The Jesus and Mary Chain – Glasgow Eyes (Fuzz Club / Popstock!)
The Jesus and Mary Chain celebran sus cuatro décadas de vida con biografía, documental y nuevo disco. Una trayectoria llena de luces y sombras, con el consabido lapso que les mantuvo separados desde 1999 -después de la accidentada gira de presentación de Munki (1998)– hasta esa vuelta a los escenarios en 2007, que incluyó una mareante oferta por parte de Coachella cuya historia es digna de recordar. El gigante festival norteamericano puso una cifra irrechazable sobre la mesa, los hermanos Reid hablaron después de mucho tiempo por la conveniencia de aceptarla y llegaron a un acuerdo para reunirse, pero tardaron en contestar. Los bookers del evento de Indio (California) pensaron que igual había sido baja y volvieron a contactarles duplicándosela. No tardaron en decir que sí y el resto de la historia, la conocen. Lo que podría haber sido una vuelta temporal por la pasta, derivó en conciertos y más conciertos hasta que en 2017 lanzaran Damage and Joy, su primer trabajo discográfico en casi veinte años. Una digna vuelta facturada con la ayuda de Youth, donde recuperaban retazos de algunas canciones que habíamos ido descubriendo en todo ese tiempo en sus diferentes proyectos personales. Hoy mismo llega su continuación, Glasgow Eyes.
Si conocen la carrera de The Jesus and Mary Chain sabrán que hay una serie de ingredientes que siempre están ahí, no hay mucho espacio para las sorpresas. Ese ruido controlado que desafía convenciones, guitarras distorsionadas, post-punk, oscuridad y melodías simples pero efectivas, llenas de melancolía y trazos evocadores. El propio Jim Reid comentaba recientemente «No esperes que ‘Mary Chain se vuelva jazz’. La gente debería esperar un disco de Jesus and Mary Chain, y eso es sin duda lo que es ‘Glasgow Eyes’. Nuestro enfoque creativo es notablemente el mismo que en 1984, solo tienes que ir al estudio y ver qué pasa. Entramos con un montón de canciones y dejamos que siguiera su curso. No hay reglas, simplemente haces lo que sea necesario. Y hay una telepatía ahí: somos esos gemelos extraños que terminan las oraciones del otro».
Dicho y hecho. Los ecos que destila cada una de sus entregas nos son familiares, pero no podemos negarles la intención por intentar cosas nuevas a cada paso. Todos identificamos Psychocandy (1985) como el álbum de las abrasivas distorsiones; Darklands (1987) como el oscuro y melódico; Automatic (1989) el más rockero y siniestro; Honey’s Dead (1992) el que influenciado por la eclosión de Madchester se animaba a meter alguna que otra base bailable; Stoned & Dethroned (1994) el acústico y Munki (1998), quizá su disco más… ¿americano? Glasgow Eyes podríamos decir que es el más experimental. Un ecléctico conjunto en el que hablan sin tapujos de ellos mismos y aprovechan para rendir su personal homenaje a todos los artistas que les han influido.
Quizá les choque a la primera escucha su ausencia de guitarras y los juegos de sintetizadores que aparecen y desaparecen en las canciones, -por otro lado siempre presentes en sus álbumes-, aunque aquí usados con más querencia. Los ritmos motorik de la creciente «Venal Joy» con los coros de la que fuera líder de The Rezillos Fay Fife, arrancan casi 50 minutos de subibaja continuo en los que desafían expectativas con alguna que otra cima a destacar, como esos dos autobiográficos e hipnóticos adelantos, jamcod» y “Chemical Animal”; la primera recordándonos ese concierto de 1998 en el que todo saltó por los aires («Será mejor notificar al otro hermano que no hay lugar adonde ir») y la segunda hablando sin tapujos de adicciones (“Me lleno de química para ocultar la mierda oscura que no muestro). O como «Silver Strings», con un William Reid en estado de gracia, ondulando sobre los recitados de su hermano en uno de sus mejores temas en más de treinta años.
Experimentan con buenos resultados en la cinematográfica «Mediterranean X Film» y en la marciana «Discotheque», donde nos llevan hacia terrenos desconocidos, mientras miran al pasado en una brumosa «Pure Poor» que podría ser heredera directa de «Nine Million Rainy Days» sin su stoniana parte final; aunque los Stones (Charlie Watts y Brian Jones) sí que aparecen referenciados en esa especie de broma negra llamada «The Eagles And The Beatles» en la que toman prestado el riff más famoso de Joan Jett. «Second Of June» es un regreso a los sonidos de Stoned & Dethroned, y la popera «G2irl 71» con los coros de la pareja Jim, Rachel Conti nos trae el lado más melódico del conjunto. Por su parte, «Hey Lou Reid» es una carta de amor a The Velvet Underground, sus ídolos musicales, a quienes hacen una reverencia en un torrente de cambios de ritmo y tempos, para cerrar por todo lo alto un más que notable disco.
Un regalo para sus seguidores, toda una sorpresa facturada por una banda que poco tenía que demostrar a estas alturas.