Christina Rosenvinge – Bilborock (Bilbao)
Todo parece indicar que Christina Rosenvinge ha alcanzado la madurez como artista. La madrileña comenzó a primeros de los ochenta, siendo aún una adolescente, y formó parte de varios proyectos hasta que optó por centrarse en su carrera en solitario. Su último trabajo, Tu labio superior, certifica el buen momento creativo que vive Rosenvinge.
Su visita a Bilbao coincidió con el show de Steve Wynn y fue una lástima que no compartieran sala.
Quienes decidieron sobrellevar la fría noche de invierno degustando la cálida voz de Christina dudo mucho que no salieran contentos de Bilborock. No se me ocurre un plan mejor. Para empezar, la banda que acompaña a tan respetable señorita, es de un nivel que asusta. Varios mercenarios de lujo: Chris Brokaw a la guitarra, Jeremy Wilms al bajo y Steve Shelly de Sonic Youth a la batería. Junto a ellos, su habitual colaborador, Charlie Bautista.
A las primeras de cambio, “Tu boca”, un tema absolutamente adictivo. La combinación entre la dulzura que desprende la voz de Christina y la prestancia ofrecida por las tres guitarras, sirvieron para cautivar al público desde el inicio.
Tras una trilogía de discos en inglés, el nuevo disco de nuestra protagonista supone un regreso al castellano. A buen seguro que su participación con Nacho Vegas en “Verano fatal” ayudó a retomar la composición en nuestro idioma.
Tan seductora voz parece no querer llamar la atención, no situarse en primer plano, sin embargo, te penetra y atrapa. Y la banda perfectamente la acompaña. Se crea una atmósfera a media penumbra, aderezada por momentos más luminosos que denotan un pasado pop. Y llega “Tres minutos” para recuperar el rock y que nadie se piense que se trataba de una propuesta de teatro.
Rosenvinge se atreve con el piano (“Animales vertebrados”), se atreve a dejar claro que esa presencia delicada no es más que una pose. Lo suyo es acariciar sin achantarse. Sus historias de amor y desamor son ejemplo de superación, heridas, en algunos casos, no han impedido a la madrileña alcanzar un destacado puesto. Divina madurez.
A la salida, llovía que se mataba. Ya llegará la primavera.