Especial: 50 aniversario de la muerte de Janis Joplin
“Cuando estoy sobre el escenario, hago el amor con 20000 personas diferentes. Después me marcho a casa sola”. Esta conocida frase, atribuida (parece ser que con razón) a Janis Joplin, nos da una idea de los motivos que pudieron arrastrar a una artista de su calibre a desperdiciar su vida en una espiral de autodestrucción que la llevó, cuando estaba en condiciones de alcanzar la cúspide de su carrera, a fallecer de sobredosis en la madrugada del 3 al 4 de octubre de 1970, hace justamente ahora 50 años.
Sirva este reportaje como homenaje a una figura trascendental para entender el mundo del rock como lo conocemos en nuestro días.
Sus Inicios
Desde su infancia en Texas, todo el mundo tuvo claro que Janis Lyn Joplin no era una niña como las demás. Sus padres tenían un trabajo bien remunerado, acudían regularmente a la iglesia, se llevaban bien y todo hace suponer que en casa reinaba un agradable ambiente familiar, pero la pequeña Janis ya era infeliz. Comenzó a cantar en el coro de la iglesia como hacían muchas niñas, pero su relación con la música alcanzó una nueva dimensión cuando comenzó a juntarse con un grupo de jóvenes, inadaptados como ella, que la iniciaron en el mundo del blues con discos de Bessie Smith y Leadbelly. Aquella música, junto con su afición por la pintura y la lectura, fueron su válvula de escape en unos años que siempre recordó con dolor por el sufrimiento que le causaba ser la “rara” de la clase: con sobrepeso, con problemas con su piel y su pelo, más bien feúcha y con unos gustos totalmente diferentes a lo que era de esperar en una joven de su posición y en un pueblo del sur de los Estados Unidos, Janis fue etiquetada rápida y repetidamente como “freak”.
Acabado el instituto, Janis pasó unos años en la universidad con los mismos resultados. Allí no fue mucho más popular; sus compañeros, más educados que los que había tenido hasta entonces, despacharon su paso por el campus con unas notas en el periódico de la universidad: “era diferente”. Como era de esperar, dejó los estudios y se marchó de casa para perseguir el destino soñado por todos los jóvenes que aspiraban a hacer algo distinto y excitante con sus vidas: California. Su llegada a aquella supuesta cuna de la modernidad y la libertad fue algo decepcionante. A pesar de que los días del flower power, la libertad sexual, el hippismo y los viajes alucinógenos estaban empezando a llegar, aquella escena era tan machista y paternalista con las mujeres como cualquier otra. Janis tuvo que trabajar duro y en solitario, situación que la arrastró a una vida salvaje que ya jamás abandonaría. Empezó entonces (o se agravó, es difícil saberlo) una relación con las drogas que arrastró durante toda su vida, a excepción de algunos breves periodos que generalmente coincidían con algún regreso a su casa de Texas.
A esas alturas de su vida Janis ya sabe que ni su físico ni su voz la iban a permitir convertirse en una cantante folk al uso, así que apostó definitivamente por su amado blues. Sus apariciones en cafés y garitos de dudosa reputación se convierten en espectáculos incendiarios; su voz suena desgarrada, el sentimiento blues supura por todos los poros de su piel, ella misma es toda pasión y dolor. Su forma de cantar es diferente, pero también lo es su imagen y su forma de vivir.
Los cantantes folk utilizaban sus canciones para denunciar y repudiar el orden establecido; Janis iba más allá, consciente o no de ello, y en lugar de usar su voz o sus canciones como protesta contra el sistema, se usaba a sí misma. Su vida era una continua afrenta al sistema.
Varios grupos le siguieron la pista, y finalmente fueron Big Brother And The Holding Company los que se llevaron el gato al agua a través de un contacto que conocía a Janis de sus años en Texas y la hizo volver a San Francisco (se encontraba otra vez en su estado natal) para probar con la banda. Hubo chispa, y en poco tiempo el grupo se convirtió en uno de los más importantes y singulares dentro de la incipiente escena hippie. Consiguieron algunas actuaciones fuera de California; tras una de ellas en Chicago les fue ofrecido un contrato discográfico con un sello independiente, pero el asunto no acabó demasiado bien y la banda volvió a California con pocos recursos, alojándose en la comuna de los Grateful Dead, donde aparentemente se sumergieron definitivamente en el mundo del ácido y las drogas duras. Poco después empezaron a circular rumores sobre un posible gran festival de pop, con las grandes bandas locales, americanas y algunas extranjeras, al estilo de los festivales de jazz o folk que ya se llevaban haciendo en la zona durante años.
