Dawes – Nothing Is Wrong (Loose / Houston Party )
Os voy a contar un secreto: la objetividad no existe. La mayoría lo sabréis ya, pero quiero que esa primera frase sirva de ancla, de punto de retorno para que, en cualquier momento de flaqueza, de no entender nada, podáis volver a ella y comprender de qué va este texto.
Grabado a finales de 2010, publicado en Estados Unidos a mediados del año pasado y reeditado en Europa tres meses después, este disco me encontró a mí a finales de 2011. Ni antes ni después. Su rush final, que tensó sus músculos hasta la rotura y le hizo sangrar por la nariz en su última zancada, consiguió que llegara justo a tiempo para actuar de banda sonora de un final de año que buscó su redención en forma de buenas nuevas. Y quizá sea por eso que este disco haya alcanzado la categoría de enormidad en quien escribe. En situaciones así, la objetividad se vuelve más escurridiza que nunca. Sin embargo, el rigor analítico late bajo la euforia, agazapado mientras espera mejores días, y éste dice que Nothing Is Wrong es un trabajo monumental, de una naturalidad bestial y con unas canciones excelentes que brillan gracias a una producción soberbia.
El músico y productor Jonathan Wilson es el responsable de esto último. Ya lo fue del primer disco de Dawes (North Hills, 2009), y sin duda es un elemento clave del éxito de la banda angelina. Nothing Is Wrong suena igual de natural que su antecesor, como si lo difícil realmente fuera no hacer las cosas así. El sonido que Wilson consigue con Dawes refunda positivamente los términos fácil, cómodo e incluso blando, y permite que la banda de los hermanos Goldsmith se desmarque en su segunda referencia del folk-rock de molde indie y se acerque al rock de los 60, artesano, ése que no temía mezclarse con el soul, el rhythm & blues, el country y, por supuesto, el pop.
En poco más de cincuenta minutos, Nothing Is Wrong disipa cualquier duda: estos tipos juegan en otra liga. La demostración de personalidad de los californianos entronca directamente con lo que manifiestan vivamente durante todo el disco: una versatilidad fuera de lo común. Capaces de pasar del rock de herencia más clásica (“Time spent in Los Angeles” , “If I wanted someone”, “Fire”) a rodearse de soleadas melodías pop (“How far we’ve come”, “The way you laugh”), del country más festivo (“Coming back to a man”) al folk de corte acústico (“My way back home”, “Million dollar bill”), Dawes hacen las cosas con una sencillez impropia de una banda que apenas cuenta con tres años de vida.
El disco acaba por convertirse en una perfecta materialización del escenario que plasman sus canciones: un viaje por carretera bajo un sol que observa al protagonista buscándose en cada gasolinera, en cada motel barato. A nosotros no nos hace falta buscar mucho en el disco para encontrarnos a Jackson Browne (que, de hecho, interviene en alguna canción), a Neil Young, a Crosby, Stills & Nash o incluso a The Band. Pero lo que de verdad encontramos es una banda que en sólo dos discos ha conseguido un sonido propio y altamente reconocible.
Dawes combina maravillosamente guitarras nobles, teclados y órganos durante todo el disco; la emblemática “Time spent in Los Angeles”, “If I wanted someone” (“I want you to make the days move easy”) y “Fire away” (con un final muy psicodelia del San Francisco de los 60) son los estandartes del disco, y la cara más rock de Goldsmith y compañía. En el otro extremo, la pose acústica y americana de “My way back home” (vuelve la épica desatada de “When my time comes”), “So well” o “Million dollar bill”, reluciente por la gran labor de producción y el apasionado juego de voces de los californianos.
Nothing Is Wrong es un disco honesto, cristalino, repleto de energía. Y de buenas canciones. Un homenaje al buen gusto que recuerda a esos héroes anónimos del rock capaces de armar canciones gigantes con el instrumental más humilde.