Conciertos

Air – La Riviera (Madrid)

Es difícil expresar cuales fueron la multitud y variedad de sentimientos que el domingo entre nueve y diez y media de la noche invadieron a las más de 2.000 personas que abarrotaban La Riviera, pero creo que no me alejaría demasiado si lo asemejase a un viaje espacial, en el que los elegantes e impolutos comandantes Jean-Benoît Dunckel y Nicolas Godin, pilotaban la nave, el coronel Joey Waronker les ayudaban con una excepcional batería, y los viajeros, procedentes de multitud de naciones, y edades, se limitan a mirar absortos por la ventanilla, con una sensación como si el mundo se hubiese parado, y no existiese nada más que lo que en esos momentos sucedía dentro de la nave espacial “riviera”.

Y es que es sencillamente inexplicable, cómo estos dos franceses son capaces de crear semejante variedad de universos imaginarios a través de increíbles sonidos procedentes de su multitud de teclados, los contundentes y virtuosos sonidos de la guitarra y el bajo, la contundencia de una buena batería, y las inconfundibles voces/susurros a veces humanos, a veces droides, y a veces tan sensuales y femeninos, que casi te enamoran.

En esta ocasión, el viaje tenía como destino principal Love 2, y con las mismas tres canciones que abren el álbum (“do the joy”, “love” y “so light is her football”), comenzaron el concierto consiguiendo de una tacada, que la mitad de la sala se rindiese en un instante a sus sonidos, más potentes, más genuinos, y más escalofriantes incluso que en los propios discos. Pero si con estos tres primeros temas, no habían conseguido que todo el público se derritiese (sobre todo, aquellos menos conocedores de su último disco), la ovación fue general, y la sonrisa universal, cuando como cuarto corte del setlist, comenzó a sonar el famoso “remember” de moon safari. De esta forma se daba paso a la parte central del concierto, en la que una selección de temas de todos los discos, (por supuesto, con especial protagonismo del último) fueron transcurriendo mucho más rápido de lo que al respetable le hubiese gustado, haciendo las delicias de todos y cada uno de los asistentes por medio de temas como “Venus”, “tropical disease”, “people in the city” o “be a bee” que cuando parecían imposible de superar a la anterior canción, lo conseguían por medio de la única fórmula que la banda francesa sabe, una precisión milimétrica, una ejecución impoluta, y una trasmisión de sentimientos a través de los instrumentos, que si no ninguna, muy pocas bandas, son capaces de hacer sentir a través de la electrónica.

Los contoneos, las palmas y los bailes, cada vez iban siendo más frecuentes y continuos entre toda la sala, cuando de nuevo una de esas canciones míticas “talisman”, hizo por un segundo el silencio, para posteriormente pasar a la ovación. Pero en esta ocasión, la euforia continuó, y es que desgraciadamente se comenzaba a sospechar que aquello sonaba a traca final, cuando posteriormente sonaron los frenéticos punteos de guitarra, acompañados de los felices y pacificadores silbidos de “alpha beta gaga”, y finalmente el insuperable y espacial sueño que es “Kelly watch the stars”.

Tras prolongados vítores y aplausos volvía a aparecer el dúo francés, para interpretar otro tema de su último disco (“heaven´s light”), que haría la función de calma que precedió a la tempestad que supuso “sexy boy” (quizá el único tema que fue algo menos impactante de lo que me esperaba), y finalmente los más de siete minutos sencillamente insuperables en los que transformaron “la femme d´argent”, y que dejaron el mejor aroma a felicidad que un concierto puede dejar.

Era mucho lo que esperaba de este concierto, y pocos los miedos que tenía a cerca de que Air quizá fuese unos de esos grupos “de estudio”, muy poco solventes en el directo. Pero después del espectáculo de ayer, creo que todos los adjetivos, y los elogios se hacen pocos. Elegancia, precisión, exquisitez en los sonidos, contundencia en los ritmos, y escalofríos en cada punteo de bajo, en cada acorde de guitarra o en cada efecto producido por esos santos teclados, que sólo ellos saben hacer sonar de ese modo tan particular.

Universos originales made by Air, que sólo serás capaz de explorar, si alguna vez tienes la suerte de estar enrolado en esa nave espacial con matrícula francesa, y carburante electrónico.

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