Festival de Monterrey
Finalmente el festival de pop tuvo lugar en Monterrey, del 16 al 18 de junio de 1967. El evento se convirtió en mítico por muchas circunstancias: aparte de ser el primer gran festival de poprock, supuso la primera aparición importante de Jimi Hendrix ante sus compatriotas, la primera visita de The Who a los Estados Unidos, la primera actuación de Otis Redding ante una audiencia mayoritariamente blanca…y la gran presentación de Janis Joplin ante un publico multitudinario. Por entonces su grupo seguía sin opciones de grabar discos, pero fueron igualmente invitados al festival (sin cobrar, claro, como la inmensa mayoría de los invitados).
La salida de Janis al escenario fue uno de los momentos más impresionantes del festival. Su imagen desafiante, rockera, rebosante de energía pero frágil al mismo tiempo, su personalidad a la hora de vestir, de moverse, de cantar, su actitud sobre el escenario y sus repetidos tragos a su inseparable botella de Southern Comfort… todo ello hizo más por el auge del feminismo de lo que conseguirán jamás veinte millones de ministras de igualdad “trabajando” a la vez. Son muchos los que aseguran que fue en ese preciso instante cuando se dieron cuenta de que una mujer podía hacer exactamente las mismas cosas que hacían los hombres.
El impulso que les supuso su actuación en Monterrey les permitió finalmente publicar su homónimo disco de debut, así como conseguir sus primeras actuaciones en la costa este, incluyendo Nueva York, y también apariciones en la televisión. El nombre de Big Brother And The Holding Company empezó a sonar mucho a lo largo y ancho del país, pero su gancho principal era Janis. De hecho, pronto empezaron a ser conocidos como “Janis Joplin And Big Brother And The Holding Company”. Como suele ocurrir en estos casos, los celos, las envidias y los malos consejos rompieron una historia que hasta entonces había sido casi perfecta. A finales de 1968, Janis Joplin abandonó la banda.
Años finales
Tras dejar a los Big Brother, Janis reclutó unos cuantos músicos para formar una nueva banda a la que llamó, de manera muy apropiada, Kozmic Blues Band. Con ellos grabó, durante el verano de 1969, su LP I Got Dem Ol´ Kozmic Blues Again Mama!, que no consiguió superar el éxito de sus anteriores trabajos y que dividió a la crítica. Con su nueva banda apareció en el mítico festival de Woodstock. Parece ser que su actuación no fue de las mejores en su carrera y tal vez por eso finalmente no apareció en el famoso documental sobre el festival; de todos modos posteriormente, con la versión del documental lanzada en los 90 (el “Director´s cut”), se hizo público el vídeo de su interpretación de “Work me lord”.
Al contrario de lo que sucedió con otras bandas, su actuación en Woodstock no ayudó mucho a Janis a la hora de encaminar su carrera. Pocos meses después, tras un concierto en el Madison Square Garden, despedía también a la Kozmic Blues Band. Janis volvía a estar sola.
Sin embargo, su soledad duró poco. A principios de 1970 Janis tuvo un breve noviazgo que la apartó durante un tiempo de las drogas y el alcohol. Viajó a Sudamérica y parecía que, por una vez, iba a encontrar la felicidad. Fue todo una ilusión: a su vuelta a los Estados Unidos se reenganchó a las drogas y su relación fracasó. Entonces volvió a reclutar a nuevos compañeros y fundó la Full Tilt Boogie Band, con la que giró por los Estados Unidos y Canadá durante buena parte de 1970. Sus últimas actuaciones tuvieron lugar durante el verano de aquel año.
En una de aquellas actuaciones Janis anunció que iba a asistir a la reunión anual de antiguos alumnos de su viejo instituto, algo sorprendente porque en todas sus declaraciones afirmaba que los años que pasó allí fueron los peores de su vida. Sin embargo, Janis parecía decidida a exorcizar todos sus demonios. Supongo que pensó que, apareciendo como la estrella del rock que ya era, les devolvería a sus antiguos compañeros el desprecio que le mostraron durante su adolescencia. Nada de eso ocurrió: en Port Arthur parecía no importar que Janis fuera una rockera famosa, así que la experiencia no resultó demasiado agradable. Otro golpe más para una Janis que aparecía sonriente en casi todas las fotos, pero que indudablemente había pasado buena parte de su vida llorando por dentro.
Disco póstumo + Epílogo
Olvidado aquel desastroso acontecimiento, Janis se centró en su nuevo proyecto: un álbum con su nueva banda. Con la Full Tilt Boogie Band había recuperado el entusiasmo y las ganas, así que en septiembre de 1970 entraron en el estudio para grabar, junto al productor Paul A. Rothchild, un disco que contendría varias de las canciones que habían ido presentando en sus giras recientes. Entre ellas iban a estar “Cry baby” y “Mercedes Benz”, así como su inmortal versión del hoy clásico de Kris Kristofferson, “Me and Bobby McGee”, grabada el 25 de septiembre de 1970.
Las sesiones de grabación se desarrollaron a lo largo de todo el mes. A principios de octubre solo faltaban algunos flecos y un par de canciones por terminar, entre ellas “Mercedes Benz”. El día 1 de octubre Janis grabó una demo vocal en una sola toma, quedando pendiente para otra sesión la aportación instrumental de la banda. El día 3 de octubre Janis y Paul estuvieron trabajando en otra canción pendiente, “Buried alive in the blues”, con la que justamente ocurría lo contrario: estaba grabada la pista instrumental definitiva y faltaba que Janis añadiera su voz. Quedaron para el día siguiente, 4 de octubre, con la idea de atar los cabos pendientes y dejar todas las canciones en su estado prácticamente definitivo.
Al día siguiente Janis no se presentó en el estudio. Cuando su tardanza empezó a ser preocupante, mandaron a un roadie a buscarla a su hotel. Allí encontraron su cuerpo, inerte, en el suelo. Oficialmente su fallecimiento se había debido a una sobredosis de heroína.
El disco, no obstante, salió adelante. Al final se optó por dejar “Mercedes Benz” como estaba, sólo con la voz de Janis. El efecto conseguido es sobrecogedor, aunque nos quedamos sin saber cómo hubiese sido la versión definitiva salvo por algunos bootlegs que recogen actuaciones en directo de sus últimos meses. También se optó por dejar en el disco la canción “Buried alive in the blues”, lógicamente como un instrumental puesto que, como ya sabemos, Janis no llegó a grabar la parte vocal. El álbum finalmente se lanzó a principios de 1971 con el nombre de “Pearl”, quedando como un testamento conmovedor, un brillante y a la vez amargo testimonio de la vida y obra de Janis. Un disco que resaltaba sus cualidades vocales, como siempre, pero que también hablaba de su impresionante madurez con apenas 27 años. Un puñado de canciones que desnudaban su personalidad, y una producción que consiguió que Janis sonara libre de ataduras pero, al mismo tiempo, serena y centrada como nunca. Al poco de salir el álbum la canción “Me and Bobby McGee” llegó al número uno, convirtiéndose así en el segundo tema en coronar las listas de forma póstuma tras “The dock of the bay” de Otis Redding. Y no debemos olvidarnos de “Cry baby”, otra enorme canción con una apabullante fuerza en la que Janis se entregó totalmente hasta quedar casi sin voz, una explosión gutural que hace difícil creer que la cantara una joven blanca que no alcanzaba la treintena.
En poco tiempo “Pearl” llegó al número 1 (número 13 en las listas de R&B) y convirtió a Janis Joplin definitivamente en una leyenda.
EPÍLOGO
Después de tanto tiempo, el nombre de Janis Joplin provoca sentimientos encontrados. Es considerada, casi por unanimidad (algunos citan a Grace Slick o Nico, erróneamente a mi entender), como la primera gran mujer del rock, cuyas puertas abrió para todas las figuras femeninas que vinieron después. Sin embargo también hay mucha gente que siente el impulso de considerarla otro cadáver bonito más, otra figura mitificada por una muerte temprana, otro sobredimensionado icono que no sería tal si siguiera con vida. Es difícil saberlo a ciencia cierta, pero en mi opinión no hay nada más lejos de la realidad.
Con frecuencia, a pesar de vivir en una época que nos da una visión privilegiada sobre todas aquellas que nos han precedido, hacemos escaso uso de la perspectiva histórica. Y justamente eso, perspectiva, es lo que nos hace falta para entender la revolución que supuso la aparición de Janis Lyn Joplin no sólo para la música, sino para la sociedad en general. Podría hablar de todas aquellas cosas en las que fue pionera, como triunfar cantando blues y rock siendo blanca y mujer, montar y desmontar sus propias bandas de rock, conseguir que los tatuajes fueran algo “cool” y artístico, etc., pero quedarse en esos detalles sería como desmenuzar la grandeza de su legado y reducirlo a pequeños trozos. Pequeños trozos, eso sí, de nuestros corazones.
ESCUCHA nuestro playslit especial de Janis Joplin en Spotify
Completísimo y recomendable reportaje de Fidel Oltra sobre
la vida y obra de , quizás, la máxima «diosa» del rock: JANIS JOPLIN.
Siempre en la memoria esta más que increíble cantante.
Saludos.
Excelente artículo