First Aid Kit – The Lion´s Roar ([PIAS]Spain)
Tantas veces como se ha hablado de la capacidad de las bandas suecas de mimetizar la música americana, y a cada nuevo ejemplo que aparece, sigue sorprendiendo. Y es que las hermanas Söderberg pueden ser originarias de Estocolmo, pero su sonido suena tan americano como si hubieran salido de Dakota del Norte. Es más sorprendente aún si tenemos en cuenta que la música a la que rinden tributo es bastante anterior a que las muchachas hubieran ni siquiera nacido. Esto no es impedimento para que el dúo de hermanas firme un bonito disco de country, salpicado de formas propias del folk y endulzado por toques de pop, todo con aires muy americanos.
El disco, grabado en Omaha con Mike Mogis a los mandos (Mogis, productor de Rilo Kiley o Jenny Lewis, además de miembro de Bright Eyes o Monsters of Folk) representa un paso adelante respecto del primer disco de las suecas: las voces suenan más sólidas y cuidadas; la instrumentación y los arreglos más amplios y pulidos. Incluso los temas y las letras están más trabajados y son más maduros. No en vano aquel primer disco lo sacaron cuando aún no tenían veinte años, por lo que parece natural que se note la experiencia. Aunque no cabe duda de que buena parte de la culpa de la solidez de este disco la tenga el propio Mogis, de mano experta, oído fino y larga experiencia.
El disco es una delicia de principio a fin: desde ese gran tema a ritmo de vals que es «The Lion’s Roar» hasta “King of the World”: monumental tema que cierra el disco con la presencia de Felice Brothers y del mismísimo Connor Oberst. Es preciosa la forma en la que las suecas juegan con la dualidad de las voces, al más puro estilo Kings of Convenience. Es bonito el tono agridulce de los temas: ese aire pastoral en la música que acompaña amargas historias. Es simpática la manera en que reverencian sus influencias sin esconderlas, incluso refiriéndose directamente a Gram Parsons o Johnny Cash en “Emmylou”, por ejemplo. Y es agradable la forma en que su propio origen sueco encuentra su camino en los temas.
Pero al igual que pasa con las historias que cuentan las canciones, el disco deja un regusto agridulce. Y es que todo está tan meticulosamente colocado que suena predecible y por momentos demasiado estudiado. Es agradable, sí, pero falto de garra. A la parte luminosa le falta un poco de espontaneidad; a la parte más amarga, sentimiento. El disco se mueve en una zona segura, estable y tranquila que lo convierte en un trabajo muy bonito y agradable, sí, pero también algo insustancial y anecdótico. Pero son jóvenes y tienen talento, así que estas suecas pueden aún depararnos muchas y agradables sorpresas en el futuro.