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DarkMAD (Sala Groove) Pinto (Madrid)

Siempre es bonito asistir al nacimiento de un festival. Independientemente de la esperanza de vida que pueda tener cada propuesta, honra a sus organizadores cada intentona que se lleva a cabo, y más si exploran estilos que, queramos o no, andan un poco denostados en nuestro país en cuanto al formato festival se refiere. Este es el caso de DarkMAD, dos días de oscuridad más que justificada dentro del amplio espectro que abarca desde la darkwave o la electrónica más tenebrosamente salvaje al sentimentalismo de lo clásico.

La jornada del viernes despachó pronto una de las grandes actuaciones del festival. Quizá no tanto por su posición en el cartel, pero sí por su pegada y ejecución, The Cassandra Complex fue, a la larga, uno de los mejores del fin de semana. Rodney Orpheus declaró estar muy feliz de su vuelta a España y recordó que había pasado demasiado tiempo desde la última vez. Después de tocar “Nightfall”, y tras una charleta introductoria, interpretaron “Ground”, “Penny Century” y “Second shot”, ampliamente celebrado por el público. “Moscow Idaho” sufrió los primeros problemas de sonido -no se escuchaban las guitarras- y, aunque el grupo se sentía a gusto sobre el escenario, tuvieron que despedirse y lo hicieron con una petición del público: “One millionth happy customer”.

Había ganas también de ver a Signal Aout 42, SA42 para los amigos, que cumplieron con creces certificando que “Dead is Calling” sigue siendo el favorito del público. Para entonces, muchos esperaban con ansia la actuación de Covenant, uno de los principales reclamos del festival, que no tardaría en torcerse. La actuación del grupo de future pop fue la gran decepción de la noche e, incluso, del festival, debido en gran parte a un sonido desastroso. Hubo que interrumpir el concierto de los suecos nada más empezar ya que no se oía lo más mínimamente la voz de Eskil Simonsson. El segundo intento también fue fallido, despertando las protestas del público. Los problemas técnicos iban a ser recurrentes a lo largo del concierto y finalmente el grupo siguió tocando a pesar de la mediocridad del sonido. Apenas se reconocía la voz y muchos de los asistentes decidieron tirar la toalla y dar por perdida la actuación y sólo los más entusiastas celebraron el concierto de los nórdicos que culminaba con un tema tan emblemático como “We Stand Alone”.

Lords of Acid sí que cumplieron y se encargaron de calentar de nuevo el ambiente, en todos los sentidos. Con su entrega, y claro, con su enorme sexualidad, recargaron esa energía que parecía haberse esfumado antes de los aparatos de sonido. Los belgas irrumpieron en el escenario a base de su legendario bizarrismo y convirtiendo el escenario en una tribuna desde la que lanzar temazos como “Scrood Bi U” o su clásico “I Sit on Acid” con una Marieke Bresseleers animando el cotarro y, llegado el momento, a algo parecido a una actuación ligera del FICEB. Bueno, Lords of Acid en definitiva.

Para la segunda jornada se esperaba una afluencia de público un poco superior al día anterior, muy posiblemente debido a la presencia de otros dos, sino los dos, grupos más populares de los que conformaban el cartel: Fields of the Nephilim y Apoptygma Berzerk. Sin embargo, algo que no cambiaría a lo largo del sábado fue la presencia de ciertos problemas, tanto técnicos como de programación, que se habían convertido para entonces en una de las comidillas entre los asistentes. El adelanto de varios grupos en bloque propició, por ejemplo, que formaciones como Alien Vampires y su electrónica tuvieran que lidiar en el mismo tramo con los cabezas de cartel.

Fields of Nephilim se habían convertido por derecho propio en la cita más interesante del festival tanto por su trayectoria contrastada y su representatividad del rock gótico más purista como, sobre todo, por la oportunidad que representa ver en directo en nuestro país a un grupo que cuenta con los dedos de una mano sus actuaciones en España tras su reaparición en 2007. Ocultos tras una impenetrable cortina de efecto humo, la formación inglesa se dispuso en línea y, casi estáticamente y sin preámbulos, comenzaron a soltar su repertorio con “Preacher Man” como bastión, transportando al respetable hasta otro tiempo… hasta que comenzaron nuevos fallos técnicos aderezados con algún percance con Carl McCoy en forma de caída. Regresaron, y para cuando sonó “Moonlight”, el público estaba tan frío como la disposición de la banda sobre el escenario. Es lo que tiene parar un concierto. Sin embargo, la ejecución técnica del quinteto fue suficiente, junto con la selección de los temas más emblemáticos de sus dos primeros álbumes, Dawnrazor y The Nephilim, como para tratar como notable su paso por el festival. Y es que no hay nada como una buena dosis de purismo para marcar y recordar de dónde proviene el asunto.

Tras la cita con la historia reapareció el presente. Los turcos She Past Away certificaron lo que hablamos con ellos la semana pasada: que se presentan como el continente de todas las esencias oscuras de los últimos cuarenta años, que se sienten a gusto con dos sobre el escenario, que son el resultado de una darkwave que viene construyéndose desde hace un tiempo, y que son algo así como los abanderados de la escena continental de la reinterpretación del nuevo post-punk (¿cuántos post van ya, post-post-post-punk?). Puesta en escena reducida al máximo, tirando de diapositivas y de disposición simple, teclados y guitarra, y al grano: “Kasvetli Kutlama”, “Disko Anksiyete” y casi todo su repertorio básico para mantener al público atento con una más que correcta actuación.

Mientras que los de Bursa estaban sobre el escenario en pleno concierto, los técnicos campaban a sus anchas por las traseras del mismo poniendo todo su empeño en que Apoptygma Berzerk no sufrieran lo que sufrió Covenant la noche anterior. Los noruegos celebraron una comunión con el público inédita hasta ese momento de la noche. Si bien su future pop es de lo más festivo y eso permite una mayor interacción, la fuerza que escondía Stephan Groth (que, curiosamente, es danés) fue determinante. Bajo esa chupa de cuero bendecida por Yazoo en una clara declaración de intenciones, se escondía la energía necesaria para arrasar desde el principio, con momentos de éxtasis absoluto como “Non-Stop Violence” (quizá sonó demasiado pronto) o “Bitch” y certificar que, ya sí, el festival había cumplido con lo que prometió. La noche continuó con los italianos Kirlian Camera y con los veteranos Robotiko Rejekto para recordar que, al final, la oscuridad es de los pocos elementos que aglutinan propuestas tan diversas.

A la primera edición de DarkMAD le sobrevivirá una segunda, ya anunciada para octubre de 2020. Así pues, la organización tiene por delante un año para apuntalar la propuesta musical, suficientemente buena para este debut, pero, sobre todo, para mejorar en ciertos aspectos logísticos y en el plano técnico. Hasta entonces, un año para recordar los dos días que tiñeron Madrid de negro.

2 comentarios en «DarkMAD (Sala Groove) Pinto (Madrid)»

  • Obviaron mencionar todas las bandas nacionales de la escena del país que actuaron en el Madstage.
    ¡Ah no claro! en España no hay talento porque no existimos…, que decepción de artículo.

    • Si crees que no apoyamos el talento nacional es que realmente no nosconoces. Busca una revista que saque 250 bandas emergentes al año

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