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California, 1994. 25 años de la eclosión del punk californiano

California fue la tercera escena punk en eclosionar históricamente, mucho después (para lo que duraban los años en aquella época) de que lo hicieran los pioneros de Nueva York (Ramones y los más arty Blondie, Television, The Voidoids o Talking Heads) y de aquellos que, en las islas británicas, se llevaron la fama de la autoría de algo que no les correspondía (Sex Pistols, The Clash, The Damned). Pero los californianos sí que lo hicieron por delante de la new wave que surgiría en la Europa continental. El punk de la Costa Oeste enseguida empezó a tener unas características propias: velocidad y furia que acabarían desembocando en el hardcore que compartirían con grupos de la otra costa como Minor Threat o Bad Brains, pero, sobre todo, un estilo influido por la forma de vida californiana que se traducía en letras menos politizadas y más cercana a las realidades adolescentes (con la enorme excepción de Dead Kennedys) y con la cultura del monopatín como bandera (The Germs, Agent Orange, The Adolescents).

Sin embargo, todo este movimiento permaneció prácticamente en un segundo plano, si lo comparamos con la atención que recibieron la escena británica y la neoyorquina, y no fue hasta 1994, cuando el punk descubrió al mundo su segunda juventud de la mano de las nuevas escenas de las áreas metropolitanas de San Francisco y Los Ángeles y de la costa que las separaba. La mayoría de los grupos que surgieron en California a mediados de los ochenta inspirados por aquella primera ola lo hicieron alejados de las crestas y los cueros que reinaban por entonces en el street punk británico de The Exploited o GBH. Su frescor era más que evidente y se traducía en una nueva forma de ver aquella energía y rabia. Para mediados de los noventa, todos los grandes grupos del género ya habían publicado, como mínimo, un disco, aunque la mayoría ya llevaban dos o más a sus espaldas. La escena seguía todavía bajo tierra, pero 1994 lo cambió todo.

La MTV (cuando la M era de “music”) fue la llave que abrió las puertas para que todo el mundo viera que aquello que llevaba casi una década cociéndose en garajes y piscinas era más que un juego de críos para pasar el rato y se rindiera a uno de los mayores boom de la música en los noventa. Durante 1994 se publicaron decenas de singles y álbumes que, a pesar de no ser los primeros para muchos grupos, sí que fueron determinantes en sus carreras. Los críticos comenzaron a acuñar términos como neopunk, punk melódico o SoCal punk para definir aquello; se rompió la barrera del sonido con sellos independientes que alcanzaron cifras de ventas nunca soñadas; y se reconocieron a los padres del asunto que, como Bad Religion, apadrinaron esta nueva hornada contribuyendo con lanzamientos que certificaron que el movimiento era legítimo e iba en serio. Esta es una selección cronológica de diez largas duración de aquel nuevo punk californiano que vieron la luz ese año y que lo marcaron definitivamente en el calendario. Acompáñanos a 1994, el año que el punk dejó, de verdad, de no estar muerto.

Trashed, Lagwagon

A esta formación de Santa Bárbara le corresponde el honor de abrir los lanzamientos de 1994. Publicado en la primera semana de enero, Trashed fue el segundo LP de la banda tras Duh. En este disco se mantienen todavía ciertos aspectos de la producción de Fat Mike, de NOFX, y mantiene la velocidad y el protagonismo de las guitarras más melódicas de su predecesor y que son consideradas, junto con la voz de Joey Cape, características de la banda. Como curiosidad, este elepé contiene una versión de “Brown Eyed Girl” de Van Morrison.

 

 

Dookie, Green Day

Green Day fue uno de los grandes ganadores de la lotería de 1994 con Dookie. Hoy en día, sus conciertos y giras se encuentran entre las más esperadas y multitudinarias, llenando pabellones y estadios, pero hasta febrero de ese año, sus dos elepés previos (39/Smooth y Kerplunk) estaban considerados prácticamente solo dentro de la escena y únicamente recuperados a posteriori tras el pelotazo de Dookie. Lanzado en febrero, sus tres singles, «Longview», «Basket Case» y «When I Come Around», formaban parte del menú diario de la MTV y definían a la perfección el disco: melodías pegadizas, frescas y con ritmos alternando entre lentos y rápidos que hicieron de este lanzamiento un auténtico éxito con más de 10 millones de copias vendidas solo en los Estados Unidos.

 

 

Smash, The Offspring

Ningún otro disco publicado por una discográfica independiente ha vendido más copias en la historia que Smash (Dookie fue lanzado por Reprise, propiedad de Warner). Los seis millones de copias que The Offspring colocaron en Estados Unidos fueron fruto de la potencia que descargaban canciones como “Gotta Get Away” o “Genocide”, quizá algo más cercanas a la influencia del punk californiano de los ochenta, pero sobre todo a “Self Esteem”, un auténtico himno generacional cuyo videoclip (lleno de referencias a clásicos como The Vandals o The Germs) fue machacado hasta la extenuación en la televisión y que se ha mantenido como uno de los éxitos más reconocibles del género. Y solo vamos por abril.

 

 

Let’s Go, Rancid

Rancid pueden presumir de formar, por mérito propio, de ese repóquer de ases que a estas alturas del cuento todavía cuentan para llenar salas y estar en las posiciones altas de algunos festivales. Es ineludible que su gran éxito llegó con …And Out Come The Wolves, de 1995, pero un año antes los de Berkeley lanzaron Let’s Go. Inaugurando el verano, este disco era un puñetazo a la cara que lo mismo venía en forma de coros street punk o pub rock como en “Tenderloin” o “Midnight” (que evidenciaba esa querencia por grupos británicos como Sham 69, aunque más lo hacían esas crestas, por otro lado, excepcionales) que en la de un gancho lanzado con una velocidad pasmosa (“Motorcycle Ride”). Eso sí, el que busque ese ska punk que consiguieron apadrinar para la posteridad, poquito o nada encontrará en este disco.

 

 

Punk In Drublic, NOFX

A NOFX, formados en 1983, la fama le llegó al quinto álbum. Si bien sus cuatro lanzamientos anteriores gozaban de cierto reconocimiento en el circuito, la aparición de Punk In Drublic en julio de ese año fue el impulso necesario que necesitaba la banda para su pleno reconocimiento. (Auto)producido por Fat Mike, reconozcamos que este álbum no supuso ni supondría a posteriori un cambio drástico en el funcional y cuasi lineal estilo de los angelinos: letras bromistas, intensidad, ese carraspeo guitarrero de “The Cause” o esa mezcla de hardcore punk festivo con reggae o ska tan de ellos. Este lanzamiento contribuyó además con temas fundamentales como “Linoleum” o “Don’t Call Me White” al repertorio de la banda, aunque lo realmente interesante fue que no hubo emisiones de ningún tema suyo en radio comercial ni salió en la MTV, básicamente porque no se produjo ningún videoclip.

 

 

Fat Music For Fat People, varios

Incluyo aquí excepcionalmente un recopilatorio esencial para entender el género en su total dimensión. Lanzado en agosto, Fat Music For Fat People era un disco con fines promocionales de Fat Wreck Chords, el sello de Fat Mike, que incluía temas de algunas de las bandas que por entonces estaban en el sello. En esta propuesta podemos encontrar nombres conocidos como Propagandhi, los citados Lagwagon, Rancid o NOFX, pero lo más interesante era poder disfrutar de un ratito con formaciones que tuvieron menor suerte, pero algún tirón y que formaron (y algunos todavía forman) parte de esta historia, como Tilt, No Use For A Name, Strung Out o Face To Face.

 

 

Stranger Than Fiction, Bad Religion

A Bad Religion todo esto les pilló porque les tenía que pillar. Fundamentales en la creación de la escena californiana de los ochenta y herederos directos del breve legado de bandas como The Germs o los primeros TSOL y coetáneos de otros gigantes como Circle Jerks o Vandals, a los angelinos les tocó casi sin querer apadrinar y bendecir todo lo que estaba ocurriendo desde principios de los noventa. Cuando en septiembre de 1994 editaron su octavo álbum, Stranger Than Fiction, el resto del mundo vio con claridad en este lanzamiento el espaldarazo genuino que iba a complementar el mediático. Si obviamos la tosquedad de sus dos primeros lanzamientos, éste podría ser perfectamente la continuación de lo iniciado con Suffer seis años antes y que todavía hoy sigue vigente: ese larguísimo disco que es la carrera de Bad Religion. Para el registro quedan esos himnos que son “Infected” y “21st Century (Digital Boy)”.

 

 

Friendly People, Guttermouth

Amigos de la velocidad y de la broma en general, Guttermouth vio el cielo abierto con el telefonazo de Dexter Holland, de The Offspring, para que su segundo elepé fuera el primer lanzamiento del recién creado sello Nitro Records. De aquella llamada surgió el resto: se publicó Friendly People, se aprovecharon de la onda expansiva y giraron sin parar complementando su lista con temas de este disco que rayaban lo criminal entre el medio minuto de “Bullshit” y nunca más de los dos minutos y poco de “Derek”, “P.C.”, “Disneyland” o “End Of Nine”.

 

Rev, Ten Foot Pole

Septiembre de 1994 se cerró con la publicación del segundo álbum de Ten Foot Pole. Rev atestiguó que los de Simi Valley tenían algo que los diferenciaba del resto. No se sabía muy bien si era esa crudeza simple de la batería o bien el resultado de todo mezclado, voz e instrumentación, pero quizá mayoritariamente la producción lo que les hacía acercarse más a ese sonido skate de finales de los ochenta o, incluso, a bandas del norte como SNFU. “Old Man” o “Co-Song” pueden asegurarlo.

 

 

Punkrockacademyfightsong, Down By Law

En 1994 también vio la luz el tercer larga duración de Down By Law. A esta cita no podía faltar el grupo del inquieto Dave Smalley, que asistió con un disco cuasi paradigmático del lado más veloz y despiadado de todo el movimiento. Inexplicablemente, la mayoría de los temas no bajaban de los tres minutos, una barbaridad si nos fijamos en la celeridad que atesoran canciones como “Punk Won” o “Sympathy For The World”. Pero era precisamente esto lo que les caracterizaba: que no había que descargar todo en un minuto si podías con toda tu energía hacerlo en tres, pero tampoco descargar en siete las de ritmos más pausados si lo podías hacer en menos (“Heroes And Hooligans” o “Goodnight Song”).

 

 

1995 siguió con el incendio y supuso la continuación en la producción de grandes bandas del punk californiano que, por cosas del destino, pasaron por 1994 sin lanzar un elepé. Tales fueron los casos de Pennywise, que en 1993 había lanzado Unknown Road y hasta dos años después no publicó About Time, o de Tilt, que solo publicarían ese año su segundo disco, ‘Til It Kills. Pero, sobre todo, 1994 sirvió para que, como el depósito de retención de Cazafantasmas al explotar, el mundo se inundase durante los años siguientes del espíritu que complementaría el grunge y que daría posibilidades a nuevas formaciones como Blink-182 o Goldfinger de triunfar casi desde el inicio, aunque esto, musicalmente hablando, no implicase algo necesariamente bueno.

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