Guitar Wolf – Boite (Madrid)
A pesar de que el trío de japoneses locos triunfan en su país, hasta el punto de haber llegado a firmar contrato con Sony Japan, haber lanzado su propia línea de ropa vaquera o de haber llegado a protagonizar su propia película (Wild Zero) tan delirante como sus actuaciones y que os aconsejo que veáis, en Europa suelen ser carne de salas y clubes pequeños.
Formados a últimos de los ochenta en Nagasaki, sus influencias, nada disimuladas, son claras; Ramones, Link Wray, The Cramps, Thunders… todo ello tocado a suficiente volumen como para que te puedas quedar sordo y con un sonido más sucio que el mono de un mecánico de camiones. Basta decir que se negaron en rotundo a que el técnico de sonido de la sala atendiera su concierto, poniendo a su propio personal para poder tener el manejo absoluto sobre el asunto, de otra manera no conozco ningún técnico de la Capital que les hubiera dejado explayarse a ese volumen.
Sobre las 22:30 salieron a escena Seiji (guitarrista y cantante) y sus dos compañeros, tras haber escuchado unas canciones de los Ramones por los monitores del escenario a suficiente volumen como para avisarnos de que el set no iba a ser un camino de rosas. Si hay algo en lo que los japoneses son unos maestros es de tomar influencias de otras culturas para ponerlo a su servicio, y esto es lo que hacen básicamente Guitar Wolf, pero con un sello personal que les hace no parecerse a otros grupos de Punk de sus país. Y es que estos personajes son tan cafres que tocan casi a la velocidad de esas naves espaciales que inspiran a sus letras, tanto es así que resulta difícil seguirles el paso.
Mantenía mis dudas sobre si Seiji, líder y único miembro original de la formación, habría aprendido a tocar la guitarra desde la primera vez que los vi en el 2002, pero esas dudas se vieron rápidamente disipadas (afortunadamente) en menos de cinco minutos. Afortunadamente, porque Guitar Wolf no han nacido para tocar bien, han venido al planeta para ser unos cazurros y por eso se les quiere, tal y como demuestra Seiji nada más salir al escenario y subirse al amplificador de su guitarra y casi caerse.
No se puede decir lo mismo de la sección rítmica que funciona a la perfección y es robusta como una espada samurái, con un bajo de tres cuerdas ¿para qué más? y un batería que se deja la piel entre sus platos y parches.
Así pues, pudimos disfrutar de canciones como: “Machine Gun Guitar”, “Jet Generation”, o “UFO Romantics”, intercaladas con temas que cualquier aficionado al “Rock de libro” no hubiera dudado en tildar de despropósito o tomadura de pelo, pero que sus fans agradecen. Tampoco pudo faltar su versión del “Rumble” de Link Wray, sin ningún punteo, eso sí. Para los bises ser reservaron otra de sus bombas de relojería gruesa, “Kan-Nana Fever”, y “Koukousey Action” en la que el tarado de Seiji se empeñó en formar una especie de casteller o montaña humana sobre el escenario para subirse a cantar en ella. La verdad es que la ingesta de alcohol de algunos participantes, el nulo dominio de nuestra lengua y la escasísima (por no decir graciosísima) destreza del cantante en la lengua de Shakespeare, no ayudaban a explicar a los voluntarios del escenario lo que pretendía el susodicho, provocando caídas, chichones, y alguna que otra contractura de esas de “al día siguiente”.
Cuando todo parecía que había terminado y con la música de la sala puesta, vimos como Seiji salía de nuevo al escenario para deleitarnos en formato “crooner” de una canción, que nunca hubiéramos sabido si cantaba en ingles o japonés de no haber escuchado al final de la misma un “I love you” que daba más miedo que otra cosa. Mientras, uno de los técnicos de la sala, se quejaba diciendo “Joder, si me ha dicho algo, pero no le he entendido nada, supongo que me quería decir que quitara la música para que pudiera salir a cantar de nuevo”.
No pude evitar subir las escaleras de la sala destrozado de la risa e irme pensando “están locos estos japos”.