Caribace – Caribace (Mystery)
Seguramente, pocos medios de comunicación occidentales saben de la existencia de Caribace, un grupo de la escena alternativa rusa. Y es que todo cuanto acontece en ese apasionante y enorme país sigue escondido detrás de un telón de acero mental construido por el mal llamado Occidente, que hace impenetrable y desconocido, y por ende sucinto a prejuicios e imprecisiones, sino a tergiversaciones, todo cuanto allí acontece en el plano cultural.
Caribace es, digámoslo ya, una pequeña joya del underground ruso, o mejor dicho de la vivísima escena de clubs de ska, jazz, reggae de Moscú y San Petersburgo. Un grupo que fusiona la electrónica ciberdélica, las guitarras, el dub jamaicano y el mensaje pacifista con una facilidad y un desparpajo que dejaría boquiabierto a más de uno, nadando por unos parajes muy raramente transitados. Once temas, y dos tomas en directo (en los clubes Propoganda y Griboedov) conforman la propuesta de este disco, abierto de miras como muy pocos de los que se han podido escuchar en este 2004. Cantan en ruso, pero también en un lenguaje inventado. Apuntalan sus temas con la electrónica de Netslov, unos popes locales cuyo sonido bebe, sobretodo, de la épica de Sabres of Paradise. Se divierten usando los típicos cantos Hare-Krishna, más fumados que religiosos sin duda. Y, finalmente, releen varios temas por dos veces (caso de “Ocean Dub”), dándole rienda suelta a un interesante concepto de la improvisación electrónica, en directo.
La versatilidad con que fusionan distintos contextos (no parece muy usual interpretar reggae-dub en Moscú) hace de Caribace una rareza de antología, por cuanto nos descubre que las posibilidades de mezcla son infinitas, si se es abierto de miras. La demostración de que en Rusia han llegado y llegan las influencias de lugares lejanos, traidos incluso por músicos que llevan emigrando desde hace ya décadas a ese país, queda patente en la propuesta, llena de negritud con sabor a ron y marihuana, de Caribace.
Los soportes con los que mezclan son, además, raros: los sonidos electrónicos de sintetizador son, sin duda, diferentes de los que usualmente escuchamos, pues la tecnología rusa ha desarrollado su propio itinerario, desde hace ya muchas décadas. El mundo de los aparatos de la era soviética ha generado un sinfín de posibilidades en la música que, por desgracia, son absolutamente desconocidos aquí. Cada vez más encerrada en la supervaloración de la producción anglosajona y norteamericana, la industria europea sigue barrándole el paso a un mundo que se antoja lleno de grandes músicos y músicas.
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www.caribace.com
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