El Ser Humano – Valentía, Lealtad y Dignidad (Discos Belamarh)
Siempre me han fascinado los discos de ruptura. De hecho, tenía un proyecto de artículo al respecto y comencé a recopilar grandes discos de la historia del pop, del country, del soul, fabricados a base del desgarro provocado por el desamor. Pero aquellos eran discos de gente pretérita o lejana, nunca me habían tocado directamente las circunstancias que los determinaron, la verdad. Y eso es diferente en esta ocasión.
Conozco a Gonzalo Fuster, el nombre que está tras el proyecto El Ser Humano, muchos, muchos años. Al margen de nuestra relación personal, he seguido su música y la peculiar manera que tiene de traducir su universo en canciones, que a medida que se han ido sucediendo sus prolíficas obras, han ido transitando del surrealismo humanista a lo confesional.
A Gonzalo el 11 de septiembre de 2022 le desgarraron el corazón. Nos saltaremos, por supuesto, los detalles, que pertenecen a su esfera privada, pero eso es relevante porque motiva que sea precisamente hoy, el 11 de septiembre de 2023, día en que escribo estas líneas y en el que se cumple un año justo desde que ocurrió lo que ocurrió, cuando ha decidido dar luz a estas canciones en forma de disco. Esto es así porque aquel día de hace un año Gonzalo -cuerpo, alma, ser- se rompió en mil pedazos. Se rompió tanto que cualquier otra persona seguramente no se hubiera logrado recomponer.
Pero él contaba con un arma secreta: unas canciones que él siempre ha fabricado como si fuera Willy Wonka haciendo golosinas. A montones, a borbotones. Pero esta vez, el pozo estaba seco. No obstante, logró recoger los suficientes pedacitos de sí mismo como para volver a agarrar la guitarra y el piano y empezar a verter lágrimas en ellos. Lágrimas de las que fueron surgiendo canciones, que ahora dan forma a este Valentía, Lealtad y Dignidad.
Al igual que en muchos de aquellos discos clásicos de los que hablaba al principio, en éste se respira el dolor. Pero al contrario que en muchos de ellos, este es un túnel negro, muy negro, pero del que se entra y se sale. Con su habitual gusto por la melodía, a medio camino entre el pop gótico de Scott Walker, la finura de Lucio Battisti y la candidez de Vainica Doble (ojo al homenaje que se marca con ellas al final de “Me rompieron el corazón”), Gonzalo va dando forma a un extraño viaje que realizaremos de su mano.
Aquí es donde me van a permitir que me desplante del modelo de “juntaletras” musical tradicional, que debe ser sesudo y objetivo, y reconozca abiertamente mi falta de perspectiva al apreciar estas canciones, pues no estoy desconectado del todo de su génesis y me es difícil no emocionarme de una forma eminentemente personal al escucharlas, pero también les garantizo que en ellas encontrarán la misma punzante sinceridad, el mismo elevado talento, que ha alumbrado discos tan rotundos, aunque poco conocidos, como Egresión, Casa o Las 10 Nuevas Canciones Del Ser Humano. Sin olvidar, claro, la muy celebrada aventura junto a su amigo Alberto Montero, que viaja bajo el nombre de Algo y dejó tras de sí un disco realmente fabuloso el año pasado.
De hecho, parte del encanto, del candor, de las canciones del disco de Algo, está también aquí. En la primera parte del disco, la que va de “Yo no” a “Réquiem por el difunto equivocado”, ese reflejo está cubierto de un espeso halo de amargura; pero a partir de “Nicaviana del dolor”, se empieza a ver la luz. Llega una pequeña maravilla de folk luminoso titulada “En el tiempo y la distancia” y parece que la película deja de ser en blanco y negro y se llena de color. El momento de la redención, no sabemos si del perdón, ha llegado. Lo certifica la perfecta maniobra de pop latino que es “Perdonémonos”, todo un hit en un mundo ideal; pero inmediatamente la miniatura “Nanai” vuelve a dejar testimonio del peso del dolor, tan necesario, por desgracia, para aprender y continuar camino. Y para terminar, una copla sui generis. De hecho, Gonzalo echa mano de una vieja canción de Ontario, una de sus bandas pretéritas, que se titulaba “Volveremos” y él aquí ralentiza y retitula como “Querido mío”. Una maravilla de himno a la ruptura y al reencuentro que cincela el final de un disco conceptual, sanador y a todas luces, rotundo.
NOTA: El disco no se publica en formato físico, se puede escuchar y descargar gratuitamente en el Bandcamp de Discos Belamarh, pero aquellos que se interesen, y lo pidan antes del 11 de noviembre, contarán con una edición personalizada en CD, pueden encargarlo por el Bandcamp o escribiendo un correo a [email protected] o un whatsapp a 690920004.