J – Plena Pausa (Teatro Circo Price – Inverfest) Madrid 14/01/24
J es uno de esos artistas que parece tocado por una varita mágica. Absolutamente toda aventura artística en la que se enrola es sinónimo de calidad y de emoción. A la ya dilatada carrera al frente de Los Planetas, podemos sumar otras metas como Grupo de Expertos SolyNieve, Los Evangelistas, Fuerza Nueva y ahora su reciente trabajo en solitario para musicar la filmografía rescatada de archivo perteneciente a Iván Zulueta. La verdad que se me ocurren pocos ejemplos comparables en mi personal currículum melómano.
Tocaba ahora disfrutar en directo de J junto a la banda que ha reclutado para acompañar las intrigantes imágenes que dejó sin ver la luz Iván Zulueta en vida. Debo reconocer que la fascinación que sentí el año pasado con la publicación de Plena Pausa (23), me llevó a ahondar en la filmografía del vasco, del que hasta ese momento sólo había disfrutado de la mítica Arrebato (79) y me encontré con el habitual tono marciano y marcadamente personal del director a través de cortos delirantes como Párpados (89), un episodio de la serie de televisión Mis Terrores Favoritos, Ritesti (93), de un perturbador tono disgusting y, de postre, esa comedia ágil y desarmante, con profunda crítica a los programa concurso musicales, que es Un, dos, tres…al escondite inglés (70).
Ahora tocaba desempolvar un archivo visual, del que, sinceramente, tampoco es que me moviera una curiosidad demasiado elevada, más aún si tengo en cuenta que el disco de J me parece que funciona como un tiro en su totalidad, para mi gusto, sin necesitar apoyo visual alguno, lo cual no es desmerecer para nada el trabajo del director de culto, sino más bien constatar de una manera palmaria el exponencial talento compositivo de granadino.
Dicho lo cual, me parece realmente estimulante el ciclo de películas-concierto que ha ideado para este año la edición 2024 de Inverfest, de que esta cita era la encargada de abrir fuego. Un Teatro Price no demasiado concurrido (se competía con la final de la Supercopa de fútbol, con una tarde de domingo lluviosa y fría en Madrid y con las –ay-, como diría Biznaga, “pandemias del mañana”.
Los músicos llegaron al escenario y, tras un escueto saludo de J, se dispusieron a darnos la espalda, concentrados en las imágenes que eran proyectadas para tocar en sincronía con éstas, mientras que toda nuestra atención visual, una vez se apagaron las luces, era la obra de Zulueta.
Y, claro, esto me hizo tardar en entrar en el singular concierto, Más que nada porque las cintas en orden cronológico que iban apareciendo partían de primitivísimas grabaciones familiares y, qué quieren que les diga, que una delas canciones más colosales y salvavidas del pasado año para mi persona como es “Tormenta Eléctrica” sonase con los planos de una capea en donde unos jovenzuelos toreaban descamisaos a unos novillos no era precisamente el mood que me demandaba tamaña maravilla.
Vamos, que en los primeros lances estaba deseando que se encendieran las luces, que todos nos pusiéramos de pie y nos acercáramos al escenario, que se apagara el proyector y disfrutar con un concierto de los de toda la vida con una banda realmente imponente en ejecución y sonido.
Menos mal que la cosa mejoró pronto. En parte, por la propia evolución de las grabaciones marcianas del director, especialmente inspirado en su primera película corto, El Loco, que abrigó de manera soberbia “Soleares del loco”, muy en la línea de Los Planetas más jondos y oscuros.
Los temas y las películas se iban sucediendo en riguroso orden con alguna que otra breve presentación por parte de J, que volvía a dejarnos ojipláticos con barbaridades de canciones a estas alturas del tamaño de “Era una flecha”, que sonó majestuosa. Pero, para mi gusto, el momento cumbre de imagen y sonido hermanados para amasar auténtica alquimia trascendental los vivimos con la filmación más larga del lote, Hotel, acompañada de dos monumentos hechos canción seguidos para ilustrarla sonoramente: “Fandangos del rascacielos” y “Los desalmados”. Auténtica belleza plástica lo vivido ante nosotros durante estos lances mientras que los músicos continuaban mostrando una presteza y una nitidez sonoras más que notables.
Es más, diría que, mientras en disco puede ser que el recorrido final termine pidiendo la hora, aquí fue todo lo contrario con un tour de force final -con filmaciones bastante más finas por parte del cineasta nacido en San Sebastián-, mientras que los entramados de las tres guitarras plantadas sobre el escenario coloreaban con brío y pasión la filmación.
Recorrido absorbente y entonadísimo el vivido desde “Película de plata”, pasando por “Échame a mí la culpa” y concluyendo con la redonda “Mi ego está en babia”. Y, tras presentar a la banda y despedirse, J y Zulueta nos dejaron dispuestos a encarar la película de nuestra propia vida en la que, parafraseando a Houllebecq, diré que pueden ocurrirnos muchas cosas, especialmente nada.
Foto J – Blanca Orcasitas