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Band À Part – Templos y Neones (Elefant Records)

Hace lo menos 15 años estuve en Japón. Fue un viaje de placer que me regalé. Necesitaba un trallazo de posmodernidad, y ¡Anda que lo tuve!. Tokio es un chute de adrenalina que todo ser humano merece tener una vez en la vida. Vine como nuevo y aquellos quince días fueron uno de las mejores experiencias de mi vida. Crecí interior y exteriormente lo que no está en los escritos y cada día que pasa me alegro más de haber visitado a la capital nipona. Por eso, cualquier disco que, de una forma u otra, me lleva a aquella experiencia, es bien y me lo chuto de forma enérgica.

Si entre vuestras pelis preferidas está Lost in Traslation (con su genial banda sonora) seguro que como must have hay una visita a aquel reino de modernidad, bullicio y cultura manga. Por eso, cuando leí que lo nuevo de los Band À Part estaba inspirado en aquella urbe, sucumbí inmediatamente a escucharlo. Y deciros que lo que han hecho Javi y Coral me ha alegrado muy mucho la mañana. Hace días decidí dejar de ver la televisión; creo que los mass medias patrios merecerían otra gran cacelorada por el alarmismo, el morbo y todo el miedo que meten cada vez que abren la boca. Así que, pertechado con Spotify (las novedades no las puedo escuchar en formato vinilo ya que mi tienda habitual está close) me puse Templos y Neones y ya en los primeros compases me evadí al mirador de la Torre Mori, en Roppongi Hills. Y eso ha conseguido que se me dibuje una gran sonrisa desde primeras horas de la mañana (no es que tenga falta de sueño; es que estoy de teletrabajo funcionarial). Si alguna vez van a Tokio no pueden dejar de observar las vistas que ofrecen tal lugar; a mi juicio, junto con el Top of the Rock de Nueva York y el mirador de la Torre Montparnasse de París, las vistas más espectaculares del mundo.

Band À Part vuelven con una fuerza, con un sonido tan K-pop, tecno, moderno y electrónico de lo más interesante que ha salido en lo que llevamos de año en la hornada discográfica patria. Sí, lo reconozco, cuando terminé de escucharle hice un no tuve más remedio que hacerles un ojigi, que son las reverencias esas que vemos en las pelis niponas, como ellos le llaman «entregar la cabeza» (atama wo sashidasu), es decir; poner la parte más débil del ser humano (la cabeza) en manos de a quién le ofrecemos la reverencia. Se merecen un acto de confianza y respeto por la obra que nos han entregado.

Que la inspiración sea la estancia de la pareja en Tokio es obvio, porque se respira todo ello a través de sus canciones, incluso en los retruécanos más insólitos de las composiciones aflora y palpita la esencia nipona. A fin de cuentas, como todo viaje, es algo nacido entre emocional y lo personal. Y eso marca.

«Hablar con chicas en las fiestas», el tema con el que abren es como perderte en la estación de Shinjuku y aunque veas ese caos te asombra que nadie choca con nadie, pues así es esto; todo controlado. La segunda canción, «Nuestro momento», sigue el mismo estilo de la anterior, con ciertas reminiscencias al Mecano de «Quiero vivir en la ciudad» y, a fin de cuentas, gritan lo mismo; el trío hablaba de Madrid y los Band Á Part de no querer salir de Tokio. Para «El año sin verano» juegan, nuevamente, con el sintetizador para equilibrar una bella balada. «Templos y neones», el track que da título al álbum, refleja un poco las sensaciones y las razones por las que han plantado estos dos su residencia en los últimos meses. El conglomerado del mismo, de apenas media hora, te llevan a templos, bosques, cerezos en flor, kimonos, el Monte Fuji, comer ramen en Ramen Street, visitar el TeamLab Borderless, pasear por la Character Street, los centros comerciales y tiendas de Ginza, ver una obra en el teatro Kabuki-za, los parques de Koishikawa Korakuen, Rikugien y Shinjuku Gyoen National Garden, y, en fin; ¡Ay, que me ha entrado la nostalgia de aquel país y yo aquí encerrado!

Javi Román y Coral Rodríguez, quiénes llegaron a esto de la música influenciados por la Nouvelle Vague de Godard y Gainsbourg, pero también por J. D. Salinger o el twee pop de Sarah Records, por Stereolab, Beach Boys o The Love Generation, se sacan ahora un Game Center discográfico pero sin perder sus evocadoras y románticas.

Canciones como «City Pop» es un instrumental que surte efectos en un disco tan pluscuamperfectamente electrónico. «Una y otra vez» suena rica, diversa. Todo el disco es evocación pura, a veces resbaladizos pero, como todos los buenos viajes, siempre emocionante. Y el resto le sigue a la saga

Estamos ante un disco perfecto, limpio, dance, divertido pero con las letras habituales de estos hípsters de tomo y lomo que dirían Zipi y Zape. Disfrútenlo, sayonara.

Escucha Band À Part – Templos y Neones

 

 

 

 

 

 

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