Madrid está herida de muerte
Analizamos el mal momento cultural que asola a la capital.
Desde hace ya varios años, Madrid, la que fue ciudad emblema de los movimientos culturales, cuna de la movida, espejo donde todos se miraban y referente obligado, está herida de muerte. Cada día quedan menos espacios en los que se pueda desarrollar actividades que fomenten la cultura y que apoyen nuevas iniciativas.
Si nos centramos en el tema de la música en directo, y concretamente en las salas de conciertos vemos que el panorama es poco halagüeño. Existen ya muy pocas en las que tocar no dependa de lo impuesto por las altas instancias o las modas comerciales. Madrid no posee recintos adecuados para la celebración de eventos de este tipo, ni por desgracia, un número respetable de locales que ofrezcan una programación de calidad con continuidad.
Si analizamos sus infraestructuras, por un lado tenemos recintos deportivos y taurinos (Vistalegre, La Cubierta, Las Ventas,…) y por otro, discotecas (Aqualung, Riviera, Arena, Macumba,…), que gracias a que alquilan su espacio para la celebración de conciertos podemos disfrutar de alguna que otra interesante gira. En tercer lugar nos encontramos con esas pequeñas salas (que prefiero no citar porque no quiero dejarme ninguna), desde donde se da cabida a todos esos grupos que desde la independencia intentan abrirse camino en el mundo de la música. Esas salas, que en ocasiones perdiendo dinero se arriesgan semana a semana con la intención de ofrecernos algo diferente, no reciben ningún tipo de apoyo, ni ayuda por parte de las autoridades sino todo lo contrario. El Ministerio de Cultura anda más preocupado de financiar a la Fundación Francisco Franco. Desde el Ayuntamiento en vez de facilitar las cosas, se imponen horarios ridículos, exigencias administrativas, dificultades para la promoción, alto gravamen en todo tipo de impuestos, amenazas de clausura, … y por otro lado está la SGAE, que en lugar de ofrecer algún tipo subvención para el lanzamiento de nuevos artistas sólo se interesa en recaudar.
Cada vez más artistas excluyen de sus giras a la capital por no existir un emplazamiento adecuado a sus exigencias. Sólo tenemos alFestimad como festival cabecera de la ciudad, un evento que carece de continuidad y cada vez de adolece de menos ayudas. UnPrimavera Sound, un BAM o un Sònar son a día de hoy del todo impensables.
Hace pocos meses La sala Suristán, escaparate de las músicas del mundo se unía a otros cadáveres que han ido quedando por el camino. En su despedida sus responsables afirmaron:
«…Nos despedimos haciendo una reflexión a los responsables de la Cultura, a la SGAE y a las autoridades municipales en nuestras ciudades: la cultura popular nace en los espacios libres para poder expresarse sin censuras ni condicionantes del mercado. Hay que fomentar y apoyar espacios de cultura independientes y no hacerles la vida imposible. En las salas de Música en directo nacen los futuros artistas que llenarán espacios mayores. Es un bien que no se puede usurpar a los ciudadanos».
Lo triste de todo este asunto es que Madrid se puede considerar una ciudad privilegiada.