Coconot – Cosa Astral (BCore)
La sombra del Guincho es alargada, para el beneplácito de unos y para la desaprobación de otros, y eso se nota en el nuevo disco de Coconot. Sin embargo, hay que dejar las cosas claras; el cambio desde Novo tropicalismo errado (Bcore, 2005) hasta este Cosa Astral (BCore, 2008) es tremendo, en lo cual hay que hacer hincapié, no porque su anterior trabajo supusiera un infortunio, sino porque el trío barcelonés ha sabido adaptar su propuesta al trabajo en solitario de sus tres integrantes. Son tres trabajando, cada uno en su parcela: el trabajo compositivo y estructural de Pablo, las mezclas de Jens Neumaier y Cristian Subirà tratando de dar forma a las sensaciones que puede producir la música electrónica.
La urgencia del hardcore expulsado en su anterior disco se ha ralentizado, recogiendo muchos más detalles por el camino, trabajando más las melodías vocales y, sobre todo, las mezclas. Porque Alegranza! ha dejado huella en Cosa Astral, pero hay cambios considerables: los loops constantes del canario han sido sustituidos por instrumentos, se ha trabajado con tempos y ritmos más variados, y la voz de Pablo tiene mucha más presencia en este álbum que en su disco en solitario.
El camino trazado por «Si apuntas y no matas todo o parte» de «Conservad el rayo» es bastante paralelo al disco del internacional Guincho, pero como se ha dicho anteriormente, Coconot demuestra mayor variedad estilística; sobre todo, psicodélica. Escuchar «Polen Muchacha!» o «Miles de ojos» con una caja de ritmos acompañando a la batería de una forma más sencilla, mucho menos estrepitosa y más volátil, produce una mejor asimilación de las melodías (sí, con loops “Collectives”), utilizando el delay con la suficiente cadencia para dejarnos llevar por ese particular mundo “astral”. También cabe destacar el cambio de estructuras que aparecen en mitad de algunas de las canciones, rompiendo los esquemas completamente, como pasa en la inicial «Conservad el rayo» donde Pablo sincroniza su voz con esas melodías electrónicas tan tropicales. La batería y la percusión se minimizan en «Verbena de los delfines», mostrando la cara más amable y alegre sin llegar al desfase de su anterior disco. De buen rollito.
La actitud más roquera de Coconot queda patente en la mayoría del disco, pero cristaliza a la perfección junto con ese aire tropical y esa electrónica menos obsesiva que la utilizada por sus integrantes en «Tao», amalgama un tanto rara avis que, junto con la festiva y alegre «El fin del sonido tropical», supone parte de lo mejor del disco.
Coconot alberga a El Guincho, pero Jens y Cristian saber aportar su granito de arena para formar un álbum mucho más variopinto que cualquiera del trío o del canario en solitario, lo cual supone un paso adelante y un incremento mayor de la curiosidad que suscitará su próximo álbum.