ConciertosCrónicas

Julia Holter + Nita Bonet (Ram Club) Valencia 22/11/24

Es más que obvio decirlo, pero València ha estado para pocos conciertos últimamente. Las devastadoras consecuencias del desastre natural que se ha cebado con muchos municipios de la Comunitat Valenciana han obligado, tanto por cuestiones de luto, como logísticas, a aplazar, cancelar o reubicar muchos eventos musicales programados. Sin ir más lejos, el espacio en el que tuvo lugar la actuación de la que vamos a hablar, la Rambleta, estuvo destinado durante bastante tiempo a colaborar en tareas de reparto de ayuda para los damnificados y también como centro de voluntariado.

Es por esto que ahora, que empieza a verse de nuevo el pavimento algunas calles hasta hace bien poco cubiertas por montañas de barro, el hecho de retomar la plena actividad cultural en la ciudad del Turia tenga una dimensión emocional mucho más allá del mero disfrute de un acto artístico. Comienzan a aflorar innumerables iniciativas en beneficio de los estragos de la Dana. Entre otras, el proyecto Som Valencia, del que te hemos hablado en esta web.

No era este el caso de la visita de Julia Holter a Valencia. Un evento muy esperado que, no por estar fuera del circuito benéfico que ha traído la desgracia, andó exento de momentos para demostrar que el corazón de todo el mundo está con los damnificados. Además, la acompañó en esta ocasión, a modo de apertura del show, una joven cantautora valenciana que lleva por nombre Nita Bonet. Una artista prometedora, reconocida ya con varios premios en su trayectoria, que por supuesto tuvo más que un hueco en su actuación para recordar todo lo que ha pasado. Así, entre canciones bien ensambladas y ya conocidas, como la electrónica “Horóscopo” o “Abril”, introdujo una recién compuesta sobre los sentimientos que le provocaba su participación en el voluntariado para la reconstrucción de localidades destrozadas por la Dana.

Me gustó Nita Bonet. Me parece que tiene un discurso real y potente, sin imposturas. Lo siente y comunica. Canciones como la citada “Abril”, de base electrónica totalmente pregrabada, o “Dentro de mí”, a pelo con la guitarra eléctrica, ofrecen una temperatura de su talento que apunta en buena dirección. Una pista a seguir, la suya. Y un buen calentamiento para lo que estaba por venir.

Sin hacerse esperar, Julia Holter inundó el escenario de elegancia junto a una banda que completan Elizabeth Goodfellow (percusión), Devra Hof (bajo fretless) Tashi Wada (sintetizadores y otros instrumentos) y Kenny Gilmore a los mandos del sonido. Hacerse eco aquí de la banda, como más tarde me ocuparé de puntualizar, es importante. El de Holter no fue el típico concierto de artista en solitario acompañada por músicos mercenarios. Fue un concierto de todos, para todos.

Something In The Room She Moves (Domino, 2024) es el primer disco de la californiana en nada menos que seis años. Un disco aventurero y poco acomodaticio (como casi todos los anteriores) que ha recibido buenas críticas este año y que ha sido el motivo de una extensa gira por nuestro país cuya última parada era, precisamente, la de Valencia. Julia tuvo un momento de reflexión al inicio de su show para agradecer el hecho de poder aportar algo de luz con su música a la oscuridad que se ha sumido en esta tierra, habitual y paradógicamente, tan luminosa.

Y así lo hizo. Supongo que será una constante en sus directos hacerlo tan, tan bien, pero quise pensar que la Holter y su banda se aplicaron a fondo en esta ocasión para suministrar algo de felicidad a tanta mente cansada como sin duda había entre el público. Abrió, precisamente, con algo tan adecuado como “Sun girl”, tema luminoso que sirvió para que la banda fuera calentando y abordase a continuación uno de los grandes clásicos de la cantautora. Igualmente adecuado, dada la tierra en la que se encontraba, “Sea calls me home”, perteneciente a su segundo disco, con sus teclados barrocos cubrió de cierto halo litúrgico lo que ya se había convertido en una intensa experiencia para todos los presentes.

El conjunto de cuatro piezas que forma la Holter con el resto de miembros de su banda es, realmente, algo más. La bajista Devra Hof es un puro espectáculo en sí misma, armada con ese bajo sin trastes que sabe usar como si de una completa orquesta sinfónica se tratara. Tampoco es manca en absoluto la percusionista Elizabeth Goodfellow, que completaba una de las bases rítmicas más apabullantes que los ojos de este que escribe han contemplado, y, no contenta con ello, se las apañaba para hacer unas armonías vocales con Julia realmente espectaculares. El multiinstrumentista Tashy Wada se encarga de que todo encaje. De esta forma, los temas de su último disco, como su canción titular, se ensamblan a la perfección con algunos más añejos, como “In the green wild”, de su debut, o “Marienbad”, de su disco Ekstasis (2012).

Todo cuadra a la perfección y la sensación es de que la música nos eleva a todos los presentes a una dimensión astral en la que todo es mejor, donde el mal no existe. Y perdonen que me ponga así de esotérico, pero es que tal era el poder de comunicación de cuatro personas tan magnéticas en lo personal como diestras en lo musical. Todo fue suministrado, además, con el corazón en la mano, con total sinceridad, como debe ser.

Se suceden otros temas vaporosos, de esa rara belleza que es marca de fábrica de su autora, quizá la única -en mi opinión- que podría hacerse con el cetro de reina de Kate Bush llegado el momento. Suenan absolutamente magníficas “In the same room”, “Evening mood”, la imprescindible “Feel you”, la oscura “Why sad song” o un “Betsy on the roof” que es antesala de un breve receso para volver finalmente al escenario y acometer “I shall love 2”, el hermosísimo y extremadamente necesario en ese momento mensaje de amor que contenía el disco Aviary. Y de este modo, con la misma elegancia, la misma excelencia, la misma emoción que había al comenzar, Julia Holter nos dejó a todas y a todos sin el más mínimo resquicio de dolor, al menos, durante un rato. Después la realidad se impone, claro. Pero la música, sobre todo, música como ésta, siempre sirve de bálsamo.

Fotos Julia Holter: Susana Godoy

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