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Nudozurdo (OchoyMedio Club) Madrid 10/01/24

Tocaba iniciar el curso de conciertos este 2025 y no podía existir mejor manera de hacerlo que con Nudozurdo. La banda capitaneada por Leo Mateos es una de esas elegidas por mi persona que nunca, pase lo que pase, me cansaré de ver en directo. Su música lanzada a escasos metros de nuestras almas es siempre un ejercicio de exorcismo al que merece la pena exponerse.

Hace unos diez meses pude asistir también en la capital a lo que era presentación de su último largo y, en esta ocasión, aclimatados ya a la formación que supuso su resurrección y con Clarividencia (24) suficientemente interiorizado, las principales novedades tuvieron sobre todo que ver con el repertorio elegido y con una actitud escénica más opresiva y encerrada en sí mismos que entonces, exponiendo siempre esa fisicidad tensa tan propia.

El arranque con “Carta a Nina” y “La isla del diablo” nos demostraba de manera palmaria la evolución de su sonido en la actualidad hacia una banda de atmósferas y desarrollos, más expansiva y menos abisal, mientras que un extraordinario sonido, limpio a la par que rotundo, anegaba nuestros oídos.

La primera sorpresa de la velada fue la descomunal defensa y rescate de “Conocí el amor”. Una auténtica barbaridad de su obra magna, Tara Motor Hembra (11), disfrutada en absoluto desborde por mi parte y la de algunos de sus die fans mientras buena parte de la audiencia estaba un poquito a por uvas –no sería el único momento-. Otro de los grandes lances escénicos lo protagonizó “No te puedes rendir”, del reciente EP de mismo título, que les viene como anillo al dedo para desarrollar las formas mencionadas en que los temas fluyen y se dejan llevar en el catálogo más reciente. Especialmente hermosa sonó también “Úrsula, hay nieve en casa”, al igual que un penetrante “El Hijo de Dios” mientras que su gran clásico “Mil espejos” sonó algo rutinario y “Elvira / Santuario Combate” un poco falta de músculo.

Pero sin lugar a dudas lo más destacado fue presenciar como el concierto fue viniéndose arriba en el último tramo de la noche desde posiciones algo timoratas hasta alcanzar una de las exposiciones sonoras más brutales que les recuerdo, todo a partir de ese “El hijo de Dios” y rubricado con una afiladísima “Prometo hacerte daño” que dejó entrever en parte al elefante dentro de la habitación: que sus recientes temas, por brillantes que sean en bastantes casos, no llegan a las cotas de excelencia magnas de antiguos monumentos de su cancionero.

Llevados por esa euforia final el bis fue, directamente, apabullante con el rescate de su debut homónimo “Dentro de él”, gozo máximo para acólitos de siempre, uno de sus temas más extremos y peligrosos sin asomo de duda. A ella la siguió el misterio lacerante y magnético de la increíble “Dosis Modernas”, engarzada muy inteligentemente con ese cierre llevado al paroxismo que fue “Hay que matar a ese cerdo / La satisfacción del trabajo bien hecho” su mayor conquista musical reciente, retorcida y malsana, trazando una línea a la que animo a seguir a esta más necesaria banda que nunca llamada Nudozurdo.

Foto Nudozurdo: Raúl del Olmo

 

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