sorpresas y deleite sin fin a cada nuevo álbum.
Escucha Johnny B. Zero – No me gusta el rock and roll