Jessica Pratt – Here In The Pitch (Mexican Summer)
Escuchar el susurro de Jessica Pratt hace que uno viaje al pasado, a un pasado real y a otro ficticio. Un pasado que tiene a la factoría de la Brill Building Music de los sesenta como una de las franquicias eternas del pop, y por otro nos retrotrae a un pasado que se parece mucho a unsimulacro, a algo parecido a como si el tiempo ya no tuviera una historicidad determinada, y por sus grietas se colaran fantasmagorías que se alzan sobre los escombros de una música pop que viene delimitada por unas coordenadas espacio-tiempo abstractas, diría que líquidas. Vivimos tiempos en los que el apego a esquemas estéticos y armónicos del pasado no hacen sino dejar en clara evidencia de que, quizás, el pop ya no tiene el poder de inmanencia, y que permanece en un continuum que se alimenta del pasado. Artistas de diverso pelaje -algunos con más astucia que otros- reviven los sesenta, porque esa década fue la década de la innovación en el mundo de las artes en sus diferentes manifestaciones. Como diría Simon Reinolds en un escrito incluido en Después del rock (Caja Negra, 2010), el pop en el siglo XXI es la máxima representación de la necrofilia, porque todo es nostalgia y ya no es una fuerza de cambio. ¿Está todo ya inventado? ¿Copiar estructuras pretéritas es el espejo deformante en el que nos miramos porque ya todo se reduce a un pastiche que se repite? ¿El sistema capitalista solo nos permite capturar al vuelo los detritus de un estado anímico que nos va aniquilando poco a poco? ¿Tiene algún sentido innovar en la música cuando este mismo sistema nos despoja de las herramientas para sondear cómo sonaría el futuro?
Preguntas lanzadas al vuelo, posiblemente de difícil respuesta. El pop mainstream se maneja en una dialéctica que, en no pocos momentos, resulta más alentadora tirando de la cadena “éxito comercial-personalismo-reproductibilidad-mercantilización”. De esta concatenación de inputs que refuerzan el capitalismo se han creado obras que, sin pretenderlo en muchas ocasiones, intentan crear espacios de futuro. La música indie actual (¿mejor lo dejamos en “no corporativa”?), en contraste, se centra en la veneración de los referentes, y no es que sea algo malo per se, pero cabría reflexionar sobre ello, aunque la realidad parece que ya ha dictado sentencia.
Jessica Pratt es un simulacro de un pasado que ella nunca vivió pero que la impulsa a rastrearlo con esmero, y sobre todo, con una fuerza y belleza sobrenatural. Su cuarto disco Here In The Pitch (Mexican Summer, 2024) es un prodigio de necrofilia pop. Pratt tiene un talento extraordinario como compositora y arreglista, y este disco no hace otra cosa que confirmar ese gran potencial.
No más disquisiones y vayamos al grano: el arranque del disco no podría ser mejor, porque “Life Is” es una tonada de magnitudes catedralicias en donde recordar los muros de sonido de Phil Spector y los arreglos de Lee Hazlewood. Un resplandor cegador que continua con los toques lounge y de bossa nova que sazonan temas como “Better Hate” o “Get Your Head On” que tanto recuerda a Antonio Carlos Jobim.
La nocturna “By Hook Or By Crook” parece un tesoro desterrado de las producciones de Carol King y Jerry Goffin, y el espectro de Burt Bucharach se cuela entre los acordes de la preciosa “Nowhere It Was”, para acabar con el suave rasgueo de guitarra de “The Last Year” que, irremediablemente, me hace volver a desempolvar los discos de Sandy Denny o Buffy Saint-Marie. ¿Uno de los discos del año? Aquí no tengo dudas, un sí rotundo